Valerón regresa a Riazor

“Si hubiera tenido la oportunidad de jugar en uno de los todopoderosos habría logrado algún Balón de Oro”, asegura Víctor Sánchez del Amo sobre Juan Carlos Valerón. El futbolista canario, que cumplirá 41 años en junio, regresa hoy a Riazor, el estadio que conoció los mejores años de un jugador diferente, un adelantado que de nacer diez años después estaría también muy próximo a ese reconocimiento mundial al que alude el entrenador del Deportivo, durante seis temporadas su compañero en el club gallego y eventualmente en la selección española con la que, por ejemplo, se juntaron en el mismo once ante Austria la noche que aseguró el pase al Mundial de Corea y Japón. Manuel Pablo y Diego Tristán también se alinearon de inicio en aquel equipo de base deportivista.

Quizás la vitola de Valerón, el aura de naturalidad que le acompaña, le aleja de la pompa del futbolista que acapara portadas. Anoche se presentó en un céntrico hotel coruñés y atravesó su vestíbulo como una estrella de cine, rodeado de cámaras y requerimientos. Durante todo el trayecto la sonrisa no se le borró de la cara. “Trato de dejarme llevar y tomarme todo con naturalidad, como soy yo”, explicó con su característica entonación cuando le preguntaron por el recibimiento. Le aguardaban amigos, conocidos, admiradores y una nutrida representación de las dos peñas de aficionados que llevan su nombre, una en A Coruña y otra en Arguineguín. “Mis dos casas, porque no puedo decir que A Coruña sea mi segunda casa”, concedió. Deportivo y Las Palmas se enfrentan esta noche (20,30. Canal + Liga), pero hay un tipo que les pone de acuerdo en la misma pasión. “Que pueda estar junta gente de ambas aficiones y aceptar de manera tan normal y natural que antes defendía a un club y ahora a otro, siempre implicado al máximo, es algo maravilloso”, asegura.

Valerón jugó trece temporadas y disputó 328 partidos con el Deportivo, ganó y se exhibió con el equipo gallego en los mejores escenarios del continente. Cuando el club dio varios pasos atrás en su poder económico y deportivo él se mantuvo junto a su inseparable Manuel Pablo como nexo entre generaciones. Bajó a Segunda, capitaneó el regreso y volvió a conocer el amargor del descenso justo la temporada que había anunciado su adiós al club rompiendo un vínculo plurianual, decepcionado con actitudes, pautas y estilos que sus códigos de comportamiento le impiden detallar en público. Meses después, ya en Las Palmas, volvió a Riazor para enfrentarse al Deportivo y, pese a ser recibido con honores, no acabó de sentirse cómodo. “Estaba todo muy reciente y no lo disfruté como me hubiese gustado. Ahora será distinto, más tranquilo y relajado, con los sentimientos muy definidos, muchos recuerdos en la cabeza y el deseo de disfrutar”, explica.

Vuelve Valerón y se encontrará con Manuel Pablo, su hermano, su compañero tantos años, desde que cuando eran juveniles le hacía correr la banda en busca de medidos pases al espacio. “Estuve todo el día pendiente de si Manuel entraba en la convocatoria, mándandole mensajes toda la semana para saber si iba a llegar al partido”, confesaba Valerón ya en A Coruña. El zaguero, que también pasa de los cuarenta, ha apurado la recuperación de una lesión muscular para que el reencuentro se produzca al menos sobre el césped, quien sabe si incluso de corto. Tantas veces se apuntó la retirada de ambos que no parece prudente asegurar que sea la última oportunidad para verles así. “Estoy muy satisfecho con mi trayectoria, con lo que he vivido y lo que estoy viviendo. Déjenme disfrutar de jugador el tiempo que me quede, después ya se verá”, pidió Valerón cuando le preguntaron si se ve a corto plazo en un banquillo como entrenador. Dicen quienes le conocen que también ahí romperá moldes.