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El Movistar tira la primera piedra

Contador se deja casi medio minuto y Rubén Fernández es el nuevo líder

Alexandre Geniez celebra la victoria.
Alexandre Geniez celebra la victoria.JAIME REINA (AFP)
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La primera cita es siempre nerviosa, insegura, pesimista. Un manojo de nervios que siempre deja un regusto amargo en las perspectivas de futuro. La primera cita de la Vuelta, con más sudor que amor, era una montaña, la de Ézaro, con extraña mezcla entre la emoción y el miedo. Los favoritos decían no controlar sus palpitaciones. Su corazón estaba en stand by en espera de medir músculos. Nadie sabía nada, o decía no saber nada. Ézaro dictaminaba el primer diagnóstico de urgencia y hubo daños nada colaterales. En dos kilómetros de fuerte ascensión (con porcentajes que a veces alcanzan el 30%), Alberto Contador, por ejemplo, miró desde lo alto a la Costa da Morte, desvanecido el mar bajo un cielo azul eléctrico, y seguramente se deprimió: se había dejado casi medio minuto y había visto pasar, como pasa el viento, a Nairo, a Valverde, a Froome, y a muchos más mientras él sufría, renqueante, sabiendo que dejaba un asunto pendiente para septiembre mientras sus rivales aprobaban su primera evaluación con solvencia, sin aspavientos.

Clasificación general de La Vuelta 2016 tras la tercera etapa.
Clasificación general de La Vuelta 2016 tras la tercera etapa.lavuelta.com

Ganó el francés Geniez, que ya había ganado una etapa en Peyragudes en 2013 con otra escapada épica. Es listo el muchacho de Rodez: suele elegir bien los lugares donde dejarse el alma. Generalmente elige aquellas sobre las que discuten los favoritos y él susurra su éxito sin hacer ruido mientras el resto habla. Ganó como podía no haber ganado. Se pegó una pechada de kilómetros primero con otros seis colegas, luego fueron tres, luego se fue solo, luego volvieron a ser tres y después se volvió a buscar la vida en solitario como hacen los caballos salvajes.

Clasificación de la tercera etapa de La Vuelta 2016.
Clasificación de la tercera etapa de La Vuelta 2016.lavuelta.com

Con lo que no contaba el muchacho cuando el pelotón, por detrás, inició la subida al mirador, era con el ataque seco, duro y caliente del Movistar. Una muestra de autoridad, un golpe sobre el hormigón —que no asfalto de la subida—. Rubén Fernández, Valverde, Nairo, como si no hubiera un mañana, sin pensar que la Vuelta apenas ha comenzado. Solo Chaves se sumó a la feria azul marina mientras se clavaban Froome y Contador como si les hubieran clavado un cuchillo en las piernas. Froome reguló, especuló consigo mismo y tragó el sapo para engancharse de nuevo a los azulones. A Contador se le atragantó en la garganta como si se le hubiera enredado en la campanilla. Ya no pudo reaccionar. Y eso que el Movistar paró cuando vio flaquear a Valverde y a Nairo tras su marcha marcial. Y ahí perdió la etapa Rubén Fernández, que iba sobrado, pletórico, como una tormenta de noviembre. Tenía a tiro a Geniez, pero el parón solidario con sus jefes le dejó sin paga extraordinaria, aunque le regaló el maillot rojo de líder. No es mala prenda, aunque la historia se fija más en los vencedores de etapa que en los líderes ocasionales, intermedios. Él, sin embargo, no lo olvidará, aparezca o no en los libros de historia. Si no hubiera parado, y arrancado más tarde, hubiera ganado, pero quizás Valverde y Quintana hubieran perdido. Y la jerarquía obliga. Patrones y marineros.

Llegó el segundo y alzó los brazos. Bromas sobre si era despiste o felicidad. Él dijo que no, que le habían dicho que era líder por el pinganillo. Vaya usted a saber. Da igual. Era líder, su equipo se había exhibido, Froome había vuelto a tirar de la calculadora que guarda en la cabeza para minimizar daños y Contador había sucumbido al test de la primera cita. Ahora ya hay datos: Contador no está bien y es el primer damnificado de la disputa. Pero la Vuelta es larga. La Costa da Morte le dio la vida a Geniez y a Rubén Fernández. Dos tipos felices bajo un sol abrasador. La primera cita les fue bien. No temblaron. Acertaron.

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