La testosterona no cruza la frontera

Imaginen a un estadounidense de metro noventa de altura y 151 kilos encerrado en una habitación de hotel de la Ciudad de México. El tipo está aterrado porque su equipo, los Houston Texans, le ha hecho pensar que jugará en una zona de guerra. “No salgas del hotel…no ordenes comida a la habitación…no comas fuera del comedor del equipo… no uses los cajeros automáticos”, son parte de los consejos de seguridad que el equipo de la NFL dio a sus 53 jugadores. D.J. Reader, que encaja en la hercúlea descripción física, debe pensar que a sus 22 años jugará el partido de su carrera. Arriesgar la vida para llevar el espectáculo de la NFL a los salvajes mexicanos…

¡Qué osadía, qué valentía, cuánto riesgo! Pienso en todos esos mexicanos, que serán 87.000 según el aforo del Estadio Azteca, que tendrán la audacia de abandonar sus casas y exponer el pellejo en esa jungla violenta que tiene la directiva de los Texans en la cabeza. Parece mentira que se trate de un equipo que juega a algo más de 500 kilómetros de la frontera mexicana porque han dibujado un panorama como si hubieran desembarcado en el Nuevo mundo desde otra galaxia. ¡Y todo para ver a decenas de grandullones darse de golpes durante tres horas!

La NFL es uno de los deportes más populares en México. Conseguir un boleto para el encuentro del lunes fue toda una hazaña. Hubo gente que pagó hasta 7.000 pesos (342 dólares) por conseguir una entrada en la zona más exclusiva. El Azteca remodeló sus tribunas, la zona de prensa y los vestidores porque los señores del norte lo pidieron. Desafortunadamente, la NFL no decretó acabar con el crimen en la capital.

Los aficionados al fútbol americano suelen burlarse de la sofisticación y elegancia del soccer. Prefieren la rudeza y el exceso de testosterona de la NFL. Por eso no sorprende la violencia que rodea a esta liga. Es uno de los pocos deportes que cuenta con un buscador de delitos por equipo. La página se llama Point After y en ella figuran solo dos jugadores de los Texans. Uno es Vonta Leach, que agredió a un hombre en un restaurante en 2009. El segundo caso es más reciente, de julio de 2015. Brandon Ivory enfrenta desde entonces cargos por robo porque dos hombres lo acusan de derribar la puerta de casa para llevarse dinero e iPads. Pero no vamos a generalizar por esto, ¿cierto?

Hay que celebrar que los deportes más seguidos por los mexicanos viajen hasta acá para darnos la oportunidad de verlos de cerca. Lo ha hecho la Fórmula 1 desde el año pasado y también la NBA desde hace tiempo. Ya que nos ven como un mercado claramente atractivo, ¿sería mucho pedir que no nos falten al respeto mientras les llenamos los estadios?