España y las bolas ‘marcadas’ de Moscú

El cálculo matemático avanzado ha permitido a los científicos resolver complejas ecuaciones en décimas de segundo, al mismo tiempo que ha liberado al ser humano de a pie de tareas mucho menos enrevesadas pero indiciariamente engorrosas como planificar y ejecutar cualquier tipo de sorteo. Mucho más los que tienen lugar en el mundo del fútbol, un universo muy poco científico, pero que, sin embargo, es capaz de recurrir a la química -las bolas calientes son todo un clásico- para intentar encontrar la lógica a lo que un algoritmo dictamina desde la frialdad más absoluta.

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Este viernes tendrá lugar el sorteo del Mundial en Moscú (16.00, Cuatro), donde las 32 selecciones clasificadas serán repartidas en los ocho grupos que compondrán la primera fase del Mundial de Rusia. La FIFA llevará a cabo esa distribución utilizando el mismo sistema que el empleado por la UEFA en el sorteo de la Liga de Campeones. Un método que plantea una serie de condicionantes matemáticos que amplían y reducen el porcentaje de probabilidades de encuentro entre unas selecciones y otras y que ha generado controversia entre distintos matemáticos.

El hecho de que Rusia quede al margen del sorteo por tratarse de la anfitriona, teniendo además la consideración de cabeza de serie, unido al empleo del cuestionado ránking FIFA para la designación de las otras siete selecciones primer bombo, y a la determinación de que ningún grupo esté compuesto por dos selecciones de la misma confederación a excepción de la europea -cuenta con 14 representantes, lo que provocará que haya varios con al menos dos-, genera unas variaciones matemáticas que desequilibran el sorteo. Una de las principales perjudicadas por esta circunstancia es España, que partiendo desde el bombo dos del sorteo -habrá cuatro, con ocho nombres en cada uno-, al no ser considerada como cabeza de serie (es décima en la clasificación general), tiene un 40% de posibilidades de quedar encuadrada con Brasil o Argentina.

Las simulaciones realizadas alrededor del sorteo contemplan que de quedar España emparejada con alguna de las dos selecciones sudamericanas, los otros dos rivales más probables (los que se extraerán de los bombos 3 y 4) serían Dinamarca, Islandia o Suecia en el primer caso, con un 17,5% de opciones cada una, y Serbia en el segundo, con un 16%. De partida, Brasil y Argentina doblan en probabilidades a Rusia, Alemania, Portugal, Bélgica, Polonia y Francia, cada una con un 10%, en el primer bombo, mientras que Costa Rica manda en el tercero con un 17%, del mismo modo que Panamá en el cuarto, con un 16%.

“Hay que estar preparado para lo que llegue y afrontarlo con todo desde el minuto uno. Estoy convencido de que nos va a tocar el grupo más fuerte, tenemos muchas probabilidades de ello”, reconoció ayer el seleccionador Julen Lopetegui, en una entrevista en el diario Marca.

Brasil y España se han encontrado en la fase de grupos a lo largo de su historia en los Mundiales de México 1986, Argentina 1978, Chile 1962 e Italia 1934, aunque en este último no existía esta liguilla previa, sino que se disputaron automáticamente los octavos de final. Del otro lado, la suerte solo ha deparado un encuentro en este punto de la competición entre La Roja y Argentina, y que tuvo lugar en el Mundial de Inglaterra en 1966. El balance general para España en los nueve encuentros frente a la Canarinha es de cinco derrotas, dos empates y dos victorias, mientras que en las 13 ocasiones en las que se ha medido con la Albiceleste ha perdido en seis de ellas, empatado dos y ganado cinco.

De las 29 selecciones con las que ha compartido grupo España en los 14 Mundiales que ha disputado, la más repetida, además de Brasil, ha sido Chile, con tres emparejamientos. Le siguen con dos Suiza, Honduras, Paraguay, Sudáfrica, Alemania (incluyendo a la Alemania Federal), Corea del Sur e Irlanda del Norte. A medida que se vayan extrayendo las primeras bolas, el cálculo de probabilidades del resto de rivales variará atendiendo al criterio geográfico aplicado por la FIFA y que el sistema informático irá adaptando (de ahí la fluctuación de los porcentajes), llegando a excluirse en determinadas situaciones a algunos equipos.

La suerte, etérea en origen, se encuentra cada vez más rodeada por ecuaciones, variables y algoritmos. Aun así, el principio azaroso de extraer una bola se mantiene todavía como fuerza suprema. De ahí que España, aunque le acechen nubarrones en el horizonte, pueda ver el sol siempre que una de esas bolas que acapararán la atención en el Palacio del Kremblin no lo tape.