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Atlético de Madrid: dos equipos y una nueva casa

El club rojiblanco afronta una temporada muy compleja condicionado por la sanción FIFA y el traslado al Wanda Metropolitano

Los jugadores del Atlético en el entrenamiento previo al comienzo de La Liga.
Los jugadores del Atlético en el entrenamiento previo al comienzo de La Liga.J.C. Hidalgo (EFE)

El 12 de agosto, en Butarque, en un bolo mañanero y sabatino a las 10.30, Diego Pablo Simeone menea la cabeza de lado a lado. Solo unas horas antes del amistoso en Leganés, en la tarde-noche del 11 de agosto, en Getafe se apreció una escena parecida. A Simeone, cuya nueva renovación hasta 2020 está muy cerca de anunciarse, no le convence lo que ve. Aparenta disconformidad con algunos de los trastabillados circuitos de balón que su equipo trata de desplegar ante el aguerrido y ordenado Leganés. Mismo equipo, mismos problemas. Desde la grada, un aficionado rojiblanco vocea: “¡Cholo, trae ya a Diego Costa!”. Es imposible que Simeone no escuchara la demanda de aquel hincha, ubicado solo un par de metros detrás de su banquillo. El Cholo no se gira, de poder contar con Costa, será a partir de enero. La dirigencia dice esperar una llamada del Chelsea para empezar a concretar la operación una vez que el jugador haya enterrado el hacha de guerra del mobbing contra el club londinense. La consigna generalizada en el cuerpo técnico, en el vestuario y en el club es la de no pensar en los que vendrán hasta enero.

La sanción de la FIFA por el caso de los menores impide al club inscribir jugadores hasta el próximo mercado invernal. Con Vitolo, la otra gran petición del técnico, sucederá lo mismo que con Costa. Habrá un Atlético hasta enero y otro a partir de la llegada de ambos refuerzos. La tesitura puede obligar a Simeone a una gestión delicada, pero deseada por todo técnico, si Torres, Gameiro, Carrasco o Gaitán ofrecen un rendimiento notable en ese primer tramo del curso. ¿Cómo desbancarlos solo por la fuerza del precio de ambos fichajes y por lo que se les presupone que pueden aportar?

Al Atlético, esta temporada se le presenta compleja tanto por la sanción de la FIFA como por el traslado al nuevo estadio, el otro vector que marcará la campaña y el crecimiento del club en los próximos años. La inauguración está fijada para el 16 de septiembre a las 20.45 ante el Málaga si el sorteo de la fase de grupos de la Champions no lo adelanta dos o tres días. Los accesos al Wanda Metropolitano por la M-40 no estarán concluidos, van con 15 días de retraso, y es posible que en lo que concierne al estadio aún queden pequeños detalles por rematar, pero el club confía en poder obtener la licencia de actividad. El estreno será casi a pelo, sin un ensayo general con un amistoso como estaba previsto.

El cambio de estadio ha influido directamente en lo deportivo desde el momento que el Atlético tuvo que solicitar a la LaLiga jugar los tres primeros partidos fuera de casa (Girona, Las Palmas y Valencia) para poder llegar a tiempo al estreno del recinto. La derivada de ese calendario forzado también apunta directamente al viento con el que se estrenará el nuevo Metropolitano. Un inicio tibio que aleje al Atlético de la cabeza demasiado pronto como sucedió el curso pasado puede enfriar un evento tan trascendental en la historia del club. “El año pasado nos costó mucho empezar, fue un golpe duro. No empezamos como deberíamos y la primera parte de la temporada fue irregular. El primer objetivo es ser regulares en este inicio”, advierte Koke.

Este comienzo de la temporada esconde la ventaja para Simeone de poder trabajar con los mismos mimbres. No ha podido explorar las nuevas vías que le ofrecerán Vitolo y Costa, pero tampoco hay un jugador en el plantel que tenga que adaptarse a la exigencia de su metodología y del Profe Ortega. “Somos los mismos del año pasado. Y eso para nosotros es bueno. Salimos fortalecidos”, asegura Diego Godín. “Tenemos gran parte del trabajo ya realizado, nos conocemos todos y la manera de trabajar y de jugar también”, añade Gabi.

Variantes sobre la marcha

El curso pasado, Simeone vio frustrado su intento inicial de amoldar al equipo a un perfil más dominador desde un mayor control de la pelota. En este, comienza con la idea de mantener la estructura sólida y regular con la que le remontó nueve puntos al Sevilla en la segunda vuelta para alcanzar el prioritario tercer puesto. “Siempre me voy enganchando a lo que voy viendo. No soy partidario de una idea absoluta que luego choque con la realidad, prefiero ir resolviendo las situaciones que el equipo necesite. Es la esencia de este equipo desde hace mucho tiempo y no va a cambiar juguemos de la forma que juguemos”, defiende el técnico.

Desde el club se insiste en que la permanencia de Griezmann y Saúl, principalmente, ha sido como salir a fichar al mercado de verano. Ambos se han quedado bajo el amparo de contratos que igualan las cantidades que los grandes clubes de la Premier League estaban dispuestos a ofrecerles. Sobre ellos dos, un mejor inicio de temporada que el anterior de Godín y Gabi, más otro repunte significativo de la progresión de Carrasco, y una mayor aportación goleadora de Torres y Gameiro, recae la responsabilidad de que el Atlético pueda sentirse cerca del Real Madrid y el Barcelona hasta enero. Por encima del juego, el grupo necesita situarse cerca de los dos enemigos a batir para realimentar partido a partido el espíritu competitivo que les ha insuflado Simeone.

Son las 12.15 del 12 de agosto en Butarque y el técnico festeja el 0-1 de su equipo, pese a que el juego no ha acompañado demasiado. Pero el resultado sí y sabe que eso es gasolina mental y física para afrontar una temporada tan compleja.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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