Dos porteros al rescate en el empate entre el Real Madrid y el Tottenham
Navas y Lloris, con una gran noche, sostienen a sus equipos en un duelo sin freno, de ida y vuelta y bastante equilibrado
Cuerpo a cuerpo, como dos esgrimistas, Real Madrid y Tottenham sellaron un partido pendular. Un duelo con muchas curvas, sin que ninguno de los contendientes lograra atornillar del todo el choque. Golpe a golpe, donde se esperaba a CR y Kane, cabezas de cartel, irrumpieron Lloris y Keylor, sostenes de unos y otros, con paradas y paradones. No se arrugaron los ingleses y a los madridistas les faltó algo de poso, mayor temple en algunos momentos.
Zidane se inclinó por el equipo de la final de Cardiff, con la única salvedad de Achraf por el lesionado Carvajal. Todo un guiño al internacional marroquí, ya en la Champions League pocos días de cumplir 19 años. Fue precisamente el jovenzuelo, solvente toda la jornada, quien hizo despegar el Real Madrid iniciático, el que colonizó en el primer cuarto a su rival. Con Achraf como agitador llegó un cabezazo de Cristiano al poste izquierdo de Lloris. El rechace le cayó a Benzema, al que se le escapó el disparo a puerta abierta. No se habían cumplido los cinco minutos y se advertía un Real Madrid mandón, didáctico con la pelota. Ahogado el Tottenham en el perímetro de Lloris, con muchos embrollos para gestionar siquiera un par de pases, una jugada de escuadra y cartabón entre Achraf y Benzema derivó en un remate cruzado de CR que se alejó de la red por un palmo. Con tres centrales, uno de ellos el improvisado Dier, un medio centro, el conjunto británico no daba con el hilo en el medio.
Cuando la trama era blanca, un córner de los ingleses alteró el guión. Kane, con un cabezazo que hizo botar el balón en el césped, puso en alerta a Keylor, obligado a una excelente parada. La acción, lejos de quedarse en una jugada aislada, sacudió el partido. Para bien del cuadro de Pochettino y para mal del de Zidane. En un parpadeo, el Real Madrid coral e invasivo en el terreno inglés se volvió un equipo largo, agrietado. Un brindis para los Spurs, que dieron con Erikssen y Kane, su mejor sustento. Una gran maniobra del ariete contra Sergio Ramos dejó a Llorente —titular por primera vez desde que le reclutara este verano el Tottenham— en la sala de espera del gol. Casemiro intervino como un centurión y tras desviar la pelota arrolló al riojano. Sin mucho tiempo para la protesta, Aurier buscó a Kane con un centro combado desde la banda. El inglés, cuyos sutiles y potentes pies desmienten su tosca apariencia, recurrió al golpeo de espuela cuando tenía medio flequillo en fuera de juego. No alcanzó el balón, pero este rebotó en el desdichado Varane.
Ante un mal trago, al Real Madrid le tocaba enfundarse de nuevo el traje del arranque, el que le había permitido gobernar en campo rival. Isco, hasta entonces sin mucho foco, apareció como bisagra en apoyo de Modric y del más animado Benzema. Una pared del francés con Kroos al asalto del área propició el empate. El alemán, con Aurier por medio, sufrió un repentino mareo. Picó el árbitro y CR igualó de penalti.
El intermedio dio paso a un choque sin frenos capitalizado por los dos guardametas. El partido se quedó sin estribos. Un duelo de ida y vuelta, nada de diques salvo Lloris y Keylor, encumbrados el uno y el otro. Descontrolado el juego se sucedieron las oportunidades, algunas muy claras y otras clarísimas. Por encima de todas, un cabezazo de Benzema en las narices de compatriota Lloris, que rechazó la pelota con la puntera de la bota izquierda. Un milagro. El capitán de Francia también se agigantó ante dos estacazos de Cristiano.
Del Real Madrid a un meñique del gol, al Tottenham a un dedo de la segunda diana. A Kane, delantero de meritoria reputación, le frustró Keylor con una estirada que le alcanzó para llegar al balón con las uñas. Erikssen, poco después, también le hizo volar con éxito. Los técnicos movieron el cesto, pero los cambios no variaron el rumbo. Ninguno se encogió hasta que se cerró un reto muy equilibrado en una noche de porteros.
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