El capitán de la Arandina: “Para nosotros el vídeo no existe”
Tras el envío a prisión de los tres futbolistas acusados de agresión sexual a una menor, el entorno de los jugadores niega que haya grabación
Aranda de Duero vivió el miércoles horas en las que todo era un secreto y al mismo tiempo un estruendoso murmullo recorría sus calles. El silencio en los bares lo llenaba la televisión con imágenes de lo que estaba ocurriendo a pocos metros de distancia: incluso cuando nadie hablaba de ello se oían de manera incesante detalles y comentarios del suceso que ha golpeado la amable y acogedora ciudad de la ribera del Duero.
El lunes, tres futbolistas de su único club de fútbol, la Arandina, que juega en el Grupo VIII de Tercera División, fueron detenidos acusados de un delito de agresión sexual a una joven de 15 años. Dos días después, ayer, la jueza María de las Nieves Pérez Martín decidió mandar a prisión provisional comunicada y sin fianza a Carlos Cuadrado Santos, Lucho, 24 años, Víctor Rodríguez, Viti, 22 años, y Raúl Calvo, 19, después de que tanto ellos como la víctima prestaran declaración en el juzgado número 1 de Instrucción de la ciudad. La magistrada también levantó el secreto de las actuaciones referidas a un posible delito para el que el Código Penal, en función de las circunstancias, contempla hasta 15 años de cárcel. Contactado por este diario, el despacho de la abogada de los acusados rechazó hacer declaraciones. Los de la víctima abandonaron el juzgado también sin realizar valoraciones.
Entre las incógnitas, que ahora pueden salir a la luz en este nuevo marco, se encuentra la posible existencia de una grabación de los hechos por los que se investiga a los acusados. “Para nosotros, la grabación no existe”, afirma Rubén Sanz, Ruba, de 24 años, capitán de la Arandina. “Me ha preguntado mucha gente si teníamos fotos o vídeos. No nos ha llegado nada a nosotros por parte de los que eran nuestros compañeros. Si hubiera vídeo, es como todo… Vídeos y fotos así están corriendo todos los días por las redes y si no es por ellos, llegaría por otro lado si ellos lo hubieran pasado”, asegura el jugador nacido en Aranda y el más veterano del equipo con cuatro años de antigüedad, que al comenzar a entrenarse a las 17.00 dejaba a sus compañeros declarando y a la salida conocía el decisión de la jueza de mandarlos a prisión provisional. "Nunca había habido síntomas de cosas raras. Al final parece que han cometido un error y lo van a tener que pagar”, expresa. “Nosotros no podemos hacer nada. La que lo ha estudiado y está en el caso es la jueza y habrá visto lo que haya visto, y escuchado a las distintas partes. Y los ha enviado a prisión”, añade. “No sé si han sido mis compañeros los que han ido a buscarla a ella, pero el error lo han cometido ellos al dar ese paso adelante”.
Espera en los juzgados
Las horas en las que la ciudad contuvo la respiración fueron las mismas que emplearon la víctima y los acusados en prestar declaración, especialmente los futbolistas, que estuvieron casi cinco horas en la sala de la segunda planta de los juzgados. En ese tiempo, el frío de la mañana y la neblina gris dieron paso a un mediodía de fina lluvia intermitente, que se alargó hasta la tarde. Vecinos, jugadores de la Arandina y amigos de los detenidos, por citar a los identificados, fueron poblando la calle Santiago, donde se encuentran los juzgados, a la espera de la llegada de los acusados y de novedades. Pocos sabían algo o querían hablar, pero sus cábalas apuntaban a lo que poco después se certificó judicialmente, sobre todo cuando en sus reflexiones mencionaban el dato más grave del suceso: la víctima es una menor de solo 15 años.
Las informaciones de fuentes próximas a la causa difundidas desde el martes también reforzaban esa posibilidad: la chica había llegado al piso de los futbolistas y una vez allí “no quiso seguir con la propuesta y la forzaron, y ella dice que se sometió para evitar males mayores”, lo que esboza un caso parecido al de La Manada de los Sanfermines, con el agravante de que la víctima es una menor.
En el entorno de los detenidos está instalada la incredulidad. “Por los demás no pongo la mano en el fuego, no los conozco, pero por Víctor sí”, decía un joven que aseguraba ser amigo del detenido desde la infancia. “Es imposible”, añadía. Le acompañaban una decena de amigos que frecuentaban la cafetería más cercana para descontar las horas. No muy lejos, Pedro García, presidente de la Arandina, de 71 años, volvía una jornada más al bar cercano a su casa donde ha estado atendiendo a los medios desde que saltó la noticia. Dueño de una empresa de bodegas, el dirigente del club, que se apoya en una muleta por una reciente operación de cadera, cuenta que cuando se enteró, le temblaron las piernas, y repite que si la jueza los manda a la cárcel, pueden darse por expulsados del club. Poco después, tras conocer la decisión y reunirse con la directiva, cumplió con su palabra: “Ante la gravedad de las imputaciones judiciales a los jugadores de la Arandina CF (Lucho, Viti y Calvo) el club comunica que dichos jugadores causan baja de forma inmediata y definitiva de la disciplina de la Arandina CF”, se leía en el comunicado. “La Arandina manifiesta nuestra máxima condena y repulsa a cualquier acto de violencia de tipo sexual, poniéndose a disposición de la familia de la menor para todo lo que necesiten”, añadía la nota.
Pedro García explica que al principio no sabía quién era la víctima, pero que cuando se lo detallaron recordó que su madre en varias ocasiones se le había acercado en la calle para interesarse por el equipo: “Este domingo tenemos que ganar”, animaba ella, que vive muy cerca del lugar donde su hija fue presuntamente agredida.
El presidente quiere subrayar que el club condena la violencia machista y que su código disciplinario es muy duro, pero lamenta que no puede hacer nada cuando los futbolistas tienen tantas horas libres que son imposibles de controlar. Sobre la existencia de la grabación, el empresario dice que empezó a oír de ella a los medios y que ha preguntado a los futbolistas del club y nadie la tiene: “Yo he preguntado en el club, si me han mentido, me han mentido. Pero no lo tiene nadie. Si lo tiene puede ser algún amigo de ellos, pero… Yo creo que no existe esa grabación, aunque ya no puedes poner la mano en el fuego”.
Después de la conversación con EL PAÍS, el presidente se adentra en el bar San Francisco, situado en el bajo del mismo edificio donde los acusados tienen la vivienda en la que habrían cometido la agresión, un piso facilitado por el club. García va a echar una partida con otros vecinos. Ocurre unas horas antes de que el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León difunda la decisión de la jueza. Ese momento en el que silencio, ahora ya en plenitud, vuelve a la todavía fría y ya oscura calle de Aranda de Duero.
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