El todo y la nada de Fernando Torres
En 10 minutos, el delantero marca de nuevo en el Camp Nou y es expulsado por dos entradas a destiempo
La fachada del hotel Juan Carlos es un muro acristalado que nace en el suelo y muere en una altura que le confiere la categoría de rascacielos. La luz penetraba limpia en el hallpor el que deambularon con tranquilidad varios jugadores del Atlético en la tarde del lunes y la mañana del martes. Por allí también se dejaron ver sonrientes Diego Pablo Simeone y Germán Burgos. Desfilaron los dos técnicos camino de sus habitaciones con una algarabía en la que no parecía afectarles la baja de Savic ni la trascendencia del duelo. En la expedición, altos directivos del club hablaban de que el equipo había cumplido el objetivo en la Champions metiéndose entre los ocho mejores equipos de Europa y que el tercer puesto en la Liga es ya solo cuestión de unos pocos puntos.
La atrevida alineación de Simeone entroncó con los mensajes que lanzaban desde todos los estamentos de que el partido había que jugarlo y que el Barça era quien tenía más que perder. De salida Carrasco, Griezmann y Fernando Torres en el once. La elección por el trío significaba el sacrificio de Augusto y rompía con esa línea de cuatro centrocampistas que se ha convertido en el armazón sobre el que trata de sostenerse el Atlético en su día a día liguero.
El plan le funcionó a Simeone. Desde el primer minuto ordenó una presión arriba cuando el Barça sacara de fondo y diseñó el ataque para que Carrasco y Griezmann salieran por las bandas y Torres rompiera por el medio. Dinamitada la circulación del Barça, Koke y El Niño repitieron la secuencia del pasado sábado ante el Betis, aunque cambiaron la dirección. Si ante los verdiblancos el desmarque de Torres fue hacia la izquierda, esta vez lo hizo hacia la derecha para ganarle la espalda a Mascherano y Piqué y superar a Ter Stegen con un derechazo que perforó las piernas del meta alemán. Corría el minuto 27 y el gol no hizo más que confirmar la superioridad del Atlético y que la apuesta de Simeone por Torres estaba bien encaminada hasta que el control se convirtió en descontrol.
En los diez minutos que transcurrieron desde su tanto a la expulsión, Torres operó con la misma jerarquía para definir que con la inexperiencia de un novato. Nada más ejecutar a Ter Stegen persiguió a Neymar, que salía a trompicones de varios regates desde un costado hacia adentro. Quizá queriendo marcar territorio. Torres le mandó un recado al brasileño. Una patada por detrás a pocos metros del colegiado alemán Felix Brych, que le mostró la tarjeta amarilla.
Primera roja en Champions
Poco después, Torres se pasó de frenada cuando Busquets se disponía a recibir de espaldas a la altura del centro del campo. Arrolló al mediocentro azulgrana por detrás y El Niño vio la segunda tarjeta. Su primera expulsión en la Liga de Campeones desembocó ya en otro partido. Simeone no daba crédito a la decisión del alemán. Sus cabeceos y su rostro denotaban el sufrimiento que le aguardaba a los suyos. Otra vez con inferioridad en el Camp Nou, como en el partido de Liga. Para el técnico argentino, sobraba esa segunda tarjeta.
Pudo el Atlético aguantar hasta el descanso la ventaja en el marcador e incluso inició el segundo tiempo amenazado con un cabezazo de Filipe Luis y un centro de Carrasco raso que se paseó por la barbilla de Ter Stegen sin que nadie del Atlético llegara a rematarlo. El belga fue una pesadilla para la defensa del Barça una vez más. Duró una hora sobre el terreno de juego, aún falto de fondo tras su lesión de tobillo. Cuando fue reemplazado por Augusto, a Simeone y los suyos ya no les quedó más remedio que refugiarse en su área y defender una de las frases que también se había incubado en el vestuario. “Salir vivos”. Y salieron. Pero pudieron hacerlo como vencedores sin esos diez minutos locos de Torres.
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