El año que ha cambiado la vida de Jon Rahm
El golfista vasco, de 22 años, cierra el curso en el circuito estadounidense como quinto del mundo
Rahm es un apellido extraño en Barrika, el pueblo de Vizcaya donde Jon creció con sus padres, Edorta y Ángela, y su hermano Eriz. Ni siquiera la familia del golfista vasco sabe del todo su procedencia exacta, porque un incendio en una iglesia destruyó los documentos que hablaban, creen ellos, de un comerciante suizo que llegó a Bilbao sobre 1820.
Sabin, el abuelo de Jon, hizo conocido aquello que sonaba extraño: fue 33 años delegado del Athletic. Y ha sido el nieto golfista el que ha hecho no ya extraño ni conocido, sino famoso más allá de las fronteras, el apellido Rahm. Jon, que ha heredado el amor incondicional por el Athletic, cerró el domingo su temporada en el circuito estadounidense, su primer curso completo como profesional entre los mejores del mundo. El resultado ha superado las propias expectativas de alguien que se cree destinado a ser el mejor golfista del planeta: quinto clasificado en la clasificación mundial, quinto en la FedEX Cup que ganó Justin Thomas, una victoria en el PGA (Farmers Insurance Open), 11 top ten en 23 torneos y más de seis millones de dólares en ganancias.
La realidad ha sido mejor que cualquier sueño de este hombretón de 22 años. “Estoy aprendiendo a cómo vivir esta nueva vida”, dijo hace unos días a El Correo. Su manera de hablar, de comportarse, es ya la de alguien acostumbrado a los focos, aunque sea casi un novato. Las comparaciones con Jack Nicklaus, con Tiger Woods, con Seve Ballesteros sobre todo, por ese carácter tan volcánico de ambos, no han conseguido sino hacerle sacar más pecho.
Solo Tiger, Sergio García, Jordan Spieth y Rory McIlroy lograron subir más jóvenes que Rahm (22 años y nueve meses) al número cinco mundial. Aunque estar por las nubes pueda traer también algún ataque de vértigo. Por eso, para dejarle los pies sobre la tierra, sus padres, su hermano y su novia, Kelley Cahill, una lanzadora de jabalina a la que conoció en una fiesta de disfraces en la Universidad de Arizona, le acompañan a menudo en los torneos.
Preparador mental
Ese pensar a lo grande le ha castigado precisamente en los majors: un 27º puesto en el Masters, un corte fallado en el US Open, 44º en el British y 58º en el PGA han dejado la sensación de que es capaz de volar más alto. Fue en el segundo de ellos cuando hubo un punto de inflexión y meditó sobre su comportamiento, en ocasiones fuera de control, en un campo de golf. El mismo Rahm admite que no siempre ha sido el ejemplo que se supone ha de ser un profesional, y más uno con la repercusión que el vasco ha alcanzado en tan poco tiempo.
En esos momentos de furia ha sonado a cualquier hora el teléfono de Joseba del Carmen, su preparador mental, con quien ha replanteado sobre la marcha los objetivos de la temporada porque ha quemado etapas demasiado deprisa. “Jon tiene muy claro cómo se siente”, explica Del Carmen, “esa es su fortaleza interior, lo que le hace especial. Está decidido a ser el mejor del mundo, el número uno”.
Triunfador en las Américas, Jon tiene previsto disputar en octubre el Open de Italia (del 12 al 15), el Andalucía Valderrama Masters (19-22) y el WGC HSBC Champions en Shanghái (26-29), y en noviembre el DP World Tour Championship en Dubái. A finales de año volverá a Bilbao, a Barrika, allí donde empezó todo, donde el apellido Rahm ya no suena extraño.
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