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Al Madrid solo se le resiste Messi

La Supercopa mide la ambición del equipo de Zidane, aspirante a ganar los seis títulos en disputa, con la capacidad de reinventarse y de aguante del Barça

Ramon Besa
Messi conversa con Luis Suárez, en el entrenamiento del Barça.
Messi conversa con Luis Suárez, en el entrenamiento del Barça.Manu Fernandez (AP)

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El Real Madrid campea por España y por el mundo como el mejor equipo de fútbol y el club de referencia para suerte del evangelizador Florentino Pérez: “La gente es del Madrid o habla del Madrid”. Juega seguramente mejor que nadie, tiene registros diferentes, dispone de una plantilla con cerca de 20 titulares y hasta se diría que controla el mercado para evitar que algún adversario se refuerce más de la cuenta, dispuesto si hace falta a intervenir porque tiene una economía saneada, sus cláusulas de rescisión son disuasorias y el técnico entrena como jugaba: alrededor de Zidane las cosas se suceden con tanta naturalidad que sus intervenciones son tan selectivas como decisivas, las mejores para una entidad tan grandilocuente como el Madrid.

La trayectoria imperial del equipo blanco, campeón de Liga, de la Champions y de la Supercopa de Europa, exige retos continuos, a poder ser mayúsculos, ninguno como el sextete, que consiste en ganar las seis competiciones de la temporada 2017-2018, marca que solo Guardiola alcanzó en 2009. Así que para mantener las comparaciones entre el Barça del hoy técnico del City y el Madrid de Zidane se impone ganar la Supercopa de España, un torneo que por sí solo tendría poco valor y que en el litigio Madrid-Barça adquiere un tono rimbombante porque además se juega a doble partido: hoy en el Camp Nou y el miércoles en el Bernabéu.

El clásico siempre ha sido un acontecimiento único en cualquier contexto, a menudo, decisivo por sus repercusiones: el Madrid de Benítez se acabó después de un 0-4 en el Bernabéu y el equipo de Zidane nació en el Camp Nou a partir de un 1-2. La diferencia principal entre uno y otro equipo fue Casemiro, curiosamente titular con el francés y reserva con su valedor español, hoy entrenador del Newcastle. El partido jugado en el estadio azulgrana fue el punto de partida del despegue del Madrid y el discurrir inmaculado del equipo blanco, tan aclamado que incluso desde ciertos medios y sectores se pide al Barça que le rinda honores con el paseíllo. En tanto que campeón europeo, el Madrid solo se ha visto distorsionado y emborronado por Messi, el mismo que después de poner el 2-3 en el último clásico mostró su zamarra azulgrana con el 10 a la hinchada del Bernabéu.

Fuera del mercado

El Barça vive de Messi. El equipo necesita un ejercicio de afirmación futbolística después que el club quedara aturdido por el nocaut de Neymar, cuya salida demuestra que los jugadores y los directivos van en direcciones opuestas si se hace caso a Piqué. Al Barça le ignoran, nadie le hace caso, ni ficha ni despide a futbolistas; solo se sabe que tiene 222 millones que no quería, acostumbrado como estaba a marcar el paso en el mercado con fichajes como el de Maradona, Cruyff, Alexanco o Ronaldinho hasta que apareció Messi y La Masia. Hoy difícilmente se apuesta por la cantera, se ha perdido pie en el mercado y no se sabe muy bien qué es lo que quiere ni le conviene, como si tuviera un ojo de cada color, incapaz de encontrar al centrocampista que le devuelva la pausa, el saber estar y el estilo que representaba Xavi. El PSG y Qatar le amargan la vida al Barcelona.

La sensatez está ahora en el banquillo y en Valverde. A la espera de refuerzos, el técnico juega con Denis Suárez o Deulofeu. Una vez deshecho el tridente, el Barça contragolpeará menos y volverá a sus orígenes, al equipo como una unidad: las líneas estarán más juntas, la presión después de perder la pelota será obligatoria, habrá mucha intensidad, tocará organizarse a través del pase y la suerte dependerá mucho de la felicidad de Messi, autor de 23 goles en 32 partidos contra el Madrid, a pesar de que se le da mucho mejor el Bernabéu que el Camp Nou, donde no marca desde que al Madrid le defendía Iker Casillas.

Aunque le siguen buscando las vueltas a Keylor Navas, al Madrid le sobran jugadores para enfrentar al Barça. La ausencia por sanción de Modric será cubierta por Kovacic o Isco y puede que también salgan Theo y Asensio. Cristiano jugará un buen rato en un estadio que se le da especialmente bien. El Madrid necesita sus goles para redondear el fútbol precioso de sus centrocampistas, una colección de jugadores que en manos de Zidane evoca la época de Guardiola en el Barça.

La hinchada madridista pide un marcador de impacto en el Camp Nou, como los que conseguía el Barça en Chamartín, ahora que nada parece prohibido para el equipo de Zidane. Los aficionados barcelonistas en cambio siguen expectantes, preocupados por la indefinición del club, después del extravío y desorientación de la junta, consciente de que no se puede equivocar con los fichajes. La razón de ser del Barça vuelve a estar en ganar al Madrid, ni que sea en un amistoso como el de Miami o en la Supercopa. Los azulgrana hablan de partidos y de Messi mientras los blancos lo hacen de títulos y de la obra coral de Zidane. El clásico nunca fue un encuentro menor, ni siquiera a mitad de agosto, cuando aún no empezó la Liga, todavía no se ha sorteado la Champions y Neymar alterna París con Saint Tropez.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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