José Sá, el hipster que ha sentado a Casillas
El sustituto del futbolista que más partidos ha jugado en la Liga de Campeones afronta una prueba de fuego ante el Liverpool
El portero con más partidos (170) disputados en la Liga de Campeones dejó su sitio a uno que jamás había jugado esa competición. Ocurrió en Leipzig el pasado mes de octubre en la tercera jornada de la fase de grupos, después de que el Oporto perdiese los primeros puntos en la liga portuguesa tras siete triunfos consecutivos, un empate sin goles tras un inicio de campaña imbatido en los cinco primeros duelos, apenas una dolorosa derrota contra el Besiktas en O Dragão en el estreno de la competición continental. En ese contexto Iker Casillas salió del equipo. “Es una opción técnica”, explicó el entrenador Sergio Conceiçao, aquel extremo que destacó a principios de siglo y que ahora como entrenador continúa en Oporto una carrera con su sexto banquillo en las seis últimas temporadas. Luego aclaró que no vio a Casillas rendir a tope en los entrenamientos y su favorito para la meta pasó a ser José Sá, un hipster que ha sentado a un guardameta de época y que este miércoles tiene una prueba de fuego en la ida de los octavos de final de la Liga de Campeones contra el Liverpool, que visita la ribera del Duero (20,45 horas, BeIn Sports) con todas sus estrellas y tras perder apenas dos de sus 23 últimos partidos oficiales.
“Casillas siempre ha sido uno de mis ídolos. Nunca se me había pasado por la cabeza poder compartir el día a día con él. Hablamos mucho sobre sus títulos, sobre la experiencia que tiene o de partidos que jugó”, explica Sá cuando se le pregunta por su suplente. Dicen quienes comparten ese devenir que la relación entre ambos es buena, que existe lealtad y sintonía personal, que son dos buenos tipos. “Es muy completo. José es el futuro del Oporto y de la selección portuguesa”, apuntó Casillas a los pocos meses de trabajar con su compañero, al que saca doce años de edad. “Es una persona excelente, comunicativa y divertida”, devuelve José Pedro Malheiro de Sá, un minhoto nacido en Braga y de pasado y corazón benfiquista reconvertido en portista, una nueva celebridad en la simpar ciudad portuguesa, emparejado con una celebridad de la televisión y las redes sociales en el país vecino.
Sá atesora varias de las cualidades que adornan al futbolístico mediático, se condimenta con una pizca de salsa rosa, tiene una imagen singular con una poblada barba rojiza sobre cuyo afeitado hasta bromea su técnico y colabora asiduamente con obras de caridad. En lo futbolístico todavía está por ver como se sostiene. Acaba de cumplir 25 años y atesora una extensa experiencia en categorías inferiores con la selección portuguesa, presente en el Mundial sub20 de hace cinco veranos, nominado en el once ideal de la Eurocopa sub21 de hace tres, seleccionado para formar parte de la selección mayor sin llegar a debutar en la última Copa Confederaciones. Pero apenas ha jugado una treintena de partidos en la máxima categoría y le batieron en los cuatro en que fue alineado en Liga de Campeones concedió. Alto, supera el metro noventa de estatura, ágil bajo palos. “He mejorado en cuestiones relacionadas con la colocación desde que trabajo con Iker”, resuelve. No es, con todo, un meta sobresaliente en ningún apartado. Cuando llegó con 17 años a la academia del Benfica palideció ante la pujanza de Ederson o de Bruno Varela, sucesor del cancerbero fichado por el Manchester City en la meta del club lisboeta.
“Es consistente, tiene personalidad y aguanta una gran presión porque la del Oporto no es una portería fácil y sustituir a un grande como Iker tampoco lo es”, opina Vitor Baia, otra de las referencias de Sá, que jugaba como lateral derecho hasta la adolescencia y acabó bajo palos por obligación y descarte. Su entrenador le convenció de no abandonar a cambio de unos guantes del histórico meta portugués. Pasó de puntillas por el Benfica y tampoco destacó en el Marítimo, que lo traspasó en enero de 2016 a O Dragão o junto al delantero malí Moussa Marega. La operación total se fue a los cinco millones de euros y a Sá lo tasaron en 1,5, de los que una cuarta parte acabaron en el Benfica, poseedor hasta entonces de esos derechos sobre el jugador. “Sólo me importa el rendimiento”, dice el entrenador Sergio Conceiçao cuando se le pregunta si hay polémica en torno a su portería. La desmiente, además. “Si hubiese algún problema disciplinario Iker no iría convocado. No hay nada, solo una decisión técnica. Casillas trabaja como el que más, es disciplinado, pero en este club la única gran referencia que existe es la de nuestro presidente, que tiene 58 títulos”.
En esas anda el Oporto, que camina hacia el cuarto año de una inusual sequía, líder de la liga portuguesa con dos puntos de ventaja sobre Benfica y Sporting y un partido por jugar, el que fue suspendido en el descanso contra el Estoril cuando perdían por un gol a cero; semifinalista en la Copa con un tanto que defender en la vuelta de la semifinal en el Alvalade el próximo mes de abril; y, en fin, ilusionado con una Liga de Campeones en la que el Liverpool parece fuera de su alcance. “Somos el equipo más fuerte de Portugal y en Europa hay que disfrutar y soñar”, recomienda Casillas.
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