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España se da un festín real y está a un triunfo del Mundial de rugby

El ‘XV del León’ arrolla a Alemania (84-10) con Felipe VI en el palco a una semana de sellar su billete para Japón

Los jugadores de España celebran la victoria con el rey Felipe VI.
Los jugadores de España celebran la victoria con el rey Felipe VI.JuanJo Martín (EFE)

El XV del León se subió a la ola que vive en rugby en España y está a un triunfo de hacerse con el billete para el Mundial del año que viene en Japón. El Rey Felipe VI asistió al Central de Madrid, su segunda visita al rugby tras la multitudinaria final de Copa en Valladolid de 2016, y la selección arrolló sin paliativos a Alemania. Tras la hazaña ante Rumanía, 15.800 espectadores volvieron a llenar el vetusto estadio madrileño en una fiesta que el mal tiempo no pudo impedir. Con la Webb Ellis Cup –el trofeo del campeón del Mundial– de gira por España, el rugby patrio se empeña en mostrar a un país habituado a ganar mundiales lo que significa clasificarse para uno.

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Si España cumple el pronóstico y vence el próximo domingo en Bruselas, entrará en su segundo Mundial –estuvo en 1999– por la puerta grande: jugará contra Japón el choque inaugural. “No hemos llegado hasta aquí para tirar un trabajo de cuatro años por la borda”, apuntaba el capitán, Jaime Nava, en uno de sus discursos motivadores. Con él animando la fiesta y el beneplácito de Loquillo, Feo, fuerte y formal apunta a himno oficioso de la selección. Nava y los suyos repitieron la receta y doblegaron al rival con una delantera potente, una defensa sólida y las diabluras de los bajitos. El resultado era certeza a la media hora y empezaron las olas en el Central.

Antes de sumergirse en un caos, Alemania jugó un papel esencial para el camino de España al Mundial. Porque el año pasado los germanos esgrimían un proyecto ambicioso con el dinero del magnate de la alimentación Hans-Peter Wild y derrotaron a Rumanía en el primer partido de la clasificación. Sin ese traspié, los rumanos tendrían su billete para Japón por los puntos bonus ofensivos. Alemania no refrendó su campanada y llegó la crisis entre el mecenas y la federación. Wild se compró el Stade Français parisino y la polémica sobre su influencia en la organización federativa desembocó en una huelga. La selección, vapuleada ante Bélgica la semana pasada, vive en una endeble interinidad y nunca había perdido por tanto ante España.

Que el saque inicial alemán se marchase fuera sirvió de presagio. España fue prudente tirando a palos los dos primeros golpes de castigo, pero la sangría de ensayos no tardaría en llegar. El apertura Mathieu Belie generó el primero con una carrera paciente, esperando que las aguas se abrieran a su paso, y encerró a los alemanes con patadas atinadas. En el esfuerzo por neutralizar uno de sus envíos, un alemán concedió un saque propicio de touch que España canjeó ensayando con su maul. Guillaume Rouet aseguró un tempo alto en las cargas de los delanteros y Mathieu Peluchon suplió con nota a un jugador diferencial como Charly Malié, ausente por el nacimiento de su hijo.

Premio para los menos habituales

La defensa española, que tan agónicamente resistió ante los rumanos, no dio opción a una Alemania que solo tenía el orgullo de sus delanteros. Ganaba metros sin balón el XV del León, robaba balones y desarbolaba a la defensa germana, siempre a contracorriente. Cualquier cabalgada española se encontraba con una autopista de plata. También resistió España cuando los alemanes se plantaron a un metro del ensayo al filo del descanso (39-0). Tan negro lo vieron los germanos que se saltaron una máxima del rugby –cuando el partido está perdido, el orgullo exige buscar el ensayo– y tiraron a palos para quitar el cero de su marcador.

España aprovechó para premiar a los menos habituales en una convocatoria para cubrir las bajas cuando los clubes franceses se niegan a liberar a sus jugadores. Santiago Santos dispone de un plantel amplio y delanteros como Aníbal Bonán o Fernando López aprovecharon su oportunidad para hacer dos marcas. Llegó la lluvia y Brad Linklater puso el broche al encuentro ensayando bajo palos con el tiempo cumplido. La selección brindó el triunfo al Rey y el capitán le incluyó en el corro final que celebró la victoria. Fabien Perrin le dio su camiseta con el 13, un regalo casi natural de la España afrancesada a un Borbón. El rugby volvió a soñar despierto a una semana de asegurar su sitio en el tercer evento deportivo más importante del mundo.

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