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Última pugna por el podio y por Navarro

España se aferra a su era de excelencia ante Rusia para conseguir el bronce europeo en el duelo de despedida de su capitán

Robert Álvarez
Los compañeros de Navarro le aplauden durante su rueda de prensa.
Los compañeros de Navarro le aplauden durante su rueda de prensa.Juan Carlos Hidalgo (EFE)

La encrucijada del baloncesto español pasa por Estambul, la misma ciudad donde una de las mejores selecciones en la historia del baloncesto europeo se estrenó en el podio en 2001. Pau Gasol y Juan Carlos Navarro abrían entonces una era llena de éxitos, con la inercia de la medalla de plata obtenida en 1999 por sus antecesores en Francia. Hoy, de nuevo en Estambul, Navarro, a sus 37 años, dice adiós a la selección en un partido en el que España y Rusia compiten por la medalla de bronce (16.00, Cuatro). Coincide un duelo de altísima exigencia competitiva con la despedida del capitán, un jugador tan admirado que hasta compañeros ya talluditos como San Emeterio presumen de tener firmada la camiseta de su etapa en los Grizzlies, mientras que Marc Gasol mantiene que no se lo acabará de creer hasta que se juegue un partido y no vea a Juanqui en la cancha.

Scariolo deberá agitar la coctelera anímica de un equipo ansioso por quitarse la espina de la abultada derrota ante Eslovenia (92-72), por cerrar el campeonato con buen sabor de boca y con una medalla al cuello y por dedicarle a su capitán una despedida a la altura de su leyenda. Pero Rusia se adivina como un rival que no está precisamente para fiestas, sino focalizado en consumar su vuelta a los puestos de vanguardia del baloncesto europeo después de cuatro años de mediocridad, cuando no directamente desaparecida como en los Juegos de Río y en el Mundial de España.

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Scariolo, preguntado por la carga anímica con la que afronta el partido, sacó a colación una frase de la película Million Dollar Baby, “Quien boxea solo con corazón, solo recibe una paliza”. “Nos medimos a un rival con jugadores con mucho talento. Tenemos que ofrecer nuestra mejor versión, sobre todo defensiva. Intensidad, tensión competitiva, dureza. Ése es el camino”, arenga el seleccionador. “Y a partir de ahí, que los tiros puedan entrar, sobre todo los tiros liberados. Y asegurarnos un porcentaje al nivel de los primeros siete partidos para jugar con cierta fluidez y para que el rival no ataque la pintura como han intentado casi todos”.

El líder del equipo ruso, Alexey Shved, el jugador mejor pagado de Europa, es el máximo anotador del torneo con una media de 25,1 puntos. Propulsada por el exjugador de la NBA, de 28 años, la selección que dirige el exbase Sergey Bazarevich, ha causado muy buena impresión. Eliminó a Croacia y Grecia y no pudo con Serbia en la semifinal (77-89), pero tuvo alguna opción de victoria, con 26 puntos de Shved. Junto a Mozgov, el pívot de 2,16 metros que juega en los Brooklyn Nets, forma el tándem sobre el que se asienta la fortaleza de un equipo con mayoría de jugadores del CSKA como Dmitry Kulagin, Vorontsevich, Fridzon y Kurbanov, además de Khvostov (Lokomotiv).

Scariolo se centró en Shved: “Recibe faltas, genera asistencias y tiene imprevisibilidad, sea en el tiro de tres o en las penetraciones. Está en un momento extremadamente dulce. Nunca le he visto jugar con esta continuidad. Pero centrarnos excesivamente en él, supondría dar muchas opciones a Mozgov, tendría un efecto bumerán”. El seleccionador expresó un deseo: “Nos gustaría terminar el campeonato con la cabeza muy alta, con un gran partido, y poder regalar esta alegría a Juan Carlos y a los aficionados”. Conseguirlo supondría la decimotercera medalla de España en un Europeo, la sexta seguida, la excelencia instalada en el podio.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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