Arabia Saudí permite jugar sin la abaya
Los Mundiales de rápidas comienzan en Riad sin israelíes tras un sorprendente acuerdo con la FIDE
A los israelíes se les ha denegado el visado, pero no a los cataríes e iraníes; las jugadoras deben cubrirse la cabeza en la calle, como las ciudadanas saudíes, pero no en la sala de juego. El Mundial de ajedrez en las modalidades rápidas se disputa en Riad (Arabia Saudí) tras un acuerdo por tres años de ese país con la Federación Internacional (FIDE), que necesitaba una solución urgente tras la renuncia de Catar, organizadora de la edición anterior.
Arabia Saudí encabeza desde hace meses un boicot político a Catar de varios países de la zona, y mantiene pésimas relaciones con Irán como reflejo de la tensión permanente entre suníes y chiíes, las dos ramas principales mayoritarias en Arabia Saudí e Irán, respectivamente. Si a ese volcán en erupción se le añade la tradicional marginación de las mujeres saudíes, es fácil comprender que el ofrecimiento de Riad para ser la nueva sede del Mundial era delicado incluso para la FIDE, un organismo que aglutina a 188 países y que rara vez se distingue por sus preocupaciones éticas.
Pero había un factor balsámico oculto: la mediación del británico Malcolm Pein, de larga reputación intachable, organizador del torneo Clásico de Londres, promotor de la fundación Chess in Schools and Communities (CSC), que está siendo exitosa en la introducción del ajedrez educativo en las escuelas del Reino Unido; y, curiosamente, persona muy cercana al excampeón del mundo Gari Kaspárov, acérrimo enemigo de la FIDE, al menos hasta hace unos meses.
Más llamativo aún es que Pein forme parte del Comité de Apelación de este Mundial de rápidas, un organismo cuya composición va casi siempre ligada al pago de favores electorales. En conversación con EL PAÍS, él explica así todo el proceso: “La FIDE tenía un grave problema por la retirada de la sede de Catar, que afectaba a todo el ajedrez internacional. Agon [empresa concesionaria de los derechos de organización de los Campeonatos del Mundo] fracasó en su intento de organizarlo. Por diversas circunstancias, yo tengo contactos de alto nivel en Arabia Saudí, y decidí ayudar a la FIDE y al ajedrez, facilitando la negociación”.
Otro factor favorable es que el Gobierno de Arabia Saudí ha suavizado algo en 2017 las enormes restricciones que sufren sus ciudadanas, al anunciar que podrán conducir vehículos a partir de junio de 2018. Quizá por eso, la FIDE logró llegar al siguiente acuerdo con el Gobierno saudí, plasmado en el Artículo 9 de las reglas del torneo: “La túnica árabe [abaya] sólo debe vestirse en los lugares públicos, como grandes almacenes o puntos de interés turístico. En el hotel, en los autobuses que van y vienen a la sede del torneo y en la propia sala de juego, no hay necesidad de llevar túnica alguna”.
La situación es, por tanto, bien distinta de la del pasado febrero, cuando las participantes en el Mundial femenino de ajedrez clásico fueron obligadas a jugar con velo en Teherán (Irán), lo que originó una gran polémica. Sin embargo, varios medios de comunicación internacionales han publicado en los últimos días unas declaraciones de la actual campeona del mundo de ajedrez rápido, la ucrania Anna Muzychuk, quien se ha negado a defender su título en Riad sin mencionar en sus manifestaciones el importante matiz de que esta vez se puede jugar sin velo, a pesar de que es bien conocido desde hace semanas.
El griego Georgios Makrópulos, presidente adjunto de la FIDE, dijo ayer en su discurso inaugural que la organización saudí se ha comprometido a conceder visados a los jugadores israelíes en las ediciones de 2018 y 2019, tras reconocer que esta vez no fue posible lograr esa concesión, a pesar del empeño de la FIDE en facilitar la participación de siete jugadores de Israel. Makrópulos es ahora el directivo con más poder en la FIDE, tras la marginación del presidente nominal, el ruso Kirsán Iliumyínov, por su inclusión en la lista negra de EEUU debido a sus estrechos lazos con el Gobierno de Siria.
Lo que falta por aclarar es si las intrincadas maniobras de pasillos relatadas en esta crónica tienen alguna conexión con las próximas elecciones a la presidencia de la FIDE, previstas para primeros de octubre en Batumi (Georgia). De momento no hay constancia de que Makrópulos y su camarilla -donde es muy importante el papel de Jorge Vega, cubano con residencia en México y pasaporte guatemalteco, presidente de FIDE América- hayan encontrado un mirlo blanco que reemplace como surtidor de dinero al millonario Iliumyínov, quien sin embargo trabaja intensamente para ser reelegido. Pero sí se sabe que Makrópulos, Vega y otros directivos de la FIDE se reunieron el pasado julio en San Luis (EEUU) con Kaspárov y el mecenas del ajedrez estadounidense Rex Sinquefield. Resulta difícil creer que la ayuda de Malcolm Pein para lograr la sede en Riad sea puramente casual. Todo indica que algo muy sorprendente se está cociendo en los siempre misteriosos pucheros de la FIDE.
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