Pogba ya baila
El medio de Francia celebra su tanto con el típico movimiento ‘dab’ y recupera su fútbol
Una vez más, empezó el duelo torcido. Y eso que no quería complicarse la vida como acostumbraba, siempre en busca del pase complicado y el regate de adorno, también de sobras. Pero ni con esas. Falló las dos primeras entregas y en el siguiente intento alcanzó al trasero de Payet en vez de la carrera de Griezmann. Parecía que sería una nueva pifia de Paul Pogba, el medio de Francia y de la Juventus que pretende medio planeta del balón, pero que desde que comenzara la Eurocopa no había rendido ni de lejos, acaso en momentos puntuales que servían para recordar que es una fuerza de la naturaleza con una coordinación de pies sensacional. Pero frente a Islandia, un equipo rebajado, se espabiló a tiempo.
Fue Payet el que le reactivó. El 8 de Francia ya había probado unos cuantos lanzamientos de falta en el calentamiento –marcó un golazo por toda la escuadra que aún está buscando la pelota Costil, el tercer portero que hacía de sparring–, también algún golpeo largo desde el lateral. Quería probar su mejor herramienta, su bota derecha. Y la afiló bien porque en el segundo saque de esquina, en el minuto 20, puso la bola bien tensa al segundo palo. Y ahí apareció Pogba, que se cobró la posición con su cuerpo y saltó por encima de todos para rematar con virulencia a la red. Un gol de cabeza y de lo más reparador. Así lo entendieron sus compañeros, que fueron a abrazarle, a sisearle ánimos a los oídos, a darle palmadas en la cabeza y espalda, a decirle que simplemente era cuestión de tiempo. Pogba asentía, afirmaba con la testa y una pose de lo más engreída, y pedía un poco de espacio para poder expresarse. Y lo hizo a su manera.
Pogba asentía, afirmaba con la testa y una pose de lo más engreída, y pedía un poco de espacio para poder expresarse
Hace ya unos meses que en Estados Unidos el grupo de raperos Migos puso de moda el ‘dab’, unos bailes con la cara en el hueco del codo y el brazo contrario estirado hacia el lado opuesto. Una especie de tiro de disco unido al de jabalina, un remix entre la celebración de Kiko Narváez y las gesticulaciones de Usain Bolt tras ganar en los 100 o 200 metros. Un movimiento, además, que ha hecho suyo el deporte gracias al running back de los Cincinnatti Bengals, Jeremy Hills, que se arrancó a hacerlo tras un touchdown en la primera jornada de la NFL. LeBron James se sumó por las pistas de la NBA en algún que otro calentamiento y Pogba recogió el guante en la Serie A, después de marcarle un gol a la Sampdoria. El festejo gustó a más de un compañero, como Dybala, y anoche Pogba lo bailó en el Stade de France para regocijo de una afición bleu que le reclamaba dar más de un paso al frente.
El gol fue una inspiración para Pogba, que al fin recobró el sentido colectivo del deporte, más pendiente de hacer jugar que de jugársela. Así se explicó tras una contra, cuando se giró furioso para solicitar a los delanteros que ayudaran y estrecharan las líneas. También se vio tras el cuarto tanto, cuando todos abrazaron a Griezmann –bueno, Payet le limpió la bota, en una celebración ya famosa por París– y él cogió a Sissoko por la solapa y le recriminó un movimiento defensivo, más pendiente del pasillo interior (lógico porque es otro medio reconvertido por Deschamps para dar más y más músculo al equipo) que del carril y el rival que subía por su lado. “En Francia tengo más responsabilidades defensivas”, exponía el futbolista antes de iniciar la Euro. Y dejaba su coletilla: “Por lo que no puedo incorporarme tanto al ataque”.
Ocurrió que con el 4-3-3 que probó al inicio del torneo, sí que tenía libertad para atacar porque el mediocentro (Kanté) y el otro volante (Matuidi) le guardaban las espaldas, hasta el punto de que ante Rumanía chutó tres veces desde fuera del área; una al larguero. Pero no le salía nada y Deschamps lo sentó de inicio en el siguiente encuentro ante Albania, que será recordado por su corte de mangas al público. Sirvió el castigo porque ante Suiza jugó a ratos su mejor fútbol. Perdió fuelle ante Irlanda y regresó de una vez por todas anoche, en un Stade de France que coreó su nombre en un par de ocasiones. Cambios de orientación, toques de primeras, tackles al estilo inglés y un repertorio que demuestra que Pogba es un futbolista total. Fue, claro, ante Islandia, una selección menor a la que se le acabó el cuento de manera abrupta porque apenas opuso resistencia como sí hiciera ante Portugal o Inglaterra, a la que eliminó. Queda por ver cómo responderá ante Alemania, una selección puntera, toda una campeona del mundo.
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