Djokovic es una apisonadora
El número uno vence a Federer (6-4 y 6-3 ) en la final de Roma, supera en títulos (24) del Masters 1.000 al suizo y aterrizará en Roland Garros con cinco trofeos en 2015
La pregunta pende en el aire desde hace tiempo: ¿Quién será capaz de batir a Novak Djokovic el número uno indiscutible del circuito, el tenista que después de batallar durante años con Roger Federer y Rafael Nadal va camino de marcar su propia época? Pero la respuesta, hoy día, parece no encontrar destinatario alguno; a corto plazo al menos no, desde luego, porque el serbio no ofrece concesiones y su figura se agranda conforme sigue coleccionando trofeos. El último, el de Roma, ante el mismísimo Federer, al que doblegó (6-4 y 6-3 en 74 minutos) gracias a otro ejercicio de autoridad que refrenda un dominio categórico.
Ahora bien, se abre otro interrogante: ¿Será capaz Nole de plasmar esa supremacía en París, de alzar su primer Roland Garros y de escribir un punto y aparte en la historia del tenis? Está por ver. De momento, con su exhibición en el Foro Itálico elevó su 24º título de un Masters 1.000; es decir, se desmarcó de Federer (23) y avista ya a Nadal (27), al que ahora apunta y le propone un desafío sobre la tierra batida de la Philippe Chatrier. Allí aterrizará el serbio con una distancia sideral en el ránking (más de 4.600 puntos), con un ramillete de condecoraciones (cinco títulos en 2015: Australia, Indian Wells, Miami, Montecarlo y Roma) y, por encima de todo, con la sensación de que a estas alturas no hay quien le siga el ritmo.
"El hecho de que haya ganado tantos partidos seguidos [22 en 2105] es algo que me hace creer que puedo hacerlo de nuevo", manifestó después de posar con el trofeo; "voy a seguir todo el tiempo que pueda. No voy a pensar en el miedo, no quiero que esto me frene".
Desde Cincinnati, en 2012, Djokovic no cede en una final del Masters 1.000. Tampoco lo hizo esta vez, en Roma, donde ya suma cuatro coronas (2008, 2011, 2014 y 2015). Otra vez, Nole dio la sensación de ir sobrado. Solo cuando el agua sube y escasea el oxígeno, en las situaciones límite, pone el turbo. Porque hasta entonces, le vale con la propia inercia de su juego, regular e incisivo. Ante Federer, puso el automático (79% de puntos ganados con el saque) y dio el estacazo cuando lo precisaba el relato del partido. En este caso fue en la primera bola de break de la que dispuso, que a su vez le proporcionó el primer set.
El segundo fue coser y cantar para él, puesto que el suizo desconectó y tan solo ofreció algún que otro golpe de esos que justifican la entrada, pero poco más. Sabe Roger que ahora mismo no hay quien le plante cara a Djokovic, una apisonadora, arropado por sus padres desde las gradas y por Boris Becker en el banquillo. No hay hoy día nadie que le haga sombra o le pise los talones. Ahora, la gran cuestión es: ¿Qué ocurrirá en París? La historia, caprichosa ella, dará la respuesta.
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