Las ‘espinacas’ de Muguruza
Única superviviente española en Wimbledon y primera mujer que pisa los cuartos desde Conchita (2001), apunta a brillar sobre la hierba: "Necesitaba sentirme poderosa"
Cosas de la genética, por eso de que su padre nació en Eibar y en tierras vascas casi todo gira alrededor de una mesa y el mantel, Garbiñe Muguruza ha desarrollado el instinto por la cocina y un buen paladar. Eso sí, para ella, golosa a más no poder, nada como la repostería. Antes de finiquitar a la danesa Caroline Wozniacki (doble 6-4 tras una hora y 33 minutos de partido), citarse en las semifinales con Timea Bacsinszky (hoy, Canal+ Deportes) y convertirse en la primera española que pone el pie en los cuartos de final de Wimbledon desde que lo consiguiera Conchita Martínez, en 2001, quiso obsequiar a su equipo con uno de sus postres antes de ver El silencio de los corderos.
El nivel lo tengo, así que solo me falta dar el paso. Si lo quiero de verdad, tendré un hueco"
El resultado gastronómico, sin embargo, no fue el esperado. “My first creme caramel: disaster”, describió ella, 20 del mundo, instalada estos días en una casa muy cercana al All England Tennis Club. Lo que inicialmente iba a ser un flan degeneró en una deconstrucción de huevos, leche y azúcar que provocó las carcajadas de su preparador, Alejo Mancisidor. Otra cosa es lo que ocurrió un día después, ayer, sobre el pasto de la pista 2. Allí, sobre ese verde que se está convirtiendo en las espinacas de Popeye para Garbiñe, una nueva exhibición de fuerza. Y eso que, decía, no sabía jugar sobre césped.
“La verdad es que no esperaba nada. No tenía claro si iba a hacerlo bien en esta superficie, pero ahora lo he averiguado. La hierba me ayuda”, reconocía después de despachar a la danesa, cinco del mundo. Como ya lo hiciera en la ronda previa ante Angelique Kerber, otra top-10, volvió a actuar de maravilla. Pese a que en sus dos rondas previas había caído muy temprano –segunda y primera ronda en 2013 y 2014, respectivamente–, muchos adivinan en ella una futura especialista sobre este terreno. “Necesitaba sentirme poderosa, no tener la sensación de que juego contra la pista”, precisó Muguruza, ya la única superviviente española tras la caída de Roberto Bautista (6-2, 6-2 y 6-3 ante Roger Federer).
Y así es como avanza, con golpes durísimos y profundos –29 winners, por 10 de su rival–, con una aproximación tras otra a la red. Rasgos inequívocos de aquellos y aquellas que triunfan en Wimbledon. “Te empuja”, destacó Wozniacki. Después de que se asomarse al circuito hace tres años como un diamante por pulir, a Garbiñe se le espera con ganas. Los cuartos en París (2014 y este año) han sido su tope; pero, entre los especialistas existe la sensación de que tiene madera de campeona y de que puede hacer algo grande. Hoy, de momento, le espera Bacsinszky, a la que derrotó en el único precedente entre ambas, este año en Australia.
Se juega el pase a las semifinales ante Bacsinszky, 15 en el ránking. Un triunfo como precedente
Muguruza, nacida en Caracas (Venezuela) y esculpida en la Academia Bruguera de Barcelona desde pequeñita, está advertida por su entorno de que todo va a depender de ella. Tiene el hambre y las condiciones. ¿Entonces? “Tengo la oportunidad en la mano. Cuando juego con las top les gano y les planto cara… El nivel lo tengo, así que solo me falta dar el paso. Si lo quiero de verdad habrá un hueco para mí, espero…”, afirmó Garbiñe, que por la emoción de la victoria se desplomó sobre el césped. Y es que ya habrá tiempo para perfeccionar los flanes. En Londres, mejor el verde, las espinacas.
VÍDEO: El 'disaster' flan de Garbiñe en Londres.
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