Megáfono trilingüe
Ya se habló aquí de la que se monta en un barrio situado en el oeste de São Paulo, el de Vila Madalena, cada vez que hay partido de Brasil (y gana). Entre 50.000 y 70.000 personas, la mayoría jóvenes y muy jóvenes, toman las calles y bailan, beben, hablan, ríen y cantan canciones a favor de la selección brasileña y en contra de la enemiga íntima, Argentina.
Hoy vamos a hablar de cómo se desmonta.
Hace una semana la policía recurrió al expeditivo lanzamiento de bombas de gas lacrimógeno para convencer a los juerguistas (muchos argentinos, ya que celebraban la victoria de su equipo sobre Suiza) de que abandonaran de madrugada la cuadrícula de calles tomada tras las quejas de los vecinos que protestaban asegurando que al día siguiente ellos tenían que trabajar.
El viernes, otro ejército de seguidores, estos brasileños, volvió a invadir el barrio. Brasil acababa de eliminar a Colombia 2-1 y, a pesar de la lesión funesta de Neymar, el país entero respiró de alivio y echó un grito de júbilo porque ya han alcanzado las semifinales y se encuentran a dos partidos de ganar el Mundial. La fiesta en el barrio mágico de la marcha paulista duraba ya varias horas cuando la policía apareció para dar por finalizada la celebración. Esta vez, posiblemente alertada por las críticas recibidas por su exagerada acción de días atrás, recurrió a métodos más suaves para pastorear de madrugada la gente hacia su casa.
La policía militar utiliza mensajes en inglés, español y portugués para desmontar la fiesta y el alboroto en el barrio Vila Madalena
En primer lugar, fueron cortando calles a fin de que los camiones de la basura pudieran pasar. Corrían las dos y treinta de la madrugada.
Después, se recurrió, por primera vez en la historia de este Mundial, a un megáfono. El mayor Franciscon, según especifica A Folha de São Paulo, al frente del pelotón de agentes, leía indistintamente una nota redactada en tres lenguas, portugués, inglés y español: “La Policía Militar agradece la presencia de todos. Debido a la necesidad de que se libere la calle para proceder a la limpieza viaria y demás contingencias, solicitamos tengan la gentileza de dar por finalizadas las actividades festivas. Así podremos recibirlos a todos nuevamente. Les deseamos un feliz regreso a sus casas”.
El mensaje (y la amenaza cierta y ciertamente convincente de varios intimidatorios contingentes de policías apostados cerca denominados por la prensa brasileña Tropa de Choque) consiguieron que Vila Madalena se durmiera a eso de las tres de la mañana, a la espera de despertar, con más fuerza si cabe, el martes, tras el partido con Alemania.
Veremos la que se monta entonces. Veremos cómo lo desmontan.
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