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Caparrós, el favorito

El entrenador andaluz es el principal candidato a recoger el testigo de Vicente del Bosque en el banquillo de la selección española

Rafael Pineda
Caparrós, en 2014, al frente del Levante
Caparrós, en 2014, al frente del Levantecordon

El móvil de Joaquín Caparrós no para de recibir mensajes de felicitación por su elección como nuevo seleccionador nacional, pero ese extremo no está ni mucho menos confirmado. Es, eso sí, el principal candidato a suceder a Vicente del Bosque, el favorito del presidente federativo Ángel María Villar. "Es un orgullo y todo entrenador de este país aspira a dirigir algún día a España", afirmó el técnico andaluz, natural de la localidad sevillana de Utrera, a los numerosos medios que le interpelaron después de que su nombre saltara a la palestra como opción para hacerse cargo del equipo nacional.

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La selección sería el colofón para un técnico que vive el fútbol con una enorme intensidad, que lleva más de 500 partidos dirigidos en Primera División y que ha sacado rendimiento a casi todos los equipos que ha entrenado gracias a un enorme pragmatismo. Una visión práctica de la vida que le sirvió ya para avisar a los que no ven demasiado acertada su elección por parte de Villar. España, que ha hecho del toque su seña de identidad, se pondría en manos de un entrenador cuyos equipos no se han caracterizado por un fútbol brillante. "Cada uno juega según los jugadores de los que dispone", aclaró Caparrós. Miembro de la junta de la Federación en representación de los entrenadores, el andaluz se ha ganado la estima del presidente. Hasta el punto de que, en el paro como está, ha rechazado varias ofertas para trabajar consciente de que estaba muy bien colocado en las quinielas sucesorias.

Sevillista casi de cuna, Caparrós se ganó un nombre en el fútbol español después de una etapa de éxito en el Sevilla. Todo era nuevo en aquel equipo el verano de 2000. Caparrós había tenido experiencias como entrenador en el Conquense y el Recreativo entre otros. El Sevilla apostó por su fichaje en un momento delicado, sin un euro en las arcas y con Monchi de estreno en la dirección deportiva. Entre los dos construyeron un proyecto que subió al Sevilla a Primera División como campeón y forjó los cimientos de un equipo que luego fue grande. Lo hizo con las que son sus señas de identidad: un grupo fuerte basado en una buena defensa y valentía para sacar jugadores de la cantera. Fiado a Javi Navarro y Pablo Alfaro como líderes de ese equipo, Caparrós sacó a futbolistas que han sido campeones del mundo, caso de Sergio Ramos y Jesús Navas, así como otros que tenían indudable proyección, como el luego fallecido Antonio Puerta.

"Cada uno juega con los jugadores que dispone", aclara el técnico, que es el preferido por el presidente Villar

Estuvo en el Sevilla desde 2000 a 2005 y dejó en Europa a un equipo que cogió en Segunda. Su filosofía caló en el sevillismo, aunque las formas de ese equipo despertaron algún recelo. "Prefiero el balón en la grada en un córner a favor que un contragolpe del rival", le decía a sus jugadores sin tapujos. "Si vamos ganando, no hay partido en los últimos cinco minutos", añadía. En ese periplo, Caparrós tiene paciencia con futbolistas como Dani Alves y redefine como jugador a Julio Baptista. El brasileño llegó como medio centro y lo hizo triunfar como segundo delantero antes de traspasarlo por un dineral al Real Madrid.

El Sevilla y Caparrós separaron sus caminos en 2005. Había marcado el camino para un equipo que luego se superó con la llegada de Juande Ramos y grandes jugadores como Kanouté o Luis Fabiano. Fichó por el Deportivo, que comenzaba la cuesta abajo tras los gloriosos años con Irureta. En A Coruña no gustaron demasiado sus formas, pero aguantó el tipo en un equipo que había dejado de ser el gran conjunto de principios de siglo. Tras el primer año quiso romper el contrato que le unía al club gallego para marcharse a Osasuna, desencantado por el funcionamiento del club que presidía Augusto César Lendoiro. Aguantó un año más antes de pactar su salida cuando le quedaba todavía un año de contrato. Aludió al "desgaste" y explicó que el proyecto que emprendía el Deportivo necesitaba "la máxima ilusión". La suya estaba en Bilbao.

Biografía e ideario

La transición de La Roja

Siendo entrenador del Athletic, el técnico utrerano relató su biografía y su ideario en una extensa entrevista con EL PAÍS en octubre de 2008 de la que rescatamos los fragmentos más destacados.

“Era un centrocampista tirando a talentoso. Estuve cinco o seis años en la cantera del Real Madrid. Llegué con 14 años. Mi padre se mudó a Madrid a fundar una constructora. Coincidí con San José, Magdaleno, Escribano, Casuco, García Hernández, García Cortés... Tuve de técnicos a Manolo Sanchís, Juan Santisteban, Teodoro Nieto...”.

“En el Madrid me enseñaron el respeto por el rival, a no dar un partido por perdido y, si vas ganando 4-0, buscar el quinto. Eso es el Madrid. Es un machaque diario que acaba por configurar una mentalidad ganadora. Molowny estaba allí de nueve a nueve, conocía a todos los futbolistas. Si un chaval no jugaba, preguntaba a su entrenador por qué no le había sacado”.

"Jugué en el Castilla, pero no triunfé. Luego, fui cedido, me casé jovencito, tuve que replantearme mi vida, me fui a Cuenca, empecé a compaginar el fútbol con el trabajo... Jugando en el filial del Conquense, el entrenador se fue por causas personales y el presi me ofreció el puesto. Le dije que sí y... hasta hoy".

“¿Presión? Presión la tenía cuando ganaba tres pesetas y, para sacar adelante a la familia, me jugaba mi puesto de trabajo e iba todos los días de Cuenca a Cáceres [entrenaba al Moralo, de Navalmoral de la Mata]. Hacía 700 kilómetros todos los días en coche porque quería ser alguien en el fútbol. Me levantaba a las siete, salía de trabajar a las doce, llegaba a las seis a Navalmoral, descansaba en una casa que tenía allí, entrenaba a las ocho y a las tres o las cuatro llegaba a Cuenca. ¿Presión ahora, que económicamente estamos bien, mis chavales están criados y entreno al Athletic? Me dan rabia los malos resultados, pero eso no es presión”.

"Tras el fracaso de la selección española en el Mundial de Brasil de 2014 Caparrós se pronunció así sobre el estilo de La Roja y su evolución. "Sería un total contrasentido abandonar ahora el camino que nos ha dado tantos éxitos. No es un estilo basado solo en el toque, como se dice, sino en el talento de los jugadores españoles, que son formidables. Hay que potenciar el trabajo de base para pulir el talento de los jóvenes y me consta que en las categorías inferiores se está trabajando mucho en ese aspecto. Si se han producido malos resultados es por la naturaleza del juego: tiene un componente de azar importante. Hablan de que hay que tener un plan B y eso es algo relativo. Podemos hablar de variantes tácticas que te puedan ayudar. Se puede potenciar el juego por bandas porque España tiene futbolistas, afortunadamente, de todos los perfiles".

En el País Vasco, en el Athletic, vivió la tercera etapa importante de su carrera. Su innata capacidad de supervivencia se expuso de manera rápida, cuando pasó de ser Joaquín para convertirse en Jokin. En una entidad tan especial como el Athletic pudo disfrutar de su cantera, apostó por jugadores como Muniain y desarrolló todo el talento de Fernando Llorente, al que dio continuidad. Otro campeón del mundo labrado en sus manos. Al Athletic lo clasificó para una final de Copa en 2009, eliminando al Sevilla de su alma en semifinales al darle un soberano repaso. Él Athletic no llegaba a una final desde 1985. Cayó ante el Barcelona de Guardiola, pero Toquero dio esperanzas al adelantar al equipo rojiblanco, finalmente superado por 4-1. En su debe, como siempre, la idea generalizada de que el Athletic podría jugar mejor que como lo había hecho bajo su dirección.

Insaciable y siempre con ganas de entrenar, Caparrós se fue posteriormente al Mallorca. Curiosamente, lo ficha un hombre, Lorenzo Serra Ferrer, con el que tuvo grandes diferencias cuando este entrenaba al Betis. El fin justifica los medios, pensó Serra, consciente de que Caparrós suele asegurar los objetivos. Con el Mallorca se plantó en el Benito Villamarín después de un 5-1 del Sevilla al Betis y le enseñó una manita a la grada mientras le insultaban los aficionados verdiblancos. "He saludado a los hinchas más radicales del Betis", contestó Caparrós sin inmutarse a la conclusión de un partido que el Mallorca ganó 0-1. De la isla se despidió con el objetivo de la salvación cumplido.

Siempre bien colocado, volvió a encontrar trabajo. Le llamó el Granada. Iban 15 años de trabajo en Primera sin perderse una campaña. Quizás sea la de la ciudad de la Alhambra la etapa menos favorable de su periplo en los banquillos. No le cogió el aire a una plantilla llena de extranjeros, donde le fallaron los jugadores nacionales, en los que el preparador se suele apoyar para controlar el grupo y el vestuario. Quique Pina acabó despidiéndolo después de ser muy paciente. La afición del Granada no guarda un buen recuerdo de su presencia en el club nazarí. Quizás sea el único borrón en cuanto a resultados de este trabajador del fútbol que ahora puede asumir un reto mayúsculo, el de enderezar el rumbo de una selección campeona hace muy poco. No faltarían trabajo ni carácter. Tampoco valentía. Y como buen superviviente, a España no le abandonará el toque. Eso sí, con más chispa. A Caparrós, como a Luis, solo hay algo que de verdad le preocupa: ganar, ganar y ganar. Por el camino puede quedar algún detalle, pues a veces resulta imposible controlarlo todo para este enfermo del fútbol.

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