Venus Williams vence a Ostapenko en el despropósito
La estadounidense sobrevive en el torneo después de un partido loco: el 7-5, 6-7 y 7-5 definitivo reflejó 20 'breaks' y 69 errores no forzados. Con 3h 13m, es el tercero más largo en la historia del evento 'maestro'
Quien lea los dígitos del marcador (7-5, 6-7 y 7-5) y la duración (3h 13m), a primer golpe de vista tal vez pueda pensar que Venus Williams, la vencedora final, y Jelena Ostapenko, la joven que está dando y dará mucho más que hablar, disputaron este martes un magnífico partido en Singapur. Si es así, se equivocan, porque hubo emoción y tensión durante toda la tarde, sí, pero en el fondo el choque terminó convirtiéndose en un despropósito reflejado en los 20 breaks finales y los 69 errores que rubricaron entre las dos. Y entre un fallo y otro, entre los deméritos de la una y la otra, la que salió airosa fue la veterana, Venus (37), que estaba obligada a ganar a la nobel Ostapenko (20) para no quedar apeada definitivamente del torneo.
Triunfó la estadounidense, sí, y se lo pasó de fábula el aficionado asiático, también, pero entre las dos condujeron el partido hacia la desesperación, porque si una no atinaba la otra tampoco, y viceversa; si una le rompía el saque a la otra, venía la réplica; y si a una se le desviaba el punto de mira o subía alocadamente a la red, a la otra la pelota se le iba todavía más o dejaba un hueco todavía más grande. Así de intenso, de errático y de crudo fue el pulso que comenzó a las 19.30, en hora local, y se cerró a las 22.55, dilatándose a más no poder y forzando a Garbiñe Muguruza y Karolina Pliskova, las otras dos integrantes del Grupo Blanco, a medir sus fuerzas en la sesión golfa.
Como la balanza no se decantaba ni de un lado ni otra y como todo era un carrusel de imprecisiones, a algunos asistentes se les saltaba la risilla fácil, fruto de la incredulidad. Y eso que el inicio no transmitió la sensación de que se iba a convertir el duelo en un maratón, porque Ostapenko estaba fresca y pegaba duro, y Venus, con su propuesta apática de estos días, parecía que se iba a entregar sin oponer excesiva resistencia, dando por bueno ya el hecho de haberse clasificado para el Masters. Sin embargo, la mayor de las Williams reaccionó, se despertó su orgullo y entonces comenzó una carrera de larga, larguísima distancia.
De hecho, nunca en toda la historia del torneo se habían disputado tantos juegos (37) y solo una vez, en 2014 (Wozniacki-Sharapova, 3h 14m), se había presenciado un partido más extenso en Singapur, sede de las WTA Finals desde hace tres años. No se quedó demasiado lejos la velada de aquella que registró la marca histórica de la Copa de Maestras, protagonizada por la polaca Agnieszka Radwanska y la italiana Sara Errani en 2012. Entonces, en Estambul, se resumió la historia en el 6-7, 7-5 y 6-4 definitivo, después de 3h 29m.
El estreno de Venus en el Masters, hace 18 años
Esta vez, Venus se impuso porque tuvo más temple y fue un poco más inteligente que la letona, 17 años menor que ella y con tantísimo descaro que convierte cada tiro en un cara o cruz. La había podido sentenciar la estadounidense en el segundo set, cuando tuvo un match point, pero no se concretó la opción y el desenfreno fue prolongándose. Al final, 20 roturas de servicio, 11 a favor de Venus y 9 de Ostapenko, y una ristra de errores. La impetuosa veinteañera cayó eliminada y la que se llevó el gato al agua fue la norteamericana, ducha ella, y sorprendentemente resistente esta vez porque a su depósito ya le va quedando poquita gasolina.
Venus, que puso por primera vez el pie en las Finals en 1999 y es la única participante que sabe lo que es elevar el cetro (2008), ganó y compensó la derrota del primer día contra Pliskova; por lo tanto, conservó sus opciones de pasar a las semifinales. Dio de sí el partido, tanto que ya lo recogen los anales. Ahora bien, que nadie se equivoque: la hermosa tarde se convirtió en una noche calamitosa.
VENUS, ANTE LOS PERIODISTAS: UN MINUTO, TRES PREGUNTAS Y 34 PALABRAS COMO RESPUESTA
Más allá del esfuerzo que llevó a cabo, Venus Williams volvió a exhibir una actitud extremadamente despreocupada ante los periodistas. La que fuera número uno no acostumbra a extenderse nunca en sus comparecencias, pero en Singapur ha economizado tanto su discruso que ayer este quedó reducido a la mínima expresión: un minuto, tres preguntas, 34 palabras.
– ¿Qué te satisface más, Venus, ganar partidos como este o hacerlo de un modo más sencillo?, le preguntaron de arranque.
– Una victoria es una victoria. Eso es todo lo que puedo decir.
– ¿Cómo sobreviviste a este?
– Realmente no estoy segura. Quizá fue solo un poco de suerte. ¿Quién sabe? Pero ahora pienso en el próximo partido.
– ¿Qué pensabas durante el último punto?
– En intentar ganar el punto.
Eso fue todo.
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