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La mejor derrota de la historia

Aunque el Lusitanos perdió ante el West Ham, nunca hubo un rival tan célebre en Andorra

Jordi Quixano
Los hinchas del West Ham en el campo del Lusitanos.
Los hinchas del West Ham en el campo del Lusitanos.javi martín

Antes del partido, reunió a la plantilla en una sala del modesto hotel de Londres donde se hospedaban la semana pasada. “Hay en diferentes aspectos en donde somos iguales o mejores”, se arrancó Xavi Roura, entrenador del Lusitanos de Andorra; “como en la fuerza del corazón. Pensad que mañana volveréis a poner un enchufe o simplemente trabajaréis en lo vuestro, pensad también en vuestras familias”. Y el equipo salió al césped de Upton Park, estadio del West Ham, emocionado por la ocasión. “No les podía decir que les jugáramos de tú a tú, no me hubieran creído”, reconoce ahora Roura. “Nos llegó el mensaje”, cuenta Leo Maciel, carrilero derecho. “Yo les dije que tenían que disfrutar, que estas experiencias pasan pocas veces y al final del encuentro no nos debíamos reprochar nada”, añade Edu Moya, exjugador del Tenerife, Mallorca, Recreativo y Celta, entre otros, fichado para estos encuentros de la previa de la Liga Europa. Perdieron por 3 a 0 y anoche, en la vuelta, cayeron por 0 a 1. “Ha sido el partido más importante a nivel de clubs en Andorra y debemos aprender a valorarlo”, explica Roura. Más que nada porque nunca antes había jugado un equipo de la Premier en el Principado.

Nuestro presupuesto es el coche que lleva Andy Carroll” Xavi Roura, técnico del Luisitanos

La capitalidad del duelo desbordó al Lusitanos, sobre todo cuando el club londinense solicitó 2.000 entradas para sus aficionados. Un problema mayúsculo porque su estadio sólo alberga a 1.100. “Pedimos al Gobierno que nos dejaran el Estadio Nacional, donde caben 3.300”, cuenta el presidente Antonio da Silva. Pero se llevaron un no por respuesta porque ya tenían el recinto alquilado para el Nike Camp, donde desfilan los jugadores del Barça y deportistas de élite para cientos de niños. Por lo que, en una decisión salomónica, dieron 550 entradas para cada club. “Una pena porque hubiésemos recogido mucho más dinero”, se lamenta Da Silva. Aun así, fue la taquilla récord en Andorra a nivel de clubes, dado que bordearon los 35.000 euros.

Los feos gestos del West Ham

Aunque la experiencia fue inolvidable para el Lusitanos, el viaje a Londres no fue redondo por los feos gestos del West Ham, que ni siquiera puso a un encargado del club para buscar al equipo, para guiarlo al hotel, para orientarlo en general. Tampoco gustó que les pusieran los speakers en el vestuario cuando el técnico daba la charla, del mismo modo que enfadó a Roura que su homólogo, Bilic, no se sentara en el banquillo sino que lo hiciera en la grada para dar el protagonismo a su segundo. "Bilic me parece un entrenador como la copa de un pino. Me encanta. Pero sinceramente me hubiera gustado poderle chocar la mano. Es una opción respetable, pero opino que no era necesario", afirma Roura, que como réplica no se presentó a la rueda de prensa previa al encuentro.

La afición del West Ham, por el contrario, fue de 10. “Educadísimos y respetuosos, y hasta cuando mantuvimos un poco la posesión nos corearon”, recuerda Moya. “Sí, sí, decía Olé a cada vez que nos la pasábamos. La verdad es que podrían ser así todos nuestros partidos... con estadios llenos y cánticos”, imagina Maciel. Y en Andorra, aunque llenaron las gradas con sus cánticos y camisetas granate, también fueron modélicos.

Dinero que no es baladí para el Lusitanos, dado que su presupuesto anual no llega a los 200.000 euros –el sueldo medio de la plantilla son unos 700 euros y el más alto es de 1.350- y que tampoco cuenta con patrocinadores. “Sólo alguno simbólico”, revela Diogo Festa, director general de la entidad. “Es que nuestro presupuesto es el coche que lleva Andy Carroll”, interviene Roura. “Una lástima porque Andorra podría tener grandes equipos, pero es que aquí no hay demasiada cultura de fútbol”, abunda el presidente. “De hecho”, señala Maciel; “tampoco es que seamos el tema de conversación en los bares porque la mitad de la gente no sabe ni lo que hacemos”.

No pudo el pequeño con el grande y todos tenían su explicación. “En estos partidos se nota mucho la diferencia en lo físico y en lo táctico. Lo trabajan cada día, viven de esto”, conviene Maciel. “Es que somos pequeños en los pequeños detalles. No se puede comparar una estructura como la suya a una modesta como la nuestra”, amplía Roura. “Se nota que son profesionales y así te lo hacen ver con y sin balón”, cuenta Moya. “Y Milagros no hay”, sentencia Da Silva. “O a Lourdes”, bromea Maciel. Ocurre que tras las derrotas no hubo caras largas. “No tiene nada que ver la Premier con nuestra liga”, reflexiona Festa; “pero dimos una buena imagen para Andorra”. Así lo ve el presidente: “Más que nada porque cuando llegamos al club la imagen era ridícula. Pero limpiamos, trabajamos y nadie podía soñar con llegar a disputar una eliminatoria top como esta, entre unos profesionales y otros aficionados y trabajadores”. Así, casi todos tienen que ganarse el pan fuera del césped. “Uno tiene su propio negocio, otro es lampista o pone cristales, trabaja en la construcción, de cocinero, de repartidor...”, explica Festa. “Y la faena es que compaginar las dos cosas es complicado porque hay jefes que no dan el día de fiesta para viajar”, cuenta Maciel enfrente de un escaparate donde se lee: Multiparts, su empresa de recambios de coches.

Orgullosos por la experiencia, ya daban por descontado que no se llevaran la prima de 4.000 euros por cabeza que le tenía preparada el presidente en caso de vencer la eliminatoria. “Al menos, ya sabemos lo que es jugar en un campo con 35.000 personas. Es ser profesional un día en tu carrera”, revela Maciel. Pero para una nueva experiencia, que difícilmente será contra un equipo de este calibre porque el West Ham entró por el Fair Play de la UEFA, deberán esperar como mínimo un año.

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