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¿Es la de Nick Kyrgios una causa perdida?

El australiano, uno de los jóvenes con más potencial del circuito, cae en la primera ronda y continúa decepcionando y poniendo en riesgo su carrera: "No me implico lo suficiente con este deporte"

Alejandro Ciriza
Nick Kyrgios, durante su partido contra Millman en Nueva York.
Nick Kyrgios, durante su partido contra Millman en Nueva York.Richard HEATHCOTE (AFP)

Exceptuando a los tótems –Federer, Nadal, Djokovic y Murray– y a tres o cuatro jugadores más –Wawrinka, Dimitrov, Fognini…–, todos ellos de mayor edad, Nick Kyrgios puede ser considerado el tenista más talentoso del circuito. Probablemente no hay un joven con el potencial y la derecha del australiano, pero el tenis es un deporte que exige una cualificación panorámica y, tal vez, no demanda un punto de partida más trascendente que el deseo y la buena mentalidad. Kyrgios, 22 años, oriundo de Canberra, no tiene lo uno ni lo otro. Las pistas no le estimulan, aborrece su profesión y sus formas dejan demasiado que desear. ¿Consecuencia? El desastre.

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Frente a su compatriota John Millman, 235 de la ATP, Kyrgios volvió a dejar otra de esas actuaciones oscuras que progresivamente van descomponiendo una prometedora carrera. El público de la pista Louis Armstrong, como muchos otros escenarios del tenis, presenció desgana, apatía, indolencia y mala educación. Exabruptos, improperios y una raqueta partida; la reprimenda y la amonestación, por supuesto, del juez Carlos Ramos. También una nueva derrota (6-3, 1-6, 6-4 y 6-1) del australiano, que continúa sin alcanzar una meta reseñable en un Grand Slam, más allá de algunos chispazos puntuales como aquella victoria contra Nadal en Wimbledon 2014. El resto, un páramo. Tan solo tres títulos en Tokio (de categoría 500), Atlanta (250) y Marsella (250).

Se ha acostumbrado el circuito a las constantes salidas de tono de Kyrgios. Ya no son noticia. Sin embargo, asiste con preocupación a la desintegración de una de las figuras que estaba llamada a dominar el futuro. Para la ATP, necesitada de iconos para relevar progresivamente al póquer de estrellas treintañeras, el bad boy era a priori uno de mejores activos que tenía en la recámara, pero el distanciamiento de Kyrgios con la raqueta es cada vez más evidente. De hecho, desde hace un tiempo el jugador ni siquiera lo disimula, algo que quedó patente en la conversación posterior con los periodistas.

“Mi carrera es una montaña rusa. Los últimos tres meses han sido una pesadilla”, expresó. “Lo hice bien a comienzos de año, en Indian Wells, Miami y la Copa Davis, pero luego todo cambió. Obviamente, estoy decepcionado, pero en media hora se me pasará. Comeré algo y verá algunos partidos, eso es todo”, prosiguió el 17 del mundo, que reclamó tres veces la atención médica durante el partido debido a un dolor en el hombro. “No me he implicado lo suficiente con este deporte. Hay tenistas ahí fuera que están más entregados, que quieren mejorar, que se esfuerzan por mejorar todos los días. Yo no soy de ese tipo”, se sinceró en la sala de conferencias.

McEnroe le reclama "profesionalidad"

Su desapego y las constantes subidas y bajadas –antes del US Open, llegó a la final de Cincinnati, apeando en cuartos a Nadal– han propiciado que otros jóvenes le hayan adelantado por la derecha. Mientras, él sigue sin responder a las expectativas y decepcionando. “¿Si me implicaré como ellos? Probablemente no, honestamente no. En Cincinnati me impliqué menos todavía que esta semana. Jugué al baloncesto cada día un par de horas; de hecho, jugué al basket antes de enfrentarme a Ferrer en las semifinales. Tomé helados y batidos todos los días. Aquí me impliqué más, pero me duele el hombro”, manifestó.

Se acordó, pese a todo, de su entrenador, el exjugador Sébastien Grosjean. “No soy lo suficientemente bueno para él. Él se implica, es un técnico increíble. Quizá se merezca un jugador que se implique más que yo. Se merece alguien mejor que yo. Él me ha ayudado mucho, especialmente en los entrenamientos, pero hay muchos jugadores ahí fuera que se implican más”, prolongó Kyrgios, cuyo futuro es una verdadera incógnita.

Así lo percibe John McEnroe, que sentenció en Eurosport: “Va a ser difícil que cambie de mentalidad y que se convierta en el jugador que todos deseamos. Cada partido que vemos parece más improbable que esto suceda. Debe implicarse emocional, física y profesionalmente. Muchas veces parece que tenga miedo de hacerlo por diferentes motivos que desconocemos. Tiene 22 años y aún está tratando de entender qué le pasa. Incluso cuando hablo con él, no es capaz de manejarlo emocionalmente. Sencillamente, no puede manejarlo. Espero que lo consiga y seguiré diciéndoselo siempre”.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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