Augusto y la jerarquía perdida del Atlético
El mediocentro rojiblanco puede reaparecer en Vigo ante su antiguo equipo trece meses después de destrozarse la rodilla derecha
“Le necesitamos”, contesta Cholo Simeone cuando le preguntan por Augusto Fernández. A partir de ahí recita los valores que ve en su compatriota: “Claridad en el juego, entusiasmo, ilusión…”. Y culmina con el que quizás más valore el técnico argentino, con el que precisa este Atlético en dudas que encadena una derrota y tres empates desde que hace un mes superó al Sevilla. “Jerarquía”. Con Gabi lejos de su mejor versión, mientras acaba de llegar Thomas, y con Koke todavía fuera del equipo por sus problemas musculares, Augusto está llamado a asumir el papel que Simeone le entregó durante tanto tiempo a Tiago, retirado del fútbol el pasado verano y ahora integrado en su cuerpo técnico. El Cholo ve en Augusto una suerte de valido, un hombre de confianza para llevar su gobierno de la banda al verde. Ocurre que no juega un partido de liga completo desde hace año y medio, apenas se dejó ver en un par de amistosos en verano tras destrozarse la rodilla derecha después de un mal giro en septiembre de 2016. Cuando hace un mes y medio estaba en la rampa de lanzamiento atendió la llamada de Jorge Sampaoli para integrarse en la selección argentina. Y allí volvió a lesionarse en los isquiotibales de la pierna derecha, un peaje tras tanto tiempo parado. “Ahora está mejor, creciendo y con posibilidades claras de participar contra el Celta”, explica Simeone. Vigo no es para Augusto un lugar cualquiera para regresar.
Hace dos años era el capitán del Celta, había firmado un contrato hasta junio de 2019 y sentía que se había ganado el respeto de la gente, palpaba su importancia en el vestuario de un equipo que emergía y en el que se había afianzado en un rol novedoso, de ir y venir por la banda derecha a ejercer como metrónomo por delante de la defensa. Se reinventó Augusto Fernández bajo la dirección de Eduardo Berizzo, se afianzó de tal manera en el juego a dos toques que recibió una llamada ante la que no pudo mirar a otro lado, aún a mitad de temporada. Simeone le reclutó después de que Tiago se partiese la tibia tras un desafortunado choque contra Marco Asensio. Ya habían coincidido en River Plate, así que al contrario de lo que suele suceder con la mayoría de incorporaciones que comienzan a trabajar con el Cholo, Augusto llegó con bastante mili hecha. Le dieron una camiseta y se puso a jugar, seis titularidades consecutivas en el mes de enero de 2016, hasta que en un partido en el Camp Nou se produjo una rotura parcial de un ligamento de la rodilla izquierda. Le dijeron que debía estar un mes y medio de baja médica y en 23 días se ganó el alta. Jugó 18 partidos más, incluido el de la final de la Liga de Campeones en Milán, hasta que en septiembre le crujió la otra rodilla, una rotura completa del cruzado anterior y afectación meniscal y en el ligamento lateral externo. Un estropicio.
Ahí sí que se demoraron los plazos, el cartílago de la rodilla también se había dañado y necesitó de otra posterior intervención para realizar un novedoso autoimplante celular. Han pasado casi trece meses desde que el Calderón emmudeció en aquel partido contra el Deportivo, un episodio más en la vida de un tipo forjado en el esfuerzo, criado en Pergamino, un enclave en la ruta entre Buenos Aires y Rosario, instalado en una fértil comarca agrícola, la capital nacional de la semilla, le dicen allí. Con 12 años se instaló en la residencia de River Plate, se alejó de los suyos para sembrar sus opciones de ser futbolista. “No negocio la entrega y el sacrificio, pero sobre todo me tengo mucha fe”, anunció cuando llegó al Atlético. Dos duras lesiones de rodilla no le han podido parar. Tiene la voluntad de convertirse en referencia del centro del campo del Atlético, de volver a intentarlo con un reinicio en un escenario especial del que se marchó emocionado tras un partido contra el Almería cuando ya había decidido partir hacia Madrid.
Enfrente encontrará Augusto a muchos de sus antiguos compañeros, a un Celta exuberante en ataque y más con el regreso tras sanción del goleador uruguayo Maxi Gómez, ausente por sanción en Las Palmas, la noche en la que Iago Aspas regresó al eje del ataque y anotó el primer triplete de su carrera. “Ojalá en todas las posiciones tuviese ese problema. La posibilidad de alternar es interesante para un entrenador”, asegura Juan Carlos Unzué, enfrascado en resolver los problemas atrás de un equipo que en ocho jornadas ha dejado escapar diez puntos tars adelantarse en el marcador. Si los hubiese amarrado estaría a un punto del líder y cinco sobre el Atlético.
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