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España pulveriza el mito francés para meterse en la final del Europeo: 23-27

La selección de Jordi Ribera cuadra un partido extraordinario y aspira a ganar su primer oro continental el domingo ante Suecia

Robert Álvarez
Ferran Solé celebra uno de sus goles ante Francia.
Ferran Solé celebra uno de sus goles ante Francia.GEORGI LICOVSKI (EFE)

El balonmano español entró en una nueva dimensión en el majestuoso Arena de Zagreb. El equipo de Jordi Ribera desmanteló a la selección de ensueño francesa en una actuación para la posteridad y se metió en la final del Europeo. El domingo se jugará el oro ante Suecia, que ganó a Dinamarca en la prórroga (35-34). Los Hispanos actuaron con un aplomo asombroso, segurísimos en su plan estratégico frente al rival más exigente posible, y casi todos pletóricos en su rendimiento individual. Rozaron la perfección. Recogieron la cosecha de un campeonato en el que sufrieron de lo lindo, en el que perdieron dos partidos y también a dos jugadores, por lesión. Pero, al fin, su mayor mérito fue asumir todos los entuertos con realismo y a la vez con espíritu positivo. Si no estaba Ángel Fernández, estuvo Aitor Ariño; si no estaba Gonzalo Pérez de Vargas, estuvo Arpad Sterbik, y por supuesto Rodrigo Corrales. Así fue como fundió al supercampeón francés. El duelo supuso un espaldarazo para la escuadra española, por la brillantez de su juego, por la forma en que atornilló a Francia.

Las virtudes emergieron de golpe en el día más exigente. La selección francesa, ganadora de las últimas nueve semifinales que disputó en grandes campeonatos internacionales, oro en el Mundial del año pasado, plata olímpica en 2016, quedó paralizada frente al torrente de juego español. Las manos de Viran Morros fueron de cemento armado para bloquear los cañonazos de Karabatic. Los reflejos del recién incorporado Sterbik, sustituto de urgencia del lesionado Gonzalo Pérez de Vargas, descompusieron a los lanzadores de penaltis franceses. Los goles desde nueve metros o desde donde hiciera falta de Dani Sarmiento aterrorizaron a los porteros franceses. La seguridad de Ferran Solé en sus lanzamientos, autor de siete goles, afinó el ataque español. Las apariciones de Raúl Entrerríos en los momentos críticos fue decisiva. Marcó seis goles, el último de ellos faltando dos minutos y medio, cuando Francia más apretaba en su sprint final.

FRANCIA, 23; ESPAÑA, 27

Francia: Gerard; Porte (3), Mem (1), Dipanda (1), Sorhaindo (6), Nikola Karabatic (3) y Guigou (1) -equipo inicial-Dumoulin (ps),Remili (), Lagarde (3), Mahe (3, 2p), Abalo (1), Luka Karabatic, Claire, Tournat y Caucheteux (1p)
España: Corrales; Solé (7, 6p), Gurbindo (2), Sarmiento (3), Raúl Entrerríos (6), Valero Rivera (1) y Aginagalde (2) -equipo inicial-Sterbik (ps), Balaguer (1), Alex Dujshebaev (1), Cañellas (2), Morros (0), Goñi (), Ariño (1), Gedeón Guardiola y Figueras (1).
Árbitros: Nachevski y Nikolov (Macedonia). Excluyeron por dos minutos a Porte, Dipanda, Lagarde y Nikola Karabatic, por Francia; y a Morros, Balaguer, Alex Dujshebaev y Sarmiento, por España.
Primera semifinal del Europeo de Croacia 2018 disputada en el Arena de Zagreb ante unos 6.000 espectadores

España voló por momentos. Francia se confundió. Recibía goles por el centro de su poderosa defensa. La estrategia de España en los cruces la martirizaban. La variedad de recursos hizo más imprevisible el juego del equipo de Ribera. No se limitaba como muchas veces en tantos y tantos partidos a vivir de las recuperaciones de balón y las transiciones vertiginosas muchas veces finiquitadas por sus extremos, que ya es mucho y muy valioso. Pero, en esta ocasión, su juego tuvo más empaque, más solidez defensiva, más contundencia en sus centrales y chispa y movilidad en su frente de ataque. Lo precisaba si quería derribar el muro francés sin depender de los estereotipos de toda la vida. Así resquebrajó varias veces la defensa de la selección que dirige Didier Dinart.

Mediado el segundo tiempo Francia solo se tenía en pie por su abolengo. España ganaba por nueve goles (14-23) acariciaba ya el pase a su quinta final europea, a la posibilidad de conquistar por primera vez el oro en el campeonato continental. Pero había que esperar. Se sabía que, antes o después, el gen competitivo francés iba a resurgir. Lo hizo, con una fuerza volcánica. Después de los puntillazos iniciales de Sorhaindo —concluyó con un perfecto seis de seis—, Lagarde, Porte, Guigou, Mahe y hasta el portero francés Dumolin, hasta ese momento tan desdibujado como muchos de sus compañeros, entraron en racha.

Dumolin detuvo dos penaltis. España recibió un parcial de 6-0. El marcador se estrechó. De los nueve goles de renta se pasó a solo tres (20-23). Faltaban diez minutos. Un mundo. Francia recuperaba sus posibilidades. Otras dos veces se situó a tiro de piedra (21-24 y 22-25). En ese instante Dumolin le paró otro penalti a Sarmiento. Un gol de Aginalgalde dictó la sentencia. El miedo escénico, también el cansancio, amenazó por momentos con pasarle factura a España. No fue así. Resistió, ganó y está en la final, tras dar cuenta de un rival de lujo con un juego eficiente, brillante en muchas fases del partido. No hay mejor aval para afrontar la final del domingo en Zagreb. España está a las puertas de un título en el que lleva soñando mucho tiempo. Lo desea más que nunca para quitarse la espina clavada de su última final perdida ante Alemania, en 2016, y su dolorosa y cruel ausencia en los Juegos de Río.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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