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El Wolfsburgo es el destino que sonríe

El cruce con el asequible equipo alemán alivia las tensiones del Madrid, que afronta la Champions como una última oportunidad

Schürrle (izquierda) y Draxler, celebran un gol.
Schürrle (izquierda) y Draxler, celebran un gol.PETER STEFFEN (EFE)

El Wolfsburgo era el rival más deseado del bombo de Nyon. Equipo sin gran tradición europea, ganador de la Bundesliga en 2009, en la última década no se ha caracterizado por una línea de juego definida tanto como por su condición de trampolín para futbolistas en progresión. Lo preside Francisco Javier García Sanz, miembro del consejo de la Volkswagen, madrileño, madridista, y buen amigo de Florentino Pérez, su homólogo en el Madrid. El encuentro de ambas entidades en cuartos de final de la Champions solo puede interpretarse como un acontecimiento feliz para los bandos implicados. El Madrid se considera afortunado. El Wolfsburgo también.

El Wolfsburgo celebra la ocasión de reencontrar amigos prestigiosos y el Madrid se frota las manos porque de este modo no se cruzará con el Benfica, ni el Barça, ni el Bayern, tres campeones del torneo; ni contra el Atlético, el City o el PSG, tres de los equipos más potentes que existen. Solo resta saber si el peso de la condición de favorito será suficientemente llevadero para Cristiano y sus colegas.

El Wolfsburgo es un conjunto muy inferior al Madrid. Se clasificó para cuartos tras eliminar al endeble Gante. Buscará la machada ante el Madrid, claro favorito para meterse en semifinales, en un duelo inédito en Champions.

En Alemania achacan la presencia del Wolfsburgo entre los ocho mejores de Europa a su asequible cruce de octavos con el Gante, más que al fútbol que viene desplegando durante el curso. Se esperaba más de este equipo patrocinado por la Volkswagen como alternativa al Bayern en la Bundesliga. Su entrenador Dieter Hecking no ha logrado dotar de estabilidad al juego, demasiado tendente a las lagunas defensivas. El Wolfsburgo se caracteriza por un fútbol de oleadas, capaz de hacer goles en fases de juego intensas y de ida y vuelta, pero también de quebrarse y encajar goles con demasiada facilidad.

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Julien Draxler es uno de esos clásicos centrocampistas alemanes que lo hace todo bien: buen pase, visión, desborde y disparo. No acaba de explotar con regularidad y no ha logrado llenar el hueco dejado por De Bruyne, pero ha enseñado en esta Champions perlas como la jugada del gol del Wolfsburgo en el estadio del Gante, en la que exhibió su cambio de ritmo. Max Kruse está a caballo entre un segundo punta y un enganche. Tiene desborde y mucha movilidad. Con Bas Dost lesionado, si forma pareja con Schürrle, estamos ante un equipo que trata de dejar sin referencias a los centrales contrarios. Arnold es un organizador bien dotado técnicamente, pero poco sacrificado en defensa.

Poco sólido pese a Guilavogui y Luiz Gustavo

Sorprende que un equipo con esa pareja de mediocentros de tanto despliegue físico como son Guilavogui y Luiz Gustavo se haya mostrado hasta el momento tan vulnerable defensivamente. La facilidad con la que le llegan en muchos momentos de los partidos quizá tenga que ver más con el poco sacrificio defensivo y el desorden de los de arriba. Si mirando a la portería contraria puede ser un equipo eléctrico de mucho ritmo, sus revoluciones bajan corriendo hacia atrás.

Cuando Hecking decide alinear a Vierinha en banda derecha asume muchos riesgos. Extremo virguero reconvertido a lateral, sufre mucho con sus pares cuando estos le exigen en defensa. A la izquierda, el suizo Ricardo Rodríguez exhibe potencia y buen pie para los centros y los lanzamientos de libres directos y penaltis.

El Madrid visitará el Volkswagen Arena el 6 de abril, tres días después de pasar por el Camp Nou en un clásico de Liga en el que no tendrá mucho que ganar y sí mucho que perder. El Wolfsburgo parece el adversario más propicio en circunstancias tan delicadas.

El Madrid de Zidane ha agotado todas sus posibilidades en Copa y en Liga y ahora se aferra a la Champions como a la tabla de salvación, no solo de la temporada. Gran parte del orden social y la estabilidad institucional del club de Chamartín pasan por el éxito en esta competición. El Wolfsburgo se presenta como una sonrisa del destino.

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