El Deportivo ve la luz
El equipo gallego supera al Eibar, encadena por primera vez en lo que va de Liga dos victorias consecutivas y se aleja de los puestos de descenso
El teatrillo del fútbol se empieza a caer con espectáculos como el que vivió durante bastantes minutos Riazor, con partidos que ni siquiera se revesten del envoltorio de la pasión, que escapa por la ventana con la dispersión horaria y se congela con el frío que todo lo envuelve, el climatológico y el otro, el futbolero. El templo deportivista, que no hace tanto era una caldera comienza a mudar a nevera. Poco invita a calentarse, la clase se ha escapado de una Liga en la que trece equipos pelean por salvarse de la quema, con tanta igualdad como escasos argumentos: el Eibar, que llegó como octavo clasificado, tan ejemplar y elogiable como limitado marca un listón que debe preocupar.
Escasea el fútbol, se muere el espectáculo y la emoción, se abren camino las deficiencias: jugadores que yerran sencillos pases a cuatro metros de un compañero, que fallan en los controles o reinciden una y otra vez en errores al ejecutar acciones a balón parado, honrados profesionales que no marcan diferencias ni ayudan a revestir de mítico lo que sucede sobre el césped. En esa tesitura se movieron Deportivo y Eibar, que por largos momentos ni siquiera parecieron animados por la perspectiva de quedarse con unos puntos que les dejarían en una situación clasificatoria que hubiesen firmado hace unas semanas. Ganaron los locales, que festejaron por primera vez en lo que va de campeonato el hito de ganar dos partidos consecutivos. A estas alturas, con ese bagaje miran los puestos de descenso más lejos de lo que nunca lo habían hecho hasta ahora.
Deportivo, 1 - Eibar, 0
Deportivo: Fabricio; Juanfran (Laure, m. 81), Lopo, Insua, Luisinho; Álex Bergantiños, Borges; Cuenca (Hélder Costa, m. 65) , Lucas Pérez, Cavaleiro (Medunjanin, m. 88); y Oriol Romeu. No utilizados: Lux, Borja López, Juan Domínguez y Toché.
Eibar: Irureta; Bóveda, Ekiza, Raúl Navas, Didac Vilá; Dani García, Borja; Saúl Berjón (Ángel, m. 78), Arruabarrena (Lekic, m. 73), Capa (Javi Lara, m. 57); y Piovaccari. No utilizados: Jaime, Añibarro, Boateng, Dani Nieto.
Árbitro: Velasco Carballo. Amonestó a Lucas Pérez, Insua, Dani García, Borja y Ekiza.
Goles: 1-0. m. 51. Lucas Pérez; 2-0, m. 79, Cavaleiro.
Riazor. 16.898 espectadores
El Deportivo quiso atacar de inicio algo más que su rival. Partió bien, atento a las segundas acciones, detalle que no es baladí ante un equipo como el Eibar. Tuvo una cierta autoridad el equipo de Víctor Fernández en la recuperación y el despliegue tras perder la pelota, pero escasa premura en la elaboración. No hizo circular la pelota con prestancia y ayudó a que el Eibar se tapara, a que transcurriese la primera parte sin mayor susto que un cabezazo de Borges tras un córner, alguna de las habituales algaradas de Cavaleiro o un zurdazo de Juanfran, de los pocos que entendieron el inicio del partido desde el atrevimiento.
Sin profundidad se adocenó el Deportivo, carente de talento para desentrañar las trampas que le tendió un rival que tampoco le apuraba atrás. No le interesó bajar la pelota al piso al Eibar y sí buscar las referencias de Arruabarrena y Piovaccari para que atrapasen la pelota al vuelo y estirasen el dibujo. No las encontraron con facilidad y Fabricio, el meta local, vio el partido desde butaca de preferencia. En ese escenario de pico y pala el gol sólo podía llegar como lo hizo por dos ocasiones, primero con un balón al área de Juanfran, un salto de Oriol Riera con Irureta y un rechace en falso del portero para que Lucas Pérez empujase a la red; después con un error monumental, que sentenció el partido, de la zaga del Eibar en una cesión a su meta.
Los dos goles llegaron por sendos errores del portero y la zaga del Eibar
Pero la lata una vez más la abrió Lucas Pérez para el Deportivo. Agitador por talante y talento, el mediapunta coruñés había pasado de puntillas por el partido, pero se ve que el chico tiene estrella. Y que está en racha: balón que le cae en los pies en el área lo pasaporta a la red. Igual es que también está donde hay que estar, claro. El gol le dio al partido la vidilla que no había tenido hasta entonces, más que nada porque el Eibar descubrió con la desventaja que se podía avanzar en otra dirección. Su plan se convirtió en evidente y tenía que ver con los errores del rival, con la falta de calidad defensiva que propiciasen faltas que inevitablemente acabaran con un balón al área. Ahí exponía su envergadura el Eibar, su trabajo en la pizarra y su magnífica capacidad para optimizar sus fortalezas. Dio un inevitable paso atrás el Deportivo, nada sobrado de manejo en el centro del campo (Juan Domínguez se quedó en el banquillo y ni siquiera le activaron) para neutralizar el empuje de su oponente. Pero ahí el Eibar se dio un tiro en el pie cuando ya tenía tres delanteros en el campo y estaba presto al bombardeo. Regaló la sentencia a Cavaleiro y vació de emoción el final de un partido que no mereció tenerla.
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