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“¡Atleti somos nosotros!”

El Calderón, con menos espectadores de lo habitual, silencia a los cerca de 1.000 aficionados que se congregaron en el fondo sur y asume la animación en un partido sin incidentes

Gorka Pérez
El fondo que ocupa habitualmente el Frente Atlético, con algunos asientos vacíos, durante el partido contra el Villarreal en el Calderón.
El fondo que ocupa habitualmente el Frente Atlético, con algunos asientos vacíos, durante el partido contra el Villarreal en el Calderón.Claudio Álvarez

Seguramente no hubo ensayos previos, pero la representación final bien pareció que venía preparada de casa. Fue ver al balón moverse por primera vez y estallar al unísono: “¡Atleti somos nosotros, somos nosotros, Atleti somos nosotros!”. Los cerca de 40.000 aficionados que acudieron al Vicente Calderón en una lluviosa tarde de domingo quisieron dejar claro que la hinchada del Atlético no tiene derechos de autor. “¡Aquí están, estos son los hinchas del Calderón!”, exclamaron después. Más claro imposible. Y por si quedaban dudas de que la animación no entiende de zonas delimitadas, todas las voces corearon el himno rojiblanco a capela. La reacción del público del Calderón hizo ver que en cuestión de sentimientos no hay banderas ni denominaciones supletorias.

Ante esta ruidosa manifestación, los cerca de 1.000 aficionados congregados en el fondo sur respondieron con un imperturbable silencio. Tan solo en una ocasión se refirieron al resto del estadio, con muy poca fortuna. “¡Si no nos quieres, no cantes nuestras canciones!”, gritaron, a lo que el resto de aficionados respondieron con una sonora pitada a la que siguieron los gritos de “¡Atleti, Atleti!”, que terminaron por sepultar las infructuosas reivindicaciones. A partir de ahí, la responsabilidad de animar el partido fue rotando por las distintas zonas del campo. Hubo cánticos a favor de Simeone, que agradeció el técnico argentino, y también para Luis Aragonés. Los mismos, que en cualquier otro encuentro, pero esta vez con voces diferentes.

Aunque el ritmo fue menor, el pulso del partido marcó los momentos de mayor griterío. Algunas decisiones arbitrales encendieron al público aunque no provocaron ningún cantico ofensivo. Parcheadas a la vista las gradas por espacios concretos vacíos, la sensación de empuje siguió siendo la misma. Más aun cuando el Villarreal se adueñó del balón en determinadas fases para desesperación de Simeone.

Aficionados del Atlético entran al estadio.
Aficionados del Atlético entran al estadio.J. Villanueva

Los cambios ofensivos del argentino también conectaron a los aficionados. La incertidumbre del resultado mantuvo concentrada a la afición rojiblanca, que volvió a abuchear al fondo sur tras el gol de Vietto y a entonar el “¡Atleti somos nosotros!”.

Antes del partido, si hubo algo más presente en los alrededores del Vicente Calderón que una sensación de extraña calma fue el mal tiempo. La lluvia y el frío contribuyeron a que la tarde perdiera totalmente el color de otros días. Como si los elementos se hubiesen puesto de acuerdo en que las situaciones atípicas se pintan de gris. A pesar de la notable falta de entusiasmo, el acceso al Vicente Calderón en el primer partido tras la expulsión del Frente Atlético por los enfrentamientos con los Riazor Blues que terminaron con el homicidio de Francisco Romero Taboada se produjo sin incidentes. El gran despliegue policial encargado de custodiar la entrada al campo de los aficionados resultó suficiente para evitar que se produjera algún tipo de altercado en los aledaños del estadio.

Ni siquiera la veintena de puestos que rodean el campo del Atlético parecieron brillar tanto como en otras ocasiones. Muchos de ellos seguían teniendo a la venta bufandas del Frente Atlético, pues su entrada en el campo no estaba prohibida, no así las pancartas y los símbolos que adornaban la zona del campo en la que se reunían los miembros del grupo ultra. El flujo de personas que se acercaba a observarlas era notablemente menor al habitual.

Sus dueños habían empezado a colocar el material dos horas y media antes de que arrancase el partido ante el Villarreal, calificado de alto riesgo. Para entonces, los más de 740 efectivos de seguridad desplegados, entre policías y agentes de seguridad, recibían las últimas instrucciones.

A las cinco de la tarde estaba previsto que empezara el control de acceso de los socios con abono para el fondo sur. Minutos antes, varios operarios del club dispusieron unas vallas metálicas con cinco entradas alrededor de las puertas 43, 44, 45 y 46. Entre medias aguardaban dos controles de seguridad. El primero por parte de la seguridad privada del club, y tras ellos el policial. “Vamos a esperar un rato, ¡qué vergüenza tío!”, comentaba un aficionado. Querían evitar la que se había convertido en una de las estampas más fotografiadas del día. El enorme despliegue policial generó que incluso una imagen junto a los propios agentes fuera una de las más demandadas. “Estamos trabajando, lo siento”, se excusó uno de ellos cuando dos personas le requirieron para una instantánea. “¡A por ellos hasta la muerte, siempre!”, voceó otro de los aficionados rojiblancos que bordeaban la zona. Hubo quien se dirigió a los cámaras que se apostaban cerca de las puertas custodiadas para recriminarles su trabajo. “¡Prensa hija de puta!”, se pudo escuchar en varias ocasiones.

“Hay más policías que personas, macho”, le espetó otro simpatizante rojiblanco a su congelado compañero. Atravesaron la improvisada aduana aficionados de todo tipo, desde padres con sus hijas, hasta adolescentes que tuvieron que enseñar tanto el DNI como el abono del club para poder acceder a sus asientos. Al final, ese pequeño mal trago inicial y la derrota final fueron los únicos momentos desagradables para una afición que acudió a un partido en el que la lluvia, las fotos y la policía, fueron afortunadamente las únicas protagonistas.

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Sobre la firma

Gorka Pérez
Es redactor de la sección de Economía y está especializado en temas laborales. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Antes trabajó en Cadena Ser. Es licenciado en Periodismo por la Universidad del País Vasco y Máster en Información Económica de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.

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