Pacho Maturana: “La táctica es el alma del fútbol”
El entrenador de la selección colombiana que sorprendió al mundo en Italia 90 habla sobre el regreso de su país a una Copa
El druida del fútbol colombiano reflexiona sobre el balón y sus circunstancias con la pasión sosegada del que revisa un álbum lleno de andanzas recopiladas por medio mundo. Francisco ‘Pacho’ Maturana (Quibdó, 1949), fue un central elegante que hizo carrera en el Atlético Nacional antes de forjarse un lustroso currículo de entrenador en numerosos banquillos de España, Ecuador, Argentina, Costa Rica, Perú, Trinidad y Tobago y Emiratos Árabes, donde colgó la pizarra hace apenas dos años. Pero su obra cumbre fue, sin duda, la Colombia que sorprendió al mundo en Italia 90 con las excentricidades de Higuita, la clase de Valderrama y el despliegue de Leonel Álvarez. Un equipo ambicioso y carismático que, con la pelota como objeto de culto, se hizo un hueco en la enciclopedia mundialista y en la historia de un país que tras 16 años de ausencia regresa en Brasil a la gran cita.
Pregunta. ¿Cómo respira Colombia ante este Mundial?
Respuesta. Se respira ilusión. Después de 16 años de ausencia, la gente ha valorado mucho la clasificación y la forma de conseguirla. El equipo encontró su maduración en el fútbol internacional y esa competitividad que antes nos faltaba. Es un grupo con un vínculo afectivo grandísimo al que Pekerman ha sabido guiar y dotar de estructura.
P. ¿Las expectativas de Colombia pasaban por Falcao?
R. En una ocasión, Xavi Hernández, que es un capo del fútbol, dijo: ‘mi juego sin mis compañeros no tiene sentido’. Eso parece que no se entiende aquí. Falcao es importante, pero el sentido del juego es el concepto de equipo. Messi puede ser el mejor jugador del mundo, pero para dar sentido a su fútbol necesita que su portero no encaje goles, que Mascherano y Gago recuperen el balón…
P. ¿La referencia a seguir es la Colombia del 90?
R. La cita del 90 fue muy importante porque eran 28 años sin un Mundial. Yo pertenezco a una generación que se crio soñando con esto. En el 62 salimos todos los compañeros de colegio a la calle para celebrar que habíamos empatado con Rusia. Y durante 28 años no tuvimos nada con que alimentar esos sueños. En Italia reunimos un grupo de jugadores que tenían un contenido táctico muy importante. Me decía el maestro Tábarez que éramos de las pocas selecciones que entrenaba todos los días. Así como en su día lo hizo Holanda con el Ajax, nosotros creamos la base del equipo con los jugadores de Nacional, que había logrado la primera Copa Libertadores para Colombia un año antes, y la fortalecimos con jugadores muy importantes como Rincón o Iguarán. Veníamos de entrenar a diario, nos conocíamos de memoria. Hicimos las cosas bien y logramos, sobre todo, blindar el entorno.
P. Fue bonita la andadura, pero la eliminación en octavos ante Camerún quedó marcada por aquel fallo de Higuita ante Roger Milla.
R. Aquel partido fue impactante por muchas circunstancias. Marcamos el 2-1 a falta de tres minutos para el final de la prórroga y le dije a uno de los marcadores, Luisfer Herrera, que tirara el balón arriba porque no había tiempo. No me hizo caso y siguió tocando y tocando. Después me dijo: ‘Pacho llevamos toda la vida tocándola por qué iba a dejar de hacerlo hoy’. Era un grupo muy aferrado a sus convicciones. El partido se puso 2-0 con la jugada de René y cuando hicimos un gol, muchos no lo celebraron porque pensaban que iban a lincharle. Pensaron ‘la prensa lo va a destrozar porque si el partido queda 2-0 no pasa nada, pero con 2-1 le van a culpar de la eliminación’. Ese planteamiento demuestra que más allá del resultado estaba la unidad del grupo y su estabilidad emocional y afectiva. Esa unidad es la que se perdió en el 94.
P. A la eliminación del 94 le siguió el drama del asesinato de Andrés Escobar.
R. Socialmente era un país agonizante y violento donde se había perdido la tranquilidad de poder andar por la calle. El asesinato de Andrés no fue una cuestión ex profeso. Pagó el estar en un sitio equivocado, a la hora equivocada. La intolerancia se lo llevó. Las peleas no se resolvían a puñetazos sino al que primero desenfundara. La película que se armó fue que como se metió el autogol que nos eliminó lo mataron. No creo que fuera así. El autogol pudo ser el motivo de la discusión, pero la clave fue el estar donde no tenía que estar. Esa noche pudieron haber matado a un médico, a un policía, a un maestro o a un periodista y nadie se hubiera dado cuenta. Es la trascendencia del fútbol.
P. ¿El fútbol es más táctica o más psicología?
R. La táctica es el alma del fútbol. El jugador tiene que entender que la táctica no va en contra suyo sino que lo hace mejor. Un entrenador, como líder, debe procurar eso, hacer mejor a sus jugadores. No hacen falta arengas para la guerra, cada uno necesita una motivación especial y hay que conocerlos escuchándolos.
P. ¿Cuál es el mejor jugador que ha dirigido?
R. En España dije en una ocasión: ‘con 11 Simeones yo me voy a recorrer el mundo’ porque Simeone tenía todo…en el campo tenía el cuchillo entre los dientes y fuera era leal, auténtico. Le gustaba entrenar, no saboteaba, le gustaba la táctica. Todos sus entrenamientos eran al máximo de intensidad. También en el Atlético tuve a un jugador que no alcance a motivar, por el idioma o la cultura, que era Dobrovolski. Era un jugadorazo, tenía muchas cosas, pero era tan apático. El mismo Caminero que vino del Madrid como extremo derecho y le metí como central porque tenía talento, jerarquía...
P. ¿Y el mejor jugador de la historia?
R. Cada uno tiene su tiempo. Todos nos emocionamos con Pelé. Después vino Diego [Maradona] y marcó una época. Me impactó mucho que nunca caía. El día que Neymar mire a Pelé, a Maradona, a Cruyff, o a Messi, aprenderá. Les pegan y no caen. Esos son los jugadores que marcan las diferencias, aquellos a los que les pegan y no caen. Las cosas buenas no están en el suelo. Actualmente, si hay un profesional al que te gustaría que se pareciera tu hijo… con esa potencia…ese sería Cristiano. Es el biotipo de jugador de fútbol y destila profesionalismo. Pero al otro lado ves al otro fenómeno con toda esa fantasía, con esa humildad, sin hacer ruido…Eduardo Galeano decía que Maradona parecía llevar el balón atado al tobillo y recientemente escribió que Messi tenía el balón dentro del tobillo.
P. ¿Con que jugador español se quedaría?
R. Con Iniesta. Es un pintor. Es un Dalí, un Velázquez. Cualquiera que tenga sensibilidad artística descubre que si Iniesta hiciera con un pincel los mismos movimientos que hace con el balón saldría una obra de arte. Es de ese tipo de jugadores europeos que parecen hechos en América.
P. ¿Dónde reside el valor de la selección española?
R. España no era de la familia de los campeones, pero tuvo clase y osadía para asaltar la historia en 2010. Antes con Luis [Aragonés] ya habían dado un golpe de autoridad con jugadores fascinantes y con una manera especial de interpretar el juego. La idea fue socializando y terminó por seducir a toda la gente con una sensibilidad especial. Son un grupo tan fuerte e inteligente que con los códigos que grabaron Luis y Del Bosque triunfaron más allá de la rivalidad entre Madrid y Barcelona. Son amigos y están tan convencidos de su idea que están por encima de cualquier descalabro ocasional. Se puede ganar de cualquier manera, pero cuando ganas a partir de un plan y un estilo los resultados alcanzan sostenibilidad en el tiempo. Siempre con el balón como protagonista. Tener el balón es la mayor sensación de fortaleza que puede tener un jugador. España quiso ser toro y furia hasta que se dio cuenta de que era mejor y disfrutaba más siendo torero. Ahora se intuye que la gente duda del tiki-taka y eso es lo peor que le podría suceder.
P. ¿Qué recuerdo conserva de su etapa en la Liga?
R. El trabajo que hicimos en Valladolid y la forma en la que lo hicimos nos dio reconocimiento. Luis Aragonés me decía que era un atrevido colocando la línea defensiva en el centro del campo cuando la esencia del juego del Atlético siempre había sido el contragolpe. Había muchas prisas por llegar arriba. La idea era que los jugadores emparentaran con el balón y establecieran una relación afectiva con él. Cuando intenté imponer el rondo en los entrenamientos los jugadores me decían que cuándo empezaba la sesión. Cuando daban cinco toques lo celebraban porque no era lo habitual. Después estaba el tema de trabajar en zona. Es un sistema en el que el entrenador necesita un líder sobre el campo que lo interprete. Caminero manejaba la línea y conocía el juego. Ese Valladolid jugó muy bien.
P. ¿Cuál es la mejor liga de Europa?
R. El meridiano del fútbol hoy pasa por España y Alemania. La medida es el triunfo de los equipos de una determinada liga y ellos son los dominadores. En España hay una liga estupenda más allá del Madrid o el Barcelona. Disfruto con la fidelidad y la convicción del Rayo, me gusta la Real, me gusta la idea del Cholo aunque no emparente con ella.
P. ¿Puede una selección europea ganar un Mundial en Sudamérica?
R. No hay una explicación lógica a esa tradición, pero el trópico pesa y luego hay cuestiones de energía. En el Mundial de Francia llegué a la final y cuando entré en Saint Dennis dije: ‘aquí no puede ganar Brasil’. Era imposible porque la energía se sentía. Maradona lo dijo en la pasada Copa Confederaciones: ‘si esa final se disputa en cualquier lugar del mundo gana España, pero en Maracaná ese día era imposible’. Los aficionados jugaron cada pelota, pelearon cada balón dividido. Terminaron apabullando. Los jugadores dieron el 110% por el orgullo de que no te ganen en tu casa. Brasil en Brasil es mucho. España y Alemania son equipos hechos, mientras que Brasil y Argentina están en construcción. Pero Brasil ha sido cinco veces campeona del mundo y tiene jugadores y entorno para desequilibrar.
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