Rafael Nadal y el club del ‘sprint’

“Today it’s easy for you, eh?”. Bromeaba Rafael Nadal con una de las traductoras del torneo, en la sala de prensa, después de apear en un santiamén al australiano Samuel Groth y aligerar así la labor de la señora, que apenas tuvo que teclear durante el turno de preguntas en inglés por lo liviano del partido. El cañonero australiano, un compendio de despropósitos técnicos y tácticos, endulzó el inicio del balear en Roland Garros, que solo una vez, en 2014, había asistido a una puesta de largo tan imponente del español. Entonces también solo cedió tres juegos, frente al estadounidense Robby Ginepri (6-0, 6-3 y 6-0), pero empleó 22 minutos más que en esta ocasión, resuelta con un triple 6-1 en solo 1h 20m.

Fue un arranque demoledor de Nadal, pero viendo la resistencia que opuso Groth debe ser enmarcado en su debido contexto, como incidía el propio vencedor. “Lo que tenía que hacer lo he hecho bien, y con eso me quedo”, expresó el de Manacor. “Es obvio que él juega mejor en superficies más rápidas, pero he ganado y estoy en la segunda ronda sin sufrir. Le he hecho el break demasiado rápido y eso para él ha sido un bajón”, añadió antes de conocer que en la siguiente fase su rival será el argentino Facundo Bagnis, 99 en el ranking y con el que no tiene precedente alguno hasta ahora.

Más allá del desaguisado de su rival, Nadal completó un ejercicio de solvencia, buenísima receta para comenzar. Incurrió solo en tres errores propios, su mejor registro en los 229 partidos que ha disputado en los Grand Slams. Fue una magnífica de volver a poner el pie sobre la arena parisina, en la que solo consiguió un marcador más holgado hace cuatro años, en 2012, frente a su camarada Juan Mónaco; ese día batió al argentino por 6-2, 6-0 y 6-0 (tras 1h 46m) en la tercera ronda. Previamente, en 2008, ya logró otros triunfos contundentes en el major francés, contra Fernando Verdasco (6-1, 6-0 y 6-2 en la tercera ronda) y Nicolás Almagro (triple 6-1 en los cuartos).

De azul turquesa, desafiando la estética grisácea que predomina en París durante estos días, Nadal marcó ritmo a mediodía y luego otros decidieron cogerle rueda. Lo hizo Novak Djokovic, flamante número uno, que se deshizo en el estreno del taiwanés Yen-Hsun Lu, reducido (6-4, 6-1 y 6-1) en otra exhibición de velocidad que se extendió una hora y media clavada. Y a ellos se sumó también David Ferrer, ya en el turno de tarde. El alicantino, poco afinado esta temporada, fue aún más rápido y fulminó al ruso Evgeny Donskoy en 1h 26m, cediéndole solo tres juegos (6-1, 6-0 y 6-2), al igual que Nadal.

Sin embargo, fue la reina del circuito la que menos tiempo permaneció sobre la pista. Serena Williams despachó a Magdalena Rybarikova en un abrir y cerrar de ojos: 6-2 y 6-0, en 42 minutos. Del fabuloso cartel que tenía ayer la jornada, entre las figuras, solo Andy Murray no atendió al guion. El escocés necesitó cinco sets (3h 41m) para doblegar al veterano Radek Stepanek (37 años), en un pulso que se reanudó tras la suspensión del día anterior, a causa de la lluvia. Esta vez, el cielo dio una tregua y Nadal, Nole, Ferrer y Serena corrieron, corrieron y corrieron.