Benzema pone orden y gol
El ingreso del delantero francés contribuye a reorganizar a un Madrid desquiciado por los cambios en la alineación titular ante el Ludogorets y savado por Casillas en dos ocasiones
No siempre las mejores plantillas sirven para construir los mejores equipos de reservas. Hace falta tener especialistas de recambio y al Madrid le faltan en el mediocampo. Esa es la conclusión que debió sacar anoche Ancelotti de su experimento ante el modestísimo Ludogorets. Por más desparejo que fue el duelo, el equipo con menos talento acabó jugando mejor al fútbol. Si el Ludogorets no se llevó los tres puntos fue porque primero, el árbitro, el escocés Craig Thompson, no dudó en pitar un penalti que Cristiano fingió toscamente, y luego porque Ancelotti rectificó. La entrada de Benzema sirvió de parábola. El francés, siempre discutido, metió el gol del triunfo.
LUDOGORETS, 1-R. MADRID, 2
Ludogorets: Stojanov; Caiçara, Moti, A. Aleksandrov, Minev; Dyakov, Marcelinho (Wanderson, m. 70), Espinho (Anicet, m. 82); Abalo, Bejzak y M. Aleksandrov (Misidjan, m. 82). No utilizados: Borjan (p), Angulo, Zlatinski y Hamza Younes.
Real Madrid: Casillas; Arbeloa, Varane, Ramos, Marcelo; Bale, Modric (Kroos, m. 73), Illarramendi, Isco (James, m. 76); Chicharito (Benzema, m. 67) y Cristiano. No utilizados: Navas (p), Nacho, Pepe y Carvajal.
Goles: 1-0. M. 6. Marcelinho. 1-1. M. 24. Cristiano, de penalti. 1-2. M. 77. Benzema.
Árbitro: Craig Thomson (Escocia). Amonestó a los locales Minev, Dyakov, Abalo, Espinho y Anicet, y al visitante Ramos.
Estadio Nacional de Sofía. Unos 43.000 espectadores.
El menosprecio a Casillas está de moda en Chamartín pero no en Bulgaria. Aquí, las peñas madridistas locales, que reunieron más de 300 personas en el estadio, recibieron al capitán entre ovaciones. “¡Iiiikeeeeeer!”, le aclamaban. En general, el Madrid fue acogido con calor por el público, encantado de poder participar de un acontecimiento raro y hermoso a la vez. Hasta que comenzó el partido, la muchedumbre no se calentó. Había que tener el corazón de hielo para no emocionarse ante el entusiasmo con que los jugadores del Ludogorets salieron a apretar a sus visitantes. En cada maniobra descubrieron carencias técnicas y tácticas. Pero jugaron con la energía de los amateurs.
La primera jugada de la noche, un centro del lateral Minev para la llegada de Marcelinho, puso en pie al estadio. El mal control del balón impidió al brasileño quedarse mano a mano frente a Casillas. Por el camino quedaron expuestos los problemas defensivos del Madrid. Desajustes que se vienen repitiendo desde que comenzó la temporada, exacerbados por la ausencia de Kroos y Benzema. Porque puesto a administrar esfuerzos, Ancelotti formó el centro del campo con Illarra en posición de ancla y Modric con Isco como interiores. Ocasionalmente, y sin mucho interés, Bale tapó la banda derecha. A Chicharito, que reemplazó a Benzema, le tocó volantear en tareas de apoyo. Pero no es lo mismo. Benzema conoce el manual del mediapunta y Chicharito es simplemente un definidor. Fuera del área, el mexicano es un futbolista del montón. Y eso, en este Madrid partido por el medio, se revela como un déficit de primer grado. Así es que los centrales se quedaron más expuestos a una descomposición que comenzaba por las distracciones de Illarra sin balón y terminaba por la insolvencia de Chicharito para darle salida al juego.
Cristiano marcó de penalti su gol número 69 en su cuenta de Champions
El Ludogorets abrió el marcador en un córner. Bale descuidó su marca en el primer palo, Bezjk peinó al segundo y ahí Marcelinho se anticipó a Arbeloa en el área chica para empujar la pelota a la red. Casillas no subsanó los errores de sus compañeros. La responsabilidad fue del conjunto. El Madrid se rehizo adelantando líneas. Tenía todo el tiempo del mundo para reparar los daños y a la primera acción se le iluminó el panporama. Minev derribó a Chicharito y el árbitro señaló penalti. Lo ejecutó Cristiano y Stoyanov lo paró. Para entonces las peñas madridistas estaban mudas y el Estadio Nacional era un hervidero.
El Madrid insistió en presionar arriba, con Ramos metido en campo contrario. Pero lejos de cerrarse en masa, el Ludogorets se desplegó como esos equipos que no son conscientes del peligro que corren. Dyakov, Marcelinho y Espinho, los volantes, no se caracterizaron por su excesivo rigor. Por las bandas, Minev, Caiçara y Abalo, penetraron en incursiones desaforadas. Bezjiak cambió de ritmo con una frecuencia incómoda. Las transiciones rápidas se hicieron difíciles de controlar. El Madrid estaba sufriendo cuando Casillas desvió un remate cruzado de Aleksandrov.
El partido se había transformado en un intercambio de golpes y Cristiano se dejó caer en el área de Stoyanov. Para disgusto de las tribunas, el árbitro volvió a pitar penalti. Esta vez el portugués hizo su gol. El número 69 en su cuenta particular de Champions. Lo celebró haciendo una coreografía heroica y el público ya no dejó de abuchearle.
Por más desparejo que fue el duelo, el peor equipo acabó jugando mejor al fútbol
El ritmo se mantuvo en la segunda parte. El Ludogorets no dio tregua al Madrid, que solo se salvaguardó gracias a una intervención prodigiosa de Casillas. El portero se estiró como un gato para sacar un tiro embalado de Marcelinho. Fue un desahogo para su equipo. El primero de la noche. El segundo se lo proporcionó Ancelotti con los cambios, pasada la hora de acción: Benzema por Chicharito, James por Isco, y Kroos por Modric. Lo suficiente para que el equipo se ordenara un poco mejor.
El Madrid salió del atolladero al contragolpe. Marcelo recuperó un balón en su área cuando el Ludogorets se disponía a culminar un avance, echó a correr aprovechando el desequilibrio, alcanzó el campo contrario y cruzó el centro. Ahí apareció Benzema, como si flotara entre los centrales, sin esfuerzo. Puso el pie y, a un toque, metió el gol. La victoria supone un saldo de seis puntos para el Madrid, que incluso sin grandes demostraciones de solidez se afianza como líder de grupo.
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