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Del Bosque: un equipo, una selección

El seleccionador busca contra Turquía una mejora ofensiva a partir del mismo once que ganó a la República Checa

Ladislao J. Moñino
Vicente del Bosque durante el entrenamiento que dirigió en Niza
Vicente del Bosque durante el entrenamiento que dirigió en NizaLUIS SEVILLANO ARRIBAS (EL PAÍS)

En su empeño por trasladar en la medida de lo posible el concepto de club a la selección Vicente Del Bosque elabora listas de convocados y alineaciones. En su reflexión más reduccionista del partido contra la República Checa expresa un “no estuvo mal” . Tres palabras que sintetizan sus pensamientos. Por un lado, cierta satisfacción que le pide repetir equipo, y así será salvo sorpresa. Por otro, revela inconformismo y la necesidad de mejorar a partir de ese mismo once. Es muy posible que lo que no le agrade hoy ante Turquía sea objeto de recambio en los próximos partidos.

La presión y la pasión turca. España se encontrará hoy a una selección que si no se encoge tratará en diversas fases de imponer un ritmo frenético en la presión alta o media. En esas condiciones es cuando aparece la famosa versión de la pasión turca: un equipo desenfrenado al que no le importa la ida y la vuelta. Turquía puede ser el primer rival en esta Eurocopa que trate de agobiar a España en la salida del balón. La seguridad de Sergio Ramos y Piqué para jugar en corto y en largo y la de Busquets, muy cerca de ellos, será fundamental.

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Cesc como escudero de Busquets. España utiliza un 4-1-4-1 en defensa, pero desde que Del Bosque adoptó este sistema en la fase de clasificación a la hora de iniciar el juego siempre uno de los volantes ha sido un apoyo constante para Busquets. Cesc Fàbregas, de momento, es el encargado de ello. Esto le obliga a retrasarse y a alejarse del área para ser menos trascendente con el balón en zonas de peligro. Contra la República Checa, su ritmo de balón no fue bueno y fue mejorado con la entrada de Thiago. La jerarquía le dice a Del Bosque que debe darle otra oportunidad a Cesc, pero puede ser la última. Thiago, Bruno y Koke están en guardia.

Terim, el sacrificio y los espacios. Esos partidos locos en los que los turcos se desenvuelven muy bien se propician porque sus jugadores más ofensivos e incluso a sus dos laterales les cuesta volver hacia atrás cuando se proyectan en ataque. Si esa circunstancia se da será el momento de medir la capacidad de Morata al contragolpe y la de los centrocampistas españoles para elaborar transiciones rápidas.

Ataque estático y la segunda línea. Del Bosque acabó satisfecho de los movimientos de desmarque de Morata y de la amplitud que tanto Juanfran y como Jordi Alba y Nolito le dieron ante una selección tan bien replegada como la República Checa. La cuestión a mejorar reside en una mejor conexión de Morata con la llegada de sus compañeros cuando recibía de espaldas. “Los delanteros deben interpretar el juego de nuestros centrocampistas”, advirtió el técnico al término del partido.

Las individualidades turcas a controlar. Salvo un par de despistes, Del Bosque acabó satisfecho con el trabajo defensivo ante los checos porque no se concedieron contras pese a jugar en campo contrario casi todo el partido. Arda Turan, imprevisible como siempre, salió muy tocado del partido ante Croacia. Tiene ganas de revancha y si está inspirado puede propiciar el regreso del ardaturanismo, es decir, genialidades decisivas. Çalhanoglou, el volante del Leverkusen, tiene un disparo terrible a la carrera y a balón parado, por lo que las faltas cerca del área pueden ser un suplicio. También enrosca muy bien los saques de esquina y las faltas laterales.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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