Simeone renueva hasta 2020 como entrenador del Atlético de Madrid

El historial de los últimos acuerdos entre Diego Pablo Simeone y el Atlético de Madrid dibujan una relación contractual de acordeón. Una renovación firmada en febrero de 2015 hasta 2020, una posterior reducción en el verano de 2016 hasta 2018 y el martes, anunciada por el club, otra ampliación de contrato de nuevo hasta 2020. Parte de la explicación a esos desconcertantes vaivenes temporales en la vigencia temporal de los contratos del técnico argentino tienen una vertiente económica y otra anímico-deportiva. La reducción de la vinculación pactada poco antes del inicio de la temporada pasada en Buenos Aires en parte respondió a que el Atlético no quería asumir en aquel momento el riesgo de garantizar económicamente los cuatro años que restaban por cumplirse. Aunque entonces se aumentaron los emolumentos del técnico, primaba el equilibrio financiero con menos pagos comprometidos. El club estaba y está inmerso en costosas renovaciones para mantener a sus mejores jugadores y en la fuerte inversión del traslado al Wanda Metropolitano.

El propio Simeone, en una entrevista concedida al diario As el pasado mes de marzo, ya dejó entrever parte del motivo de la reducción: “Entendíamos que era lo mejor para mí y para la entidad. Hubo una mejora de contrato también. Entonces está claro que para el club no es tan fácil sostener al entrenador tantos años, porque lo tiene que pagar. Obviamente, pagar menos años es menos dañino”, declaró el técnico.

Fuentes relacionadas con el control del gasto de los clubes de fútbol describen esa operación acordeón como un “ejercicio de responsabilidad de los dirigentes del Atlético”. Ahora, las arcas del club sí parecen estar preparadas para asumir esta nueva vinculación que mantiene con firmeza a Simeone entre los entrenadores mejor pagados de Europa y el mejor remunerado del campeonato español. El Atlético no ha dado a conocer las cifras que el técnico percibirá a partir de ahora, ni tampoco la cláusula de rescisión.

La citada reducción del contrato también estuvo marcada por la sensación de impotencia que tuvo Simeone al acabar la final de la Liga de Campeones en Milán. En aquella incendiaria rueda de prensa, en la que no se atrevió a garantizar su continuidad, se vio a un técnico muy abatido al que le costaba imaginar cómo volver a exprimir a un plantel al que somete a una exigencia diaria y competitiva brutal. El Cholo llegó a pensar que tanto el club como él podían haber tocado techo juntos.

Estabilidad

Esa sensación parece haber desaparecido tras esta nueva ampliación. El club ha desembolsado cerca de 40 millones de euros por Vitolo y está haciendo todo lo posible por contratar a Diego Costa, por el que ya ha ofrecido 45 millones más otros diez en bonus. También sigue muy de cerca los pasos del madridista Marcos Llorente, que acaba contrato en 2018.

Simeone llegó al Atlético en diciembre de 2011. Si se cumple lo firmado hasta 2020 supondría una estancia de ocho años y medio. Ese largo periodo está más en una línea de continuidad que antes marcaban con más asiduidad los clubes ingleses. Ya los seis años que el cuerpo técnico va a cumplir al frente del Atlético el próximo mes de diciembre describen una estabilidad deportiva desconocida en el Atlético en las últimas dos décadas y en el fútbol español en general.

Cuando renovó en 2015, Simeone descartó que sus funciones, además de la de entrenar, tuvieran que ver con las de un mánager inglés. Sin embargo, actúa como tal con frecuencia. Todas las semanas se reúne con Miguel Ángel Gil y con el director deportivo Andrea Berta. Entre los tres planifican todo lo concerniente a las contrataciones de jugadores, los descartes y las renovaciones. Ahí, Simeone tiene una doble tarea con los más veteranos. Por un lado, debe gestionar el día a día de los Gabi, Juanfran, Filipe Godín y Fernando Torres ante el empuje de sus recambios. Por otro, tendrá la última palabra sobre sus renovaciones.