Pau y Ricky ponen a España en otra órbita contra la República Checa

Pau Gasol y Ricky Rubio, la selección española al completo, está en otra órbita en un inicio de campeonato arrasador. La República Checa quedó tan hecha triza como la de Montenegro el día antes, incapaz de sostenerse ante un equipo que arrasa con la aparente facilidad de los grandes de verdad. España, definitivamente, está en otra división. Un día gana por 39 puntos y otro por 37. Resuelve los partidos desde los primeros compases y es capaz de dosificarse sin dejar por ello de aumentar las diferencias y una apabullante sensación de superioridad.

A Pau Gasol le bastaron 20 minutos para acabar con 26 puntos y ocho rebotes y Ricky Rubio tuvo suficiente también con 20 minutos para sumar cinco asistencias y 17 puntos, su récord anotador con la selección. Ambos embalaron a España, que se fue al receso del primer cuarto con 19 puntos de ventaja, en una dimensión inalcanzable para su rival. Satoransky ya había vaticinado que al equipo checo no se le había perdido nada en el duelo. El exbase del Barcelona y del Sevilla, ahora en Washington Wizards, deseaba que el partido fuera una fiesta sin más, sabedor de la superioridad de los rivales y excompañeros con los que tantos minutos ha compartido en la Liga Endesa y en la NBA. Se quedó corto.

La paliza fue tan apabullante desde los primeros intercambios que los checos se pasaron el partido apretando los dientes para evitar un castigo que, de tan severo, pudiera acarrearles efectos secundarios. Ricky, al que algunos rivales desafían flotándole en defensa para provocar un tiro tantas veces en entredicho, anotó 14 puntos y dio tres asistencias en poco más de seis minutos. Pau dejó 13 puntos y tres rebotes en su estadística en su primer tramo en la cancha. La eficacia de la defensa española fue todavía más notable que el día anterior ante Montenegro. Satoransky no podía con Ricky en defensa, y tampoco logró anotar como es habitual: solo ocho puntos. Es el pilar del equipo checo, que acusó el desconcierto de su líder.

El primer cuarto fue un anticipo de la eficacia y superioridad que iba a proseguir ya con la segunda unidad al completo en la cancha. La intensidad española se dejó sentir en ambas canastas, desde un tapón de Juancho Hernangómez en una fulgurante transición a defensa que arruinó una de las pocas contras de los checos, a un mate de su hermano Willy, que castigó la inferioridad en centímetros y calidad de los pívots checos.

Para colmo de males, el equipo de Satoransky perdió el concurso de su hombre más alto, Patrik Auda, de 2,06 metros, que se lesionó y apenas pudo jugar cuatro minutos.

Y a la vuelta de Pau Gasol al parquet, consumó otra excepcional demostración de su talento. Se prodigó en el tiro. Anotó 22 puntos en la primera parte con solo un fallo. Ronen Ginzburg, el seleccionador israelí de los checos, no supo qué hacer para frenarlo. Cuando no aprovechó las asistencias de Ricky debajo del aro, destrozó con un triple el desesperado intento de los checos con una defensa en zona, y cuando no simplemente tuvo que ser frenado a base de faltas que se encargó de castigar desde la línea de tiros libres.

La demostración de Ricky y Pau fue tal que inevitablemente hizo que pasaran algo desapercibidos varios aspectos que merecen ser ponderados en todo su valor. Además de la conocida solvencia de Marc Gasol, los hermanos Hernangómez van encontrando el hábitat adecuado para exprimir sus cualidades. La buena de mano de Willy se combina con unos movimientos de pies cada vez más desequilibrantes. El juego aguerrido y polifacético de Juancho se inserta con una naturalidad un tanto sorprendente para un jugador de 21 años que disputa su primer gran torneo con la selección. Sastre y Oriola se expresan con parecida eficacia a como lo hicieron en su triunfal temporada con el Valencia, muy cómodos con la propuesta de Sergio Rodríguez al timón del juego del equipo.

Navarro ocupó el puesto titular que dejó vacante Abrines, dolorido por la leve lesión que sufrió ante Montenegro. El capitán de la selección repartió cinco asistencias y anotó un triple lejanísimo para cerrar la primera parte. De lo bien que jugó España, todo pareció fácil ante un rival que un día antes había superado a Rumanía (68-83). El anfitrión será el próximo rival del equipo español este lunes en otro encuentro en el que se presume una nueva paliza de un equipo que está convirtiendo la primera fase en un paseo triunfal.