Sergio García, el metrónomo
El español ha completado en el US Open 72 grandes consecutivos, un ejemplo de regularidad en la élite, con 23 clasificaciones entre los 10 primeros
Tiger Woods no soportaba a Sergio García. El estadounidense, ganador de 14 grandes, no comprendía cómo el español se movía por el circuito con los aires de quien había llegado a lo más alto en un major. La meritocracia de Tiger no encajaba con el palmarés en blanco del castellonense en los grandes. Algún cruce de declaraciones avivó la tensión entre ellos. Hasta que el tiempo, la desaparición de Woods de la primera línea y la madurez del Niño han calmado las aguas. Después de su victoria en el Masters de Augusta, Sergio García ya no es el mejor jugador del mundo sin un grande, sino que ya puede ser reconocido por Tiger como uno de los suyos. El próximo abril, en Augusta, ambos compartirán mantel en la cena de los campeones preparada por el español.
García afirma que ganar un grande no cambia su concepción sobre su carrera, ni que tampoco le ha hecho mejor jugador. A los 37 años, El Niño echa la vista atrás y ve un camino largo y en el que siempre ha pisado la élite. Este domingo, en el US Open, completó 72 grandes disputados de manera consecutiva (como 72 hoyos) desde 1999, casi media vida entre los mejores del mundo. De ellos, ha sido top ten en 23 ocasiones, lo que supone que en uno de cada tres grandes jugados su nombre ha estado entre los 10 primeros. Un ejemplo de regularidad, una hoja de servicios sin lesiones y sin apenas bajones en el juego, una rareza en un deporte que exige una gran fortaleza mental y somete el cuerpo a movimientos tan explosivos. Los 23 top ten de Sergio García superan la marca de 20 que consiguió Seve Ballesteros, ganador de cinco grandes, los 15 de Chema Olazábal (dos majors) y los nueve de Miguel Ángel Jiménez.
En las colinas de Erin Hills, Sergio García partió por primera vez como el ganador vigente de un grande, un poco “abrumado” por la atención constante sobre él. Las distracciones le han impedido centrarse del todo en su juego. Lejos de la finura que exhibió en el Masters, acabó el US Open 21º, con cuatro bajo par, lejos de los líderes, con un 86% de calles y un 67% de greens cogidos, pero sin la magia con los putts que necesitaba para optar al premio gordo.
En sus ocho últimas vueltas en un grande, Sergio García no ha superado el par: 71, 69, 70 y 69 en el Masters; 70, 71, 71 y 72 en el US Open, después de una última jornada con fuerte viento y en la que el español extrañó las mejores sensaciones de los días anteriores, con bogeys en los pares tres de los hoyos 9 y 13 que anularon los birdies seguidos del 4 y el 5.
La irrupción de Jon Rahm, un joven de 22 años y apetito voraz, pero que en el US Open no pasó el corte, también ha espoleado a García. Al castellonense le tocó el orgullo que se hablara de Rahm como el siguiente gandor de un grande, tras Seve y Olazábal, como si la gloria se hubiera saltado una generación y se hubiera olvidado de él. Pero no había pegado aún el último golpe. Y en Augusta demostró su vigencia. Sus 37 años son una edad de plena madurez en el golf, una madurez que él mismo asumió que tardó en llegar. En la historia del golf, en 36 ocasiones ha ganado un grande un jugador de 40 años o más. El metrónomo de Sergio García sigue en marcha. “Muchas cosas bonitas van a venir”, avisa. Su siguiente sueño se juega en Royal Birkdale del 20 al 23 de julio: el Open Británico.
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