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Descubriendo a Gaitán

‘O Mágico’ se gana los elogios por su habilidad y por su despliegue

Nicolás Gaitán regatea al chileno Gonzalo Jara, en un partido disputado en la Copa América.
Nicolás Gaitán regatea al chileno Gonzalo Jara, en un partido disputado en la Copa América.AFP

“¿Pesarme? Nooo… jugar al fútbol no me resulta ningún peso extra. El fútbol es lo que amo, lo que me sale”, afirma Osvaldo Nicolás Fabián Gaitán (San Martín, Buenos Aires, 1988) sin cambiar el gesto, sin el más mínimo atisbo de fanfarronería. Y no queda otra que creerle, porque en realidad nada se sale de la norma en la vida de este zurdo con pinta de no haber roto nunca un plato, que surgió del Boca Juniors, se hizo grande en el Benfica y llegará probablemente al Atlético la próxima temporada.

A Gaitán, que redujo a un minimalista Nico los muchos nombres que figuran en su documento, no le gusta el lujo ni la exposición mediática. Tendría derecho que así fuera, lo habilita su historia, una de tantas en este mundillo: nacimiento en barrio humilde, familia de ingresos modestos, esfuerzo y sacrificio de los padres para que el pibe habilidoso triunfe en el fútbol... Pero no es el caso.

“Si volviera a nacer me gustaría hacerlo en el lugar donde lo hice. Fui muy feliz en mi infancia”, señaló con tono calmo hace unos meses en una entrevista en Portugal, y con esa misma tranquilidad, y sin ansias de revanchas contra la vida, viene asumiendo una carrera que crece a paso lento pero de manera firme.

El lunes pasado, en el debut de Argentina en la Copa América Centenario, tuvo que reemplazar nada menos que a Messi. “No esperamos que sea Messi sino el mismo que juega en el Benfica”, había dicho Martino antes del partido ante Chile, y O Mágico, como lo apodaron en Lisboa, cumplió con el pedido, en 90 minutos que le sirvieron casi como carta de presentación incluso para el hincha argentino medio, que apenas le conoce.

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Poco queda hoy del delantero que Carlos Ischia hizo debutar en Primera División con la casaca del Boca a mediados de 2008. Ni siquiera del que logró consolidarse como titular al año siguiente, el último que jugó en su país. “Empezó como enganche, que era su posición en la cantera”, recuerda Alberto Moreno, integrante del grupo Imborrable Boca, uno de esos colectivos donde se conoce todo sobre la cocina del club. “Pero el que le encontró el puesto fue el Coco Basile, que le pidió la misma función que tenía Messi en el Barcelona: segundo punta arrancando de tres cuartos de campo, por cualquiera de los dos costados y con libertad”.

Efectivamente, en aquel equipo que compartía con Juan Román Riquelme (uno de los ídolos infantiles de Gaitán junto a Zidane), Martín Palermo y Federico Insúa, Nico ponía la explosión. “Pero era un futbolista que solo jugaba a partir del momento que le llegaba la pelota. Fuera de eso, no tenía ningún compromiso con el equipo”, recuerda el periodista Sebastián Scoch, un especialista en el universo boquense.

Nico Gaitán festeja un gol jugando para el Benfica.
Nico Gaitán festeja un gol jugando para el Benfica.AFP

En Santa Clara, en cambio, se vio un jugador muy diferente a aquel que dejó Boca en 2010. “Si Ramón Maddoni [que formó a Riquelme y Tévez] me enseñó los fundamentos del fútbol, Jorge Jesús me enseñó a ser más táctico y jugar en equipo”, explica Gaitán, que compartió cinco temporadas en Benfica con el exitoso técnico portugués. Los resultados se pudieron observar en el 4-2-3-1 que plantó Martino el lunes. Nico se movió sobre la derecha, con la obligación de lastimar en ataque pero sobre todo de participar en la presión defensiva cuando el equipo necesitaba recuperar el balón. Y lo hizo con tanto éxito que acabó cosechando más elogios por su despliegue que por su habilidad en el uno contra uno o su capacidad para asistir a los delanteros.

Este viernes vuelve Messi, y Gaitán espera qué pasará con él. Nico toma mate y disfruta de su primera Copa América. Sin sacar pecho, con esa pinta inmutable de no haber roto nunca un plato.

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