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Argentina seduce a la Fórmula 1 a 20 años de su último Gran Premio

La FIA analiza disputar una fecha en Buenos Aires en 2019

La Ferrari de Sebastián Vettel sale de boxes en un entrenamiento en Singapur.
La Ferrari de Sebastián Vettel sale de boxes en un entrenamiento en Singapur.EFE
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“La idea es tener un circuito más rápido que el de los 90”. La frase, dicha en Argentina, bien podría ser de un analista económico. Sin embargo, es del director de prueba y delegado de seguridad de la Fórmula 1, Charlie Whiting, luego de una visita privada que hizo al autódromo de Buenos Aires para evaluar el circuito, de cara a un posible regreso de la máxima categoría en febrero de 2019. Sería la vuelta de los monoplazas al sur del mundo luego del recordado 12 de abril de 1998, cuando Michael Schumacher completó las 72 vueltas del circuito en poco menos de dos horas. El alemán ya era el rey de la F1, y lo sería hasta su primer retiro, en 2006.

El trazado número 6 del autódromo de Buenos Aires, llamado Oscar y Juan Gálvez en memoria de las dos primeras glorias del deporte motor en Argentina, resultó perfecto para los organizadores de la F1 en aquella época. Ayudaron sus 4.259 metros repletos de curvas, chicanas y bajadas que garantizaban una velocidad media, acorde al contexto histórico, cuando permanecía vigente el estupor por la muerte de Ayrton Senna (el 1 de mayo de 1994) y, sobre todo, la investigación en torno a ella. Pero esos tiempos quedaron atrás y hoy la categoría apuesta por mayor velocidad. De realizarse la vuelta a Buenos Aires, se correría en un circuito armado especialmente, de casi 6.000 metros y con dos largas rectas, que convertirían al trazado en uno de los más rápidos del calendario.

“Fui al circuito y escribí un reporte sobre lo que se tiene que hacer. Ahora depende de los promotores el poder hacerlo. Como cualquier trazado que no ha tenido a la Fórmula 1 en 20 años, hay que tener una serie de cosas, no gran cosa. Hay que reasfaltar, nuevos muros y esas cosas”, aseguró Whiting en el canal F1 Latinoamérica tras el Gran Premio de Monza. “Lo principal sería hacer el circuito más atractivo usando la rectas antiguas y eso lo haría fantástico para la Fórmula 1. La idea es tener un circuito más rápido que el de los 90. Si al final consiguen el visto bueno, podemos tener una carrera en 2019”, completó.

Las negociaciones para que la F1 regrese a Argentina llevan tres años. En ese tiempo, el Rally Dakar se ha consolidado en el Cono Sur, con gran éxito de audiencia y atractivas competencias. Esa repercusión podría duplicarse si se tratase de la F1, muy popular en Argentina desde la primera Copa Perón, en 1952, ganada por el prestigioso Juan Manuel Fangio. El Gran Premio de Argentina se corrió en forma ininterrumpida hasta 1960. El retiro de Fango y la caída de Perón vaciaron el tanque organizativo. En 1972, en parte gracias al desempeño del piloto local Carlos Reutemann, la F1 regresó a Argentina, hasta 1981. En 1974, Reutemann estuvo cerca de ganar, pero en la última vuelta, su Brabham BT-44 Cosworth, quedó sin combustible y el argentino sufrió una derrota que lo ridiculizó durante años. “Nunca superé la tristeza de no haber podido ganar en mi país”, expresó alguna vez.

En 1995, cuando Reutemann concluía su primera etapa como gobernador de la provincia de Santa Fe (tuvo dos ciclos), la F1 regresó a Argentina, aunque sin resultados positivos desde lo comercial, por lo que sólo duró tres años. Esteban Tuero, el último piloto argentino que corrió en Fórmula 1 en el país, dijo a este diario: “Con los años se van borrando los recuerdos pero tengo muy presente que, aquella de 1998, fue una carrera distinta al resto del campeonato. Tenía 19 años y fue la carrera anterior a Imola, la mejor del año, cuando terminé octavo. El autódromo estaba lleno y todos estaban pendientes de lo que hacía yo, a diferencia de otras pistas. Desde Reutemann que no había un argentino corriendo en F1 y muchos creían que con un Minardi podía llegar a dar pelea. Había mucha expectativa”. Tuero terminó en la 23a posición por la rotura de una suspensión.

“Me encantaría que vuelva pero yo lo veo un poco lejano”, opinó Tuero, “o por lo menos no tan a corto plazo. Pero las decisiones políticas hacen que se aceleren los procesos y si hacen las inversiones que hacen falta puede ser. Hay muchos países pujando por un lugar desde lugares más difíciles. Estando en Sudamérica nos puede ayudar, porque las escuderías ya hacen el gasto viniendo a Brasil”. Sin embargo, las chances de un tercer retorno parecen crecer ahora que Bernie Ecclestone ya no está al mando, pero sobre todo si se concreta el retiro del piloto Felipe Massa, dado que la carrera que se disputa de manera ininterrumpida desde 1973 en Brasil podría desaparecer del calendario.

“Se presentó un boceto de un posible trazado a Charlie Whiting. Lo miró, lo evaluó, lo caminó y dio algunas sugerencias para modificar ciertas cosas, que no son muy significativas”, dijo a EL PAÍS Diego Mesa, de la subcomisión de Seguridad y Circuitos del Automóvil Club Argentino (ACA). Sólo restaría que venga gente de la Fórmula 1 para que revise lo concerniente a boxes y torre de control. Esta última es una reforma que todos reconocen necesaria, venga o no la máxima categoría. Luego, los detalles de último momento como defensas, alambre para el público y disposición de tribunas tubulares, similares a las del Gran Premio de Barcelona. La obra más importante sería la del reasfaltado, que demandaría entre ocho meses y un año.

Allá por 1995, Diego Mesa trabajó en la calle de boxes. Fue un asistente de control al que las cosas se le complicaron por la copiosa lluvia que cayó durante todo el fin de semana sobre Buenos Aires. El día de la carrera tuvo un privilegio que todavía recuerda: “Tuve que hacer de juez de largada y me tocó largar a Mika Hakkinnen, que corría para McLaren y estaba muy enojado porque tuvo que largar penalizado. En medio de todo eso recuerdo que vi venir a Jean Alesi, todavía más enojado, corriendo desde la curva 1 a buscar su auto muletto. En ese momento, cuando apareció Alesi, se escuchó el estruendo del público, que fue terrible”. A casi dos décadas de ese recuerdo, el hombre sigue ilusionado: “Nos tenemos que quedar con el ‘no es imposible’ que nos dijo Charlie mientras caminábamos por el Gálvez”.

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