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Roger Federer y el espejo de los 40

Citado en la final con Cilic, el suizo se inspira en deportistas como Ginobili o Brady por su motivación, a pesar de ser veteranos: "Son mayores, pero siguen teniendo fuego interior y el deseo de seguir ganando”

Federer, durante la semifinal contra Chung en Melbourne.
Federer, durante la semifinal contra Chung en Melbourne.PAUL CROCK (AFP)
Alejandro Ciriza

De no haberse dedicado a la raqueta, a Roger Federer le hubiera gustado ser futbolista. Al ganador de 19 grandes –finalista en Australia tras la retirada de Hyeon Chung, con 6-1 y 5-2 adverso– le hubiera gustado enfundarse la elástica del Basilea, el club de su ciudad natal, y haber ganado una Copa del Mundo con Suiza. Su deseo nació con el Mundial de Italia 90 y continuó en la grada del St. Jakob Park, adonde acudía para ver a su equipo de niño. Hace seis años se dio el gusto de pisar el césped de la Bombonera en una visita a Buenos Aires y hoy día disfruta sobre todo con los goles de Leo Messi, porque el campeón etéreo, como toda persona, también tiene sus debilidades.

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Una de ellas fue Diego Armando Maradona y ahora el 10 del Barcelona –“Leo es el mejor jugador de la historia”–; otra, quizá la máxima, el deportista ingrávido por antonomasia, el baloncestista Michael Jordan –“veía por él los resúmenes de la NBA en la televisión alemana”–; y en el terreno tenístico, vio vídeos y más vídeos de Rod Laver y Bjorn Borg, y admiró durante la adolescencia a Boris Becker, Stefan Edberg (hasta hace no mucho su entrenador) y Pete Sampras, a quien derrotó con 19 años en la hierba de Wimbledon, año 2001.

Cuando lucía una melena larga y escuchaba heavy metal, Federer se inspiraba en todos ellos, y ahora, raya a un lado, se recrea con las maniobras y los goles de La Pulga. Sin embargo, a estas alturas de su carrera el suizo bebe de otras fuentes más acordes a su realidad vital, teniendo en cuenta que compite ya camino de los 37 años (los cumplirá el 8 de agosto). A él, ganador de 19 grandes, le gustaría prorrogar su vida profesional al menos hasta los 40, de modo que sigue y aprende de otros deportistas que rinden en la élite en torno a esa edad.

Caso, por ejemplo, del argentino Manu Ginobili, escolta de los Spurs de Antonio, o el estadounidense Tom Brady, el eterno quarterback de los New England Patriots de la NFL. Dos espejos. Entiende Federer que ambos son el ejemplo perfecto de motivación y compromiso, de llegar a las curvas finales prácticamente en plenitud porque continúan logrando éxitos a pesar de que el reloj biológico avance en su contra. Así lo expresó recientemente en el canal ESPN.

La paternidad, una dosis extra de energía

Tom Brady celebra un ensayo durante un partido de los Patriots.
Tom Brady celebra un ensayo durante un partido de los Patriots.Robert Deutsch

“Como deportista, si sigo jugando a estas alturas es porque quiero conseguir cosas importantes, no para estar dando vueltas por el circuito o hablar con los medios”, afirmó a la cámara de la televisión estadounidense; “me identifico con ellos, porque soy mayor pero me siento bien. Es bonito ver a otros deportistas hacer algo así; es bonito que son capaces de mantenerse en la cima, en buena forma y divirtiéndose”.

Con Ginobili, el tenista guarda una similitud: ambos son padres de mellizos, aunque en el caso de Federer son dos parejas. “Quizá haya un secreto con ellos. Nos aportan energía extra porque necesitas estar fuerte para controlarlos, pero también creo que nos mantienen jóvenes”, bromeó. Del argentino se queda con la insatisfacción permanente, “porque conservan ese fuego interno y ese deseo interior de seguir ganando”, y de Brady admira igualmente su hambre. “Estuve viéndole jugar y me fascina su voluntad para seguir alcanzando éxitos”, aprecia el número dos del mundo, que disputará su séptima final en Melbourne (la 30ª de un grande) y puede igualar el récord de trofeos (6) de Roy Emerson y Novak Djokovic.

“¿Ganar el 20º grande? Sería 20 veces especial”

Ayer, durante su comparecencia ante los periodistas en una sala en la que no cabía un alfiler, a Federer se le planteó qué significado tendría alcanzar mañana la cifra de los 20 Grand Slams. “Sería 20 veces especial”, dijo con una sonrisa. “No sé qué decirte, pero sería fantástico”, prolongó con un tono esquivo, tratando de ir paso a paso y remitiendo al pulso con Marin Cilic. “Ganó el US Open en 2014, así que tiene la confianza de que puede ganar un gran torneo”, advirtió. “Jugó muy bien contra Rafa [Nadal] y en la última Copa de Maestros salió contra mí con la actitud de un ganador. Me gusta su actitud, porque siempre ha sido muy profesional, y en la pista es un ganador”.

Me siento bien, tengo buena salud y juego como nunca. Estoy divirtiéndome

A pesar de ser más joven, el croata ya es un tenista talludo. Tiene 29 años, siete menos que Federer, al que antes de retirarse a sus aposentos se le planteó una comparativa: ¿Qué sientes al jugar aquí ahora y qué sentiste hace 10 años? “Obviamente es muy distinto. Ahora tengo cuatro hijos y entonces no tenía ninguno, ¿sabes? Claramente, mi vida ha dado un giro completo”, admitió; “y en términos tenísticos también hay cambios, porque en 2008 creo que competí con mononucleosis, ¿no? Perdí en las semifinales y fue un momento decisivo de mi carrera, porque tuve que parar para recuperarme. Ahora me siento bien, tengo buena salud y juego como nunca. Estoy divirtiéndome”, zanjó Federer.

Ahora, su inspiración procede de la veteranía. Otros tiempos, nuevos espejos.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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