Las dudas tras el Tour

A Contador, combativo, le esperan unos días de descanso y una reflexión; a Nairo, abatido y muy baqueteado, le esperan vacaciones; Landa, de subidón, correrá la Clásica de San Sebastián y quiere ganar la Vuelta a Burgos antes de irse de vacaciones y del Sky. El Movistar, sin Valverde ni el colombiano, llevará a la Vuelta a un equipo de jovencitos que generen ilusión y hagan pensar a la afición que vienen buenos chavales. Termina el Tour, con menos focos el ciclismo sigue.

Alberto Contador desembarca en la Terminal 4 de Barajas el lunes al mediodía y la gente le reconoce y cuchichea y dice, fíjate en la herida del codo, qué grande la venda, y se para para algún selfie. Un regreso del campo de batalla casi anónimo para un ciclista que cuando no ha ganado el Tour ha terminado siempre entre los 10 primeros. El noveno puesto de 2017 lo ha conseguido tras una pelea constante contra todos que le ha fatigado. “Ahora toca descansar”, dice. “Estaba preinscrito para la Clásica de San Sebastián pero no iré, y lo siento porque me pierdo la despedida del ciclismo de Haimar Zubeldia”. De su retorno a la competición no habla más. No dice si correrá la Vuelta, que empieza en 20 días (el 19 de agosto, en Nîmes), para participar en los festejos que prepara Chris Froome si en su tercer intento logra el doblete con el Tour (en 2015 se cayó y se retiró; en 2016 le derrotó Nairo). “La renovación con el Trek está perfilada, pero tenemos que valorar unas cuantas cosas”, dice Contador. “Está el calendario que tenemos acordado…”. En la decisión del mejor ciclista español, de 34 años, que seguramente acabará con un sí a su Vuelta (y así lo cree Javier Guillén, el director de la carrera), interviene también el proyecto para la próxima temporada: qué correr (el Giro parece seguro), hasta cuándo correr…

A Nairo, que terminó 12º en el Tour, una carrera en la que había subido al podio en sus tres participaciones anteriores, no se le espera en la Vuelta. Este año, en el que cumplido 27, ya ha corrido el Giro. Terminó segundo y, según sus propias sensaciones, tan machacado que apenas pudo recuperarse para sudar en su peor Tour. Ni directa ni públicamente el colombiano ha culpado a la dirección del equipo de obligarle a correr en Italia para que en el Tour no tuviera más remedio que ponerse al servicio de un Alejandro Valverde potencialmente más fuerte. La caída del murciano, que arriesgó en exceso en la contrarreloj de Düsseldorf para afirmar su liderazgo, rompió todos los esquemas del Movistar, y las indirectas fluyeron desde el entorno del colombiano, quien, según insidias diseminadas desde algún equipo rival, habría amenazado con irse de un equipo con el que tiene contrato hasta 2019.

“Ya pasará la tormenta, ya nos entenderemos”, dice Eusebio Unzue, el responsable del Movistar. La aceptación de Nairo del error del Giro (“era el año en el que nos podíamos arriesgar”, decía cuando ante todos la decisión de correrlo parecía mutua) y de un futuro en un conjunto que probablemente se reforzará con Landa para el próximo año, parece garantizada. “De mi campo aprendí que no se deja de cosechar porque una siembra no salió”, tuiteó el campeón colombiano después del Tour.

El Movistar tampoco tendrá a Valverde en la Vuelta. Mientras el murciano se recupera a toda velocidad de la fractura de la rótula y el astrágalo, para debutar la carrera española se preparan el catalán Marc Soler y el ecuatoriano Richard Carapaz, las dos caras más visibles del Movistar que viene. “La única duda será la amplitud del cupo de veteranos”, dice Unzue. “Pero será una Vuelta de sacar a los chavales sin responsabilidad y decirles, salid y divertiros, y que la afición empiece a valoraros”.

Sin Valverde y, a lo mejor, sin Contador, la Vuelta será más que nunca un asunto internacional. A las pretensiones de Froome se opondrán sus rivales del Tour, como Aru, Bardet y Barguil, más los hermanos Yates y el colombiano Chaves, y Nibali…