Contador paga el primer peaje
El Sky supera por centésimas al Movistar en la contrarreloj por equipos y coloca de líder a Kennaugh
Una centésima, dos, tres. Hay pocas cosas que se pueden hacer en ese tiempo. Un beso, una mirada, un parpadeo. Así batió el Sky de Chris Froome al Movistar de Nairo Quintana y Alejandro Valverde. Una centésima, todo un ejercicio para los cronometradores, como si fuera la final de 100 metros (si no existiera Usain Bolt), como si una pedalada fuera el estanque dorado, como si las circunstancias prevalecieran sobre el yo del ciclista. Y el primer líder de la Vuelta a España, en homenaje -se supone- a los Juegos Olímpicos fue un especialista en el ciclismo de pista.
Peter Kennaugh se llama el muchacho, de 27 años, que fue el primero en entrar en la meta de Castrelo do Miño, con Froome cerrando el grupo de cinco, o sea dando tiempo a la contrarreloj por equipos, porque el primero es líder según el tiempo que marque el quinto. Y resulta que Froome debió dar una pedalada más profunda que los chicos del Movistar para obligar a los jueces a afinar sus cronómetros. La cosa estaba entre Valverde y Kennaugh y ganó el inglés, de la isla de Man, de Douglas, de la misma ciudad que Mark Cavendish, para más señas.
El podio parecía una sala de espera de un aeropuerto. Primero se sentaron los chicos del Dimension Data sudafricano, que lideraron la etapa durante buen tiempo. Tanto como el que reinaba en las orillas del Miño, entre el balneario de Laias y el parque náutico de Castrelo. Miraban el bello paisaje hasta que que llegó el Etixx y les mandó al hotel. El privilegio del paisaje era suyo, pero llegó el Orica y mandó parar (por algo es el equipo más simpático de la carrera) y el BMC de Samuel Sánchez. Todos apuraban sus opciones como si supieran que las centésimas son como el aria de una ópera.
Y ahí andaban el BMC y el Orica, disputando su centímetro de alfombra roja, buscando su líder pasajero para alojarlo en la zona de VIP, hasta que llegó Movistar, que había marcado tiempos medianos y tocó el silbato con Valverde a la cabeza. El murciano, que disputa su tercera gran vuelta en el mismo año, esprintó como si fuera el primer o el último día (ambos son parecidos). Pero llego el Sky, como un rayo del cielo y por una centésima lo borró el cielo. Una nube pasajera, habituales en Galicia, un remolino el Miño, una pedalada.
Peor le fue a Alberto Contador, que perdió 52 segundos respecto a sus grandes rivales (Nairo y Froome). Su equipo no es el mejor posible y va a tener que lidiar solo buena parte de la carrera. Mejor le fue al holandés Kruijswijk, probablemente el tapado, el vencedor moral de Giro, el ídolo caído en el asfalto, en peor momento posible. Su equipo,el Lotto, solo se dejó 23 segundos en el empeño.
Todos llegaron de cinco en cinco, los que puntúan. Es lo suyo. El premio a la solidaridad debería recaer en el IAM suizo. Llegaron los nueve a la meta, como si no hubiera un mañana, que de hecho no lo hay porque en la Vuelta certifica su rigor mortis. Anécdotas de un inicio que define los protagonistas. Contador frente a los sumos sacerdotes, Nairo Quintana con Valverde a la espalda y Froome en el reino de los cielos. Y Kruijswijk llamando a la puerta del cielo. Como Bob Dylan.
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