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Un 5 de junio, en Madonna di Campiglio, Pantani

La carrera regresó 16 años después al lugar en el que el Pirata murió por primera vez, expulsado de un Giro que tenía ganado por exceso de hematocrito

Carlos Arribas
Pantani sale de su hotel en Madonna di Campiglio tras ser expulsadod el Giro de 1999.
Pantani sale de su hotel en Madonna di Campiglio tras ser expulsadod el Giro de 1999.AP

Hacía 16 años que el Giro no volvía a Madonna di Campiglio, la estación de esquí vecina a Trento, al norte del lago de Garda. La etapa salió de Marostica, uno de los santuarios del ciclismo transalpino, la ciudad de Battaglin y la subida de la Rosina; terminó el viaje donde la virgen del Campiglio, un mausoleo del ciclismo desde el sábado 5 de junio de 1999 a las 7.25 de la mañana exactamente, desde el momento en el que Beppe Martinelli, el director del Mercatone Uno, llama a la puerta de la habitación que ocupa Marco Pantani en el hotel Touring. Al técnico le acompaña un inspector de la UCI. El día de la última etapa importante, se subirá el Mortirolo, los 10 primeros de la clasificación general deben someterse a un control de hematocrito. Si el hematocrito (los glóbulos rojos) supera el 50% del volumen de la sangre extraída, se expulsará de la carrera al corredor, quien no podrá recuperar su licencia hasta 15 días más tarde. Pantani, que marcha primero y muy destacado, esperaba el control. Se viste rápido y baja a un salón del hotel, donde le extraen la sangre. Después, tranquilo, regresa a su habitación y sigue durmiendo. La noche anterior, el médico del equipo le había analizado la sangre. Su hematocrito estaba lejos del límite de 50.

“Las etapas anteriores, Marco estaba desencadenado. Quería ganar el Giro y quería ganar en todas las subidas. Quería dejar su sello. Había ganado en Oropa, en Alpe di Pampeago y, la víspera, en Madonna di Campiglio”, recuerda José Luis Arrieta, ahora director del Movistar, corredor entonces del Banesto, que justamente había estado en fuga la etapa de Campiglio. “Iba con Pascal Richard y alguno más, y en los falsos llanos antes del puerto, Pantani, que había atacado al pelotón, nos pasó como una exhalación”. El mito del Pirata, del ganador del Giro y el Tour del 98, alcanzaba su máxima exaltación. Miles de chavales pegados a la tele soñaban con imitar su valor y su desdén por el peligro, su ansia constante, su deseo de atacar siempre. Uno de esos chavales se llamaba Alberto Contador. Tenía 16 años y ya empezaba a destacar como escalador. En su equipo juvenil pronto empezarán a llamarle Pantani.

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A Pantani, al verdadero, volvió a visitarle en su habitación del Touring Martinelli un par de horas después del control. El técnico bresciano regresaba del hotel cercano en el que los técnicos de la UCI habían analizado las muestras y había estado reuniendo valor para atreverse a decirle lo que le tenía que decir: ¿Qué has hecho, Marco? Tu hematocrito es del 52%. Estás fuera de carrera. Nunca ganarás este Giro.

Pantani entra en el baño, se mira en el espejo y con el puño destroza su reflejo. Se corta con los cristales, la sangre brota de su puño derecho.

16 años han pasado. Pantani ha muerto y Martinelli se niega a recordar en voz alta aquel sábado. “Solo recuerdo que la última vez que el Giro llegó a Madonna di Campiglio mi equipo ganó la etapa”, dice Martinelli ante la puerta del autobús del Astana de Fabio Aru, el equipo que dirige actualmente, el equipo con el que ganó un nuevo Tour con Contador, a quien posteriormente descalificaron por dopaje, y otro con Vincenzo Nibali.

La voz se ha corrido tan rápido en la salida de la etapa del Giro, donde los responsables de la federación internacional reparten a los periodistas un folio con los resultados del control, que en el vestíbulo del hotel no cabe un alma. Todo el Giro, periodistas, dirigentes, curiosos, policías y hasta Felices Gimondi, el amigo de Pantani, el ciclista que vio en el Pirata montado en una Bianchi como la suya su heredero, con una americana de tweed, el cuello rebosante de caspa, espera que baje Pantani, que hable, que explique lo inexplicable.

Eugeni Berzin, Miguel Induráin y Marco Pantani, durante una etapa del Giro 94.
Eugeni Berzin, Miguel Induráin y Marco Pantani, durante una etapa del Giro 94.EFE

En el hotel del Banesto han dormido esa noche con el equipo varios ejecutivos del banco, incluido su presidente, Alfredo Sáenz. José Miguel Echávarri y Eusebio Unzue, los directores, temen que la noticia del desastre de Pantani pueda influir en el futuro del patrocinio de un equipo cuyo líder entonces era José María Chava Jiménez, caótico, desastroso y genial. Sáenz, sin embargo, mira el asunto por el lado bueno. “Esto demuestra que el sistema funciona”, comenta. “Aquí, el que la hace la paga”. Como entonces no había un método analítico para detectar la EPO, el hematocrito se usaba de manera indirecta. Sin embargo, lo que demostraba la hoja que señalaba el 52% de Pantani era justamente lo contrario, que el sistema era una farsa: Pantani no había sido diferente a los demás, sencillamente había tenido menos cuidado con la dosis. Varios de los analizados aquel día, como Paolo Savoldelli, quien heredó la maglia rosa del desposeído, o Ivan Gotti, que terminó ganando el Giro, habían calculado tan bien que su hematocrito era de 49,9% justo en el límite.

Pasa el tiempo, pero Pantani no baja al vestíbulo. Sí lo hacen algunos compañeros, como Marco Velo, Stefano Garzelli y Enrico Zaina, quienes se declaran anonadados y rebeldes. “Si Marco no sale, nosotros tampoco”, declaran. “Fue una decisión conjunta, común. No hubo necesidad de votarla”, recuerda Velo. El Mercatone Uno se retira en bloque. Ninguno de sus corredores termina el Giro. Pasada la una del mediodía, cuando el pelotón ya ha partido hacia Aprica, vía Mortirolo, donde la policía tiene que negociar con fans de Pantani para que no bloqueen la carrera, baja el Pirata de su habitación. Escoltado por varios carabinieri, el ciclista abandona el hotel sin abrir la boca, la mirada en el suelo. Del hotel Touring sale, a la vista de todos, un ciclista que va a iniciar un acelerado proceso de autodestrucción y soledad. Cuatro años y medio más tarde, el 14 de febrero de 2004, muere después de varios años de drogas y depresión. Nunca entendió que Italia, su Italia, le traicionara de esa manera. Nunca dejó creer en que hubo un complot para destruirlo, que alguien saboteó su sangre. Su madre, Tonina, quien se niega a creer aún que su hijo muriera de sobredosis, también sigue trabajando para que no se deje de investigar el posible sabotaje.

Pantani comiendo un helado sobre la bicicleta en el Giro de 1999, antes de ser expulsado.
Pantani comiendo un helado sobre la bicicleta en el Giro de 1999, antes de ser expulsado.AP

“Los recuerdos de Marco, buenos y malos, los llevo en el corazón, de donde es imposible borrarlos, de donde no quiero borrarlos”, dice Martinelli. “No reniego de nada de lo que he hecho en mi vida. Estoy orgulloso de haber dirigido a Marco y solo espero que algún día se sepa toda la verdad”. Marco Velo, sus ojos azul tan claro serenos, ha vuelto muchas veces a Campiglio. “No he vuelto al Touring, pero sí a la estación, a esquiar, porque vivo cerca”, dice Velo, que trabaja para RCS, el organizador del Giro. “No creo que hubiera sabotaje. No tengo razones para pensarlo”.

La magdalena amarga del Giro, la llama el escritor del Corriere Paolo di Stefano: la carrera llegó a Madonna de Campiglio y ningún equipo se ha alojado en el hotel Touring. “Pedimos disponibilidad a rodos los hoteles de la estación y el Touring no contestó, quizás esté cerrado”, explica la responsable de la logística hotelera de la carrera. Sin embargo, el Hotel Touring, vía Belvedere, tres estrellas, sigue abierto. Decenas de aficionados al ciclismo lo ocupan aprovechando la gran oferta Giro: 55 euros la noche, comida incluida y disfrutan, antes de que llegue la carrera, de sus increíbles vistas a los Dolomitas de Brenta, paisaje único, de su piscina de agua caliente, de su spa. Quizás alguno se acuerde del Pirata.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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