Los eternos optimistas
El equipo de México no logra dar el estirón a nivel internacional pese a su persistencia de acudir a los torneos internacionales
El fútbol de México aún no se gradúa. En cada torneo internacional de selecciones no se considera al tri como favorito. Pero en el entorno mexicano las ilusiones se disparan a lo alto y, cuando fallan, los futbolistas son aporreados por no corresponder a la imagen idílica de ser campeones del mundo.
Juan Carlos Osorio volvió a hacer del equipo mexicano su laboratorio de pruebas. En el partido por el tercer lugar contra Portugal mandó una de sus alineaciones más congruentes sobre el terreno de juego con la mayoría de los jugadores en sus posiciones naturales. Le dio la oportunidad a Carlos Vela por la derecha, algo que se guardó en el momento más importante durante las semifinales contra Alemania. Contra los portugueses fue uno de los hombres más influyentes en el campo.
Los mexicanos tenían ganado el partido contra Portugal 0-1. Era el minuto 91 y en un rutinario centro desde la derecha, Miguel Layún se descuidó y Pepe empató 1-1. La remontada llegó una desconcentración en la que Layún estiró el brazo para desviar el balón. Silva puso el 2-1. México tenía la victoria y se la despojaron de forma súbita.
El conjunto mexicano demostró sus carencias en la Copa Confederaciones. La defensa quedó exhibida. El entrenador, Juan Carlos Osorio, intentó que sus centrales mutaran a laterales, como Oswaldo Alanís por izquierda, Diego Reyes y Carlos Salcedo por derecha. Esos lugares pudieron ser aprovechados por chicos que lo han hecho bien en sus clubes como Raúl López, Érick Aguirre e incluso el veterano Edwin Hernández. Héctor Moreno deja una grata sensación como el capo de la zona y que ha encontrado la forma para hacer goles.
Osorio cree en la “multifuncionalidad” de sus jugadores, aunque eso signifique ponerse el pie a sí mismo. En un par de partidos tiró a su delantero centro, Raúl Jiménez, a una de las bandas, allí las gambetas se le complicaban y se alejaba de su cualidad goleadora. Si algo se le reprochará al seleccionador será la osadía de dejar en el banquillo a Carlos Vela frente a Alemania. De acuerdo a Osorio, Vela no jugó por una cuestión de físico, “entonces que Messi no juegue”, ironizó un colega. Por tres años la federación mexicana pidió su regreso y, en su primer partido, marcó un doblete. En su primer partido dio un centro magistral a su colega Chicharito para un gol contra Portugal, en el segundo dejó la huella de su clase.
Giovani Dos Santos dejó una estela de su talento que se oxidó al mudarse a la MLS. Su hermano, Jonathan, se puede erigir en el mediocampo como un buen orquestador si se mantiene en buena sincronía con Andrés Guardado y Héctor Herrera. Los chicos con pies dinamita, Javier Aquino e Hirving Lozano, mostraron su capacidad para contribuir al juego ofensivo solo si sus compañeros están enchufados. Resultaba un dolor de estómago cada vez que Osorio presentaba su alineación llena de imprevistos, aunque esa forma de entender el fútbol lo advirtió desde que llegó al puesto en 2015. Pese a eso su efectividad es positiva: 20 triunfos, cinco empates y cuatro derrotas, de ellas el estrepitoso 0-7 ante Chile, una sombra que persigue a Osorio.
México es dependiente de Rafa Márquez como lo estuvo de Cuauhtémoc Blanco, quien jugó en la selección con 37 años. El defensa, de 38, se ha erigido como el cabecilla del grupo. Aunque tenga achaques en las piernas y la espalda, aporta al equipo un poco de su experiencia culé. No resultaría descabellado verlo como seleccionador de su país en un futuro. Su pericia no se puede tirar por la borda al ser comentarista por televisión. Lo de Márquez pasa más por el rol de maestro de esta generación interesante.
¿Despedir a Osorio? No. Eso sería dispararse, de nuevo, al pie. Cortar los procesos es lo que ha mermado al desarrollo del fútbol en México. La lógica supondría que se mantuviese hasta terminar su participación en Rusia. Lo que siembra dudas es esa volatilidad para hacer sustituciones y dejar en el banquillo a los prodigio.También de que pierda la postura frente a los árbitros, como con Portugal cuando le gritoneó al cuarto silbante. En la prensa mexicana empiezan a surgir las encuestas sobre un posible sustituto. Se habla de Miguel Piojo Herrera o hasta del argentino Matías Almeyda.
La liga local no contribuye a cosechar a los nuevos talentos. El formato de dos torneos cortos por cada temporada acelera todos los procesos de formación de jugadores y de entrenadores. Eso provoca que los clubes echen mano de talentos en Sudamérica. En el torneo local pueden jugar hasta nueve futbolistas extranjeros. Basta mirar en las ligas de Argentina y Brasil para ver que las plantillas apuestan por sus chicos y después los exportan.
Han quedado a su suerte varias generaciones y prospectos de grandes jugadores. ¿Dónde están esos jugadores dorados que ganaron dos mundiales sub-17? ¿Qué hay de esos que ganaron la medalla olímpica? No hay un seguimiento a estos chicos a los cuales se debería cuidar, encarrilarlos y que algunos quedan a su suerte, como el medallista y lateral Darvin Chávez, quien pidió empleó, sin éxito, en el régimen de transferencias.
Los equipos de México volverán a participar en los torneos de la FIFA con una engrasada maquinaria de ilusiones. En un año estará en Rusia con la mayoría de los jugadores que estuvieron en esta Copa Confederaciones.Su primer rival será vencer la frustración.
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