El mejor quiere ser español
El vallista cubano Orlando Ortega tramita el cambio de nacionalidad
Orlando Ortega no podía haber empezado mejor la temporada de pista cubierta en los 60 metros vallas: 7,51s en Berlín; 7,45, mejor marca mundial del año, en Lodz (Polonia), y 7,52s en Estocolmo y Malmö. Cuatro victorias ante rivales de la talla de su compatriota Dayron Robles, el campeón olímpico de 110mv en Pekín 2008, o los estadounidenses Aries Merrit, actual plusmarquista mundial de los 110, y David Oliver, actual campeón mundial. Estas marcas, además, significan para él que puede lograr su verdadero objetivo este verano: romper la barrera de los 13 segundos en 110mv y acercarse al récord del mundo, 12,80s. “Si hago ahora 7,45s en los 60m, en verano bajo de 13 segundos en los 110mv”, dijo el atleta un día antes de su primera competición en Berlín. “Ese es mi sueño”. O uno de sus sueños.
Orlando Ortega, de 23 años, es un atleta ambicioso al que le brillan los ojos cuando habla de sus objetivos, lo mueven la ilusión y las ganas de mejorar, y el deseo de competir en unos Juegos Olímpicos, lo que no puede conseguir vistiendo la camiseta cubana: está sancionado por su federación y, al igual que ha ocurrido con otros compañeros de batalla, ha tenido que abandonar el país. Desde septiembre de 2013 reside en Guadalajara. Se siente a gusto en España y aspira a competir como español. El problema es que los trámites para obtener la nacionalidad no se decidirán hasta 2016 y eso significa que, no pudiendo correr por Cuba ni —de momento— por España, se perderá los mundiales de este agosto en Pekín.
El atleta, sancionado por su federación, reside en Guadalajara desde hace años
Aun así, Ortega está más motivado que nunca. El vallista, que compitió como cubano por última vez en los Mundiales de Moscú 2013, solo se pone metas a corto plazo y ya tiene dos bien definidas. Este 2015 será doblemente fundamental para él; mientras que el resto de atletas van a estar concentrados en el Mundial de Pekín, su primer objetivo será aprovechar ese desvío de atención para brillar en la Diamond League. Su sueño es bajar de los 13 segundos y ese, a su vez, debe ser el trampolín hacia su segundo objetivo: los Juegos de Río en 2016, en los que espera participar representando a España.
Contará con el apoyo incondicional de su actual club, el CAVA-Kelme, de su entrenador, Kelvin Antúnez, y de su gente en casa, a la que echa de menos igual que a su país. Pero, sobre todo, este vallista cubano cuenta con una trayectoria excelente y dos prometedoras marcas de referencia: los 13,08s conseguidos el 31 de agosto de 2014 en Berlín —una victoria que no olvidará porque la consiguió el día del cumpleaños de su padre, quien fue a los 12 años su primer entrenador— y los 13,01s que logró tan solo un mes antes en Mónaco, la cuarta mejor marca mundial de 2014.
Su peor rival, él mismo. Su lucha es siempre contra el reloj. Si en verano consigue su sueño, se lo dedicará a su abuela, la mujer con la que se crió, corredora de 100 y 200 metros y pionera de una familia cubana dedicada en cuerpo y alma al atletismo.
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