Marco Asensio no tiene techo
El joven balear se encarga de inaugurar con otro golazo la fiesta del Madrid más coral y dominador que se recuerde en un clásico en muchos años
Hace justamente un año, el 16 de agosto de 2016, Zinedine Zidane premió la pujanza y el talento de Marco Asensio concediéndole un dorsal y un hueco en su plantilla. Su presentación en la Supercopa ante el Sevilla en forma golazo o el día que optó por escoger el número 20 dan la sensación de quedar ya muy lejos en un jugador que ha completado un ascenso meteórico. En solo 365 días, el joven balear ha pasado por pelear por un hueco en el Madrid a derribar las puertas de la titularidad. Asensio se ha confirmado como el mayor talento europeo de su generación, asombra de blanco y se asoma con fuerza a la selección española. Ayer volvió a confirmar que solo un año en la élite le ha bastado para quitarse de encima la etiqueta de promesa. El atacante regaló otra noche de juego y madurez inaugurada con un golazo que dio paso a una exhibición de fútbol combinativo del Madrid más coral y solvente en mucho tiempo.
Solo necesitó cuatro minutos para convertirse en el actor principal de la fiesta que se regaló el equipo de Zidane ante su público. Le cayó un rechazo más allá del área, pinchó la pelota, levantó la mirada, cargó la zurda y con una folha seca petrificó a Ter Stegen. Después, enfiló el córner y se elevó ante un Bernabéu rendido a su figura. Su golazo, el segundo de esta Supercopa y el tercero al Barcelona este verano, sentenció a los de Valverde, totalmente desubicados, y abrió el mayor ejercicio de superioridad futbolística que se recuerde en muchos años del Madrid en un clásico. El punto máximo se alcanzó en 45 minutos de dominio absoluto, los primeros desde la era Guardiola en los que el Madrid fue capaz de marear al Barcelona y monopolizar el balón hasta el punto de irse al descanso rozando el 60% de posesión.
La supremacía que el equipo de Zidane plasmó sobre el campo desató a un Bernabéu con más tintes de mes de abril que de verano. El estado de euforia del doblete de la temporada pasada se prolongó en la afición con la reciente conquista de la Supercopa de Europa y el contundente triunfo en el Camp Nou. Entre 'olés' y cánticos se creció un Madrid que no ganaba un clásico ante su gente desde 2014 y que no dejaba al Barcelona a cero desde la final de la Copa del Rey de 2011. También estuvo muy presente para el público Cristiano Ronaldo, al que la grada de animación coreó en el minuto 7 de partido y al que todo el Bernabéu aclamó cuando piso el césped para recoger el trofeo.
Esta ha sido su Supercopa, la de un Madrid imperial, dispuesto a abrir una hegemonía en España y en Europa con un estilo cada vez más definido, y también la de Asensio, cada vez más decidido a convertirse en uno de los mejores jugadores del mundo. Autor de dos golazos, en poco más de 90 minutos ha tenido tiempo para enseñar su nombre al Camp Nou, poner el Bernabéu a sus pies y pedir más galones a Zidane. Todo, además, frente al Barcelona, el equipo que lo descartó en 2014 justo ante de que llegara Florentino Pérez para vestirle de blanco por poco más de cuatro millones. A partir de él triunfó el Madrid ante los azulgrana y se divirtió un Bernabéu acostumbrado últimamente a sufrir en cada visita del eterno rival. Anoche la historia fue distinta: tocó disfrutar.
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