Belotti, el monaguillo al que le regalaban salami por marcar
El delantero de 23 años, una mezcla entre Vieri, Vialli y Casiraghi, es el presente y futuro de la selección italiana
A Belotti le apodan Il Gallo porque de pequeño perseguía a todos los gallos del corral de su tía. Belotti se llama Andrea en honor a su abuelo que falleció seis meses antes de que naciera. La abuela le hizo de abuela y abuelo. “Tengo una gran relación con ella. Siempre venía a verme a los partidos y me daba una propina cuando marcaba o me regalaba salami para celebrarlo”, contó el delantero del Torino y de la selección italiana en una entrevista en el Corriere della Sera.
Belotti tiene 23 años, se casó este verano con una chica que conoció en su etapa en el Palermo y ha marcado un golazo en el último partido de Liga. Mide 1,81, pesa 72 kilos. Es una mezcla entre Vieri, Casiraghi y Vialli. Este último ha dicho que cuando le ve jugar, vuelve atrás en el tiempo. “Me recuerda a mí por el hambre, la garra y la fuerza que tiene”.
Chico humilde, fue monaguillo en su niñez y en las concentraciones con el Torino se escapa para ir a Misa. Su padre trabaja en una imprenta y su madre planchaba camisas en una empresa que las fabricaba. “En 2015 la convencí para que dejara de trabajar, no quería seguir viéndola tan cansada”, ha contado el punta italiano, fijo en la selección de Giampiero Ventura con el que debutó el 1 de septiembre del año pasado tras haber jugado en todas las categorías inferiores.
El técnico, que siempre ha apostado por los jóvenes y los ha mimado, lo entrenó también en el Torino. Con él al mando, Belotti explotó. Marcó 12 goles en la temporada 2015-16 y 28 la pasada. Hace tan sólo un año decía que la Nazionale seguía siendo un sueño y que sabía que tenía que demostrar que se la merecía. La Eurocopa de Francia la vio desde casa. Antonio Conte tenía a su grupo hecho y lo dejó fuera. Recordaba hace poco Belotti que la eliminación de Italia en los penaltis contra Alemania la vio en la casa de los padres de su ahora mujer que celebraban el aniversario de boda.
“Es un luchador, un sol de chaval. Generoso y eficaz. Empecé a trabajar con él en 2011, en el filial del Albinoleffe. Era una fuerza de la naturaleza. Tenía mucha resistencia y marcaba goles de todas las maneras, incluso en el minuto 95 cuando todos los demás estaban sin aliento. Siempre me recordó a Vialli: además de goleador era un atleta. Se quitaba del medio a los defensas como si fueran bolos”, le describe Alessio Pala.
En el filial del Albinoleffe tuvo que luchar por un puesto con chicos de un año más que él y con una delantera en overbooking. Con Pala, que recuerda como en un viaje con el equipo le dejaron en un bar de carretera en Mestre para que vinieran a buscarle de la sub-21 que le acababa de convocar, también debutó en Segunda. “Evani, el seleccionador sub-21 buscaba a un delantero. Le llamé y le dije: prueba con este [Belotti], no es bonito de ver, pero sí muy eficaz”, cuenta entre risas Pala.
Fue subiendo escalones. Hace cinco años militaba en Segunda y Tercera, en 2014 aterrizó en la Seria A y poco después empezó a deslumbrar en el Torino. En estos últimos años ha mejorado mucho técnicamente. Ante los cortejos de varios clubes también de Europa, el Torino le ha puesto una cláusula de rescisión de 100 millones. Él, que es milanista, dice que su modelo siempre ha sido Andriy Shevchenko y que un delantero tiene que crear una relación de sangre con el gol y la portería. “Sheva metía goles de todos los colores, admiraba su garra y capacidad de ser líder y humilde al mismo tiempo”, ha dicho Belotti. Las esperanzas de Italia para el duelo contra España están puestas en este joven de 23 años con sonrisa de niño bueno y la fuerza de un tanque.
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