Chelsea-Barcelona: Iniesta hechiza Stamford Bridge
El 8 vuelve a ser providencial en su campo talismán y asiste a Messi para obtener un empate que rescata las opciones de los azulgrana ante un rival con más mordiente
Hay jugadas que valen por un partido, sobre todo en la Copa de Europa, y más en el caso del Barça cuando juega en Stamford Bridge y la pelota cae a pies de Iniesta. Al igual que en 2009, el capitán azulgrana apareció en la misma portería para rescatar a su equipo en un momento crítico y habilitar a Messi. El 10 se estrenó por fin en casa del Chelsea. Un tiro y un gol que sabe a gloria, también como en aquella semifinal, porque el ejercicio futbolístico del Barça fue muy aburrido, sin más pico que la intervención de Iniesta y el remate de Messi, un chasco para el Chelsea. Vivió el Barça de una jugada después de un partido que futbolísticamente manejaron los blues en el siempre difícil y desagradable cuadrilátero de Stamford Bridge.
La leyenda del estadio del Chelsea da a menudo más para historias de héroes y villanos que para encuentros fenomenales cuando el adversario es el Barça. No hubo pasión ni emoción con el equipo de Valverde. La noche resultó muy convencional, sin pena ni gloria, solo salpicada por los disparos de Willian, que no paró hasta cantar gol a la salida de un saque de esquina a la derecha de Ter Stegen. No se sabía muy bien qué esperar entonces del Barça, excesivamente rígido y fatigado, nada lúcido y fuera de forma, hasta que se encontraron Iniesta y Messi y con su magnetismo penalizaron al esforzado Chelsea. Y ya se sabe que cada gol europeo en cancha ajena es una fortuna para los barcelonistas, y más en Londres.
No hay secretos en la libreta de Valverde. La alineación estaba cantada desde Ipurua. El equipo se iba a recoger con un cuarto centrocampista que sería Paulinho. Acaso había que ver qué posición ocuparía el brasileño, finalmente abierto a la banda derecha, mientras Rakitic se juntaba con Busquets. Quería el Barça un partido quieto hasta que la jugada llegara masticada a Messi. A Conte por el contrario le interesaba defender fuerte y correr mucho con Pedro, Willian y Hazard. El técnico italiano prescindió de la figura del 9 porque no quería estar sino llegar al área de Ter Stegen. Y las transiciones del Chelsea tuvieron desde el inicio más impacto que las del Barcelona, muy errático en el pase, porque Hazard desequilibraba más que Messi.
A los azulgrana les llevó diez minutos tirar la línea de seguridad en la divisoria, sorprendidos quizá por la agilidad y ligereza de los puntas blues, aventados desde la banda por Conte. Muy poco a poco, sin embargo, el Barça pareció adueñarse del partido con sus largas posesiones y una muy buena presión que dificultaba la salida del Chelsea. Mucha paciencia y control y también poca profundidad y menos ocasiones porque el fútbol sutil de Iniesta y Messi no encontraba a Luis Suárez. Los ingleses tardaron un cuarto de hora en pasar del medio campo hasta que Willian rompió la línea de medios y fue enganchado por Rakitic. Las aceleraciones locales tenían más picante que el toqueteo de los muchachos de Valverde.
Messi e Iniesta eran mejor defendidos que Hazard y Willian porque las pérdidas de balón del Barça eran más constantes y trascendentes que las del Chelsea. Únicamente los dos postes, primero el izquierdo y después el derecho, evitaron el gol de Willian, rápido y hábil a la hora de armar el tiro, punto y final de los vertiginosos despliegues blues, la mayoría armados después de fallos en la entrega de la pelota del Barça. Los ingleses tenían mucho más picante que los barcelonistas, demasiado chatos, estériles y contemporizadores, entregados a su suerte, sin capacidad para revertir la sensación de que la contienda pertenecía al Chelsea.
A falta de finura y velocidad, virtudes capitales para combatir la calidad física y táctica del Chelsea, se imponía un punto de atrevimiento en el Barça, Ninguno de los dos equipos, sin embargo, arriesgaba suficientemente en un partido precisamente de riesgo como el de Londres. Más alegre en ataque, el Barça se condenó entonces doblemente en defensa cuando concedió de mala manera un córner que remató Willian. No se enteraron los azulgrana de la jugada de estrategia preparada por Conte.
A balón parado, el Chelsea es más letal incluso que al contragolpe, dos suertes bien aplicadas por su entrenador italiano, experto en delegar el cartel de favorito a los rivales, y por supuesto también al Barcelona. La respuesta de Valverde fue tan indescifrable como el partido de su equipo: apareció en escena Aleix Vidal antes que Dembélé para sustituir a Paulinho.
Ocurrió, sin embargo, que no hubo si quiera tiempo para discutir porque Christensen se equivocó en su área, igual que había hecho en la suya el Barça, y habilitó a Iniesta. El manchego adivinó el tropiezo del central, se anticipó, atacó la pelota, le puso pausa al pase y tocó para la llegada voraz de Messi. El gol tuvo un impacto definitivo para el partido y alegró la vida del Barcelona. No pareció que el Chelsea fuera mejor equipo y, sin embargo, expuso más para ganar ante el empequeñecido Barça. El resultado, en cualquier caso, ayuda a los azulgrana a ganar tiempo, a recuperar sensaciones y futbolistas, y a reforzar la fe en Messi, goleador a los 30 años después de debutar a los 18 en Stamford Bridge. No queda más remedio en los momentos difíciles que recurrir a las figuras y el Barça sobrevivió en Londres con una jugada del brujo Iniesta y el gol de Messi.
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