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Sergio García sigue entre los mejores en el US Open

El español acaba la segunda jornada con tres bajo par y con aspiraciones de lograr la victoria el domingo

Juan Morenilla
Sergio García, en Erin Hills.
Sergio García, en Erin Hills.Gregory Shamus (AFP)

Esto no es el US Open de Golf, dicen los puristas, que piden sangre. ¿Cómo va a ser esto el US Open, si 44 jugadores bajan del par en la primera jornada, si los 65 golpes inaugurales de Rickie Fowler son la mejor apertura en relación al par en la historia de este grande? El US Open ha de ser otra cosa, piden, y esperan que la USGA, la Asociación de Golf de Estados Unidos, frene ya este carrusel de birdies y buenos resultados, indignos de la reputación de tirano de este major. Y sí, algo endureció este viernes la organización las condiciones del campo, una pequeña vuelta de tuerca que no puso las cosas tan fáciles como en la primera ronda.

A quien no le hacía ninguna falta este punto más de intensidad era a Rory McIlroy. El norirlandés, uno de los que parecía que iba a mandar en el mundo del golf después de Tiger, había patinado el primer día con una tarjeta de 78 golpes, y aunque la maquilló con 71, no evitó que con cinco bajo par se marchara a casa con el rabo entre las piernas, lejos de aquel jugador de swing fabuloso que era. McIlroy fue uno de los nobles a los que las colinas de Erin Hills no le sentaron nada bien.

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También Rickie Fowler, después de su fulgurante estreno, pasó un mal trago. La magia se le escurrió entre los dedos igual que la confianza, y tres putts fallados que supusieron tres bogeys en los hoyos 11, 12 y 13, y otro en el 14 que acabó en par, y que casi le dolió más, le bajaron al carro de los mortales (seis bajo par, uno arriba en el día). Los contendientes al frente de la tabla son varios, pero parece una partida de cartas entre ingleses (Casey, Fleetwood) y estadounidenses (Harman, Koepka, Lovemark, Fowler, Holmes...).

A la cabeza se asomó Paul Casey: siete bajo par en total y una sucesión de cinco birdies consecutivos en los hoyos 17, 18, 1, 2 y 3, una manita que le catapultó a las alturas. Casey cumplirá 40 años en julio, el mes del Open Británico, y, como Sergio García antes de ganar el Masters de Augusta, forma parte de esa generación de grandes sin grande. La sucesión de bautizos de primerizos en los últimos torneos del Grand Slam (seis en los seis últimos campeonatos) le hace creer todavía más en sus posibilidades. Igual que la chaqueta verde de Sergio García.

El español no pierde de vista la cabeza, ni mucho menos. El jueves aguantó los malos momentos (algún putt que parecía asequible fallado, algún error con los hierros) sacando las uñas. El Niño ya no se derrumba cuando las cosas pintan feas, más en un torneo de resistentes como el US Open, sino que este nuevo jugador hace gala de una mentalidad mucho más sólida. El US Open le puso otra vez a prueba este viernes, con un bogey nada más madrugar, en el hoyo 11 (salió desde el 10), pero al que respondió con mano fuerte y carácter: birdie en el 15 con un estupendo approach a green, birdie en el 18 con un putt desde el collar del green. El campo no parecía tan fiero como lo pintaban, o quizá sea que Sergio García ya no se asusta con nada. El español acabó con uno abajo en el día para un total de -3.

La cara más seria para Jon Rahm, fuera del corte, a disgusto las dos jornadas, incómodo y sin encontrar las sensaciones que le hicieron especial. Mientras encuentra de nuevo la inspiración, y revisa las expectativas tan altas que él mismo se genera, el joven aprendiz va sumando kilómetros entre los mayores.

Clasificaciones completas tras la segunda jornada.

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Sobre la firma

Juan Morenilla
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.

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