Jaime Nava: “Cada uno de los que están aquí son 100% españoles”

La época en la que ser internacional de rugby no era siquiera motivo suficiente para que un profesor cambiara la fecha de un examen toca a su fin. España busca hoy (13.00, Teledeporte) en Bruselas la clasificación para su segundo Mundial, una semana después de la fiesta que acabó con el Rey en el corro de un deporte relegado al ostracismo. El capitán, el madrileño Jaime Nava, de 34 años, describe la filosofía de los elegidos: "Para nosotros no es tanto estar en el Mundial, sino la responsabilidad de llevar al rugby español a otro escalón. Y eso es soñar".

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Nava emigró a Francia durante el grueso de su carrera y regresó el año pasado al Alcobendas. "Me fui fuera para buscar otro techo [con 21 años ya era titular en España y llevaba tres años en División de Honor] y he vuelto para centrarme en ese periodo que se nos abría con la selección". A sus 34 años, asumiendo lo que llama su "reconversión" hacia una vida normal cuando llegue la retirada, se ha encontrado un club que ahora gestiona 630 fichas. "Es una barbaridad".

La inspiración francesa es imprescindible para entender cómo un país sin una competición doméstica profesionalizada tiene en su mano su regreso a un Mundial 20 años después. "Lo que más me impactó de Francia fue su arraigo; un deporte potentísimo, al mismo nivel o por encima del fútbol". La paradoja del rugby galo, que la exigente competición doméstica genere un listado enorme de jugadores de nivel pero su exigencia impida un mayor rendimiento de la selección, ha beneficiado a España, destino de un caudal creciente de talentos que no contemplan llegar a Les Bleus. Entre los 23 que se pueden enfrentar hoy a Bélgica, 13 son franceses; y entre los 15 titulares, nueve, además de dos neozelandeses.

Así han llegado al XV del León una catarata fantástica de reservistas franceses, unidos a españoles que militan en el rugby vecino o en la competición doméstica. Y a un bloque de esbeltos delanteros con Gautier Gibouin —vicecapitán— se han sumado en los últimos tiempos piezas decisivas. El medio-melé Guillaume Rouet dirige con nota a los delanteros. El apertura Mathieu Belie era una gran promesa en un tetracampeón de Europa como el Stade Toulousain e internacional sub-20 con Francia; ahora sus patadas de genio son españolas. También los estragos que causa el zaguero Charly Malié, el único de la selección que juega en la máxima categoría francesa. En un vestuario tan diverso, Nava es una institución. "La cosa fluye", dice; "intentamos hablar español, pero si alguien tiene dificultad para encontrar cualquier palabra, hablamos francés y no pasa absolutamente nada".

"Feos y formales"

El proyecto del rugby español parte de esa cima atractiva para agrandar la base. Y el capitán responde categóricamente al argumento de que sea una selección descafeinada por no tener más producto autóctono: "Aquí hay de todo. Españoles, españoles asimilados, hijos y nietos de españoles que están viviendo en Francia o han nacido allí. Tenemos a uno que nació en España y que se fue con un año a Francia. Y a un neozelandés casado con una vasca que te dice 'yo soy vasco-neozelandés-español'. ¿Qué es lo que determina que te sientas perteneciente a algo? ¿Un DNI que ponga que has nacido en La Gomera? Uno pertenece donde se siente. Cada uno de estos es español [pausa y señala al suelo]; 100%".

Nava ha encontrado casi por accidente un himno al rugby en Loquillo: Feo, fuerte y formal sonó en la megafonía del Central tras un ensayo ante Alemania: "Los jugadores de rugby somos feos, gente fuertota y nos han educado en valores formales y de respeto. Es el ADN".