Vitolo realiza el contragolpe que sueña Costa
“No me lo esperaba”, dice el canario. “Este error me duele mucho”, se queja Buffon
Decía un viejo entrenador de fútbol que la elección entre el contragolpe o el toque en corto es una fantasía imposible de reproducir sobre el terreno. Ese es el dilema que afronta España desde que Vicente del Bosque comenzó a introducir cambios gruesos con la incorporación de un nueve de choque, en 2014. El injerto, cuyo propósito sería alternar el toque con el pelotazo, no solo no tuvo éxito. Fue un fracaso estrepitoso. Un fiasco que no disuadió a Del Bosque ni a su sucesor. Julen Lopetegui parece convencido de que sabe cómo introducir a Diego Costa en la punta del ataque de la selección. Esto presupone considerar que de algún modo Costa encontrará grandes praderas para correr al contragolpe, porque las descubrirá él, o porque se las descubrirá el propio equipo con maniobras a propósito.
En Turín, más que praderas, Costa se metió en un jardín, con un seto y un pequeño huerto de tomates, además, celosamente cuidado por Romagnoli, Bonucci y Barzagli.
Costa no distrajo a Bonucci por más sopapos que le dio, arriesgándose a la expulsión. Lopetegui hizo lo que pudo por acomodar al equipo de tal forma que Italia saliese de su cueva y abriese esos espacios a la espalda de su zaga. Koke, Vitolo, Carvajal, Nacho y Costa interpretan mejor este tipo de juego que el que ha caracterizado a la selección en los últimos años. Pero no todo es cuestión de voluntarismo. Para contragolpear, hace falta que el adversario se abra. Y eso apenas ocurrió durante la hora en que Iniesta y Silva se adueñaron del balón y del campo. Pero ocurrió. Casi por accidente.
En el minuto 55 de partido Italia se trasladó en bloque al círculo central para presionar un saque de banda en campo contrario. Parolo olvidó su marca sobre Busquets, y, libre por error, el centrocampista filtró el pase frontal. El balón traspasó dos líneas y rodó entre Bonucci y el portero Buffon.
La pelota habría llegado fácilmente al portero de no haber sido por un bote. Picó y el pie de Buffon, en lugar de despejar, se deslizó sobre la hierba. “He cometido un error”, dijo Buffon, antes de abandonar el estadio. Me duele mucho. Me duele porque soy muy veterano y con los años te vuelves más consciente de la trascendencia que pueden tener estos errores”.
La trascendencia fue la felicidad de Vitolo. “No me esperaba encontrarme con ese balón”, dijo el canario. “Porque Buffon es uno de esos porteros que muy de vez en cuando comete errores. Pero a veces...”.
España, que solo remató dos veces, sin demasiado acierto, y a las manos de Buffon, se encontró de pronto con la ansiada pradera. Por ahí corrió Vitolo. Por fin. A la contra. Solo con 20 metros vacíos por delante, bajo la mirada perpleja de Costa, para meter el 0-1. El gol que hubiese convertido la clasificación de España para el Mundial de Rusia en una autopista sin peaje, de no ser por el 1-1 postrero. La constatación de que ganar en Italia es raro. Tan extraño que la selección azzurra no pierde en Turín desde 1955.
Un isleño diferente
De todos los jugadores canarios en alza, Vitolo Machín es el menos dotado de características típicamente canarias. Es alto, corpulento, potente, y no tan dado a los controles de fantasía como sus paisanos. Silva, Viente, Momo, Roque o Jonathan, tienen más tacto en las extremidades inferiores. Pero a todos ellos les falta el poderío atlético de Vitolo. A sus 26 años, el extremo del Sevilla se ha confirmado como un excelente intérprete de eso que muchos llaman fútbol directo. Además de técnicamente completo, ambidiestro y fuerte, sabe desequilibrar por la potencia de su regate y porque ataca los grandes espacios con alegría. Así fue como Busquets lo vio antes que a Costa. Así se jugó un desmarque que parecía perdido y ganó. Se impuso por la desgracia ajena. Pero con eso, a veces, basta.
El futuro, que será breve, dirá si Buffon está demasiado gastado para llegar en condiciones al Mundial de 2018. El tiempo también revelará si lo que hizo España tras el 0-1 fue sufrir el acoso de Italia o replegarse, distraer con el toque, y provocar el contragolpe. Sin complejos. Sin contar apenas con la participación de Iniesta y Silva. Sin Costa, sustituido por Morata, que además de correr igual de rápido tiene mejor manejo de pelota.
"Queríamos más", zanjó Busquets, camino del autobús, "ha sido una pena que se nos hayan escapado dos puntos. La sensación en el vestuario es de rabia".
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