Los Knicks son los más listos
Durante mi infancia en el corazón de Estados Unidos había dos cosas que tenía claras: la Unión Soviética era mala, pero los Yankees era peores.
Se puede decir que los Yankees de Nueva York son la franquicia con más historia del deporte (¡Perdón, Real Madrid!). Y no solo por su sensacional equipación; entre 1921 y 1981 ganaron el banderín, como los aficionados al béisbol llaman al campeonato de liga, 33 veces. En cambio, entre 1981 y 1996 —un periodo también conocido como el tiempo en el que pasé de ser rechazado por las niñas del jardín de infancia a ser rechazado por las chicas del instituto— no ganaron la liga ni una sola vez. Esa fue la norma, pero no era normal. Hasta yo sabía que los Yankees seguramente volverían a ser buenos, algún día.
¿Qué tiene esto que ver con la NBA?
A unas cuantas docenas de manzanas del estadio de los Yankees se encuentra una cancha de baloncesto llamada Madison Square Garden, casa de los Knickerbockers de Nueva York. Como lamentan a menudo sus seguidores, los Knicks no han sido campeones de la NBA desde 1973. Desde entonces el equipo ha ganado títulos de Conferencia (en 1994 y 1999) pero, en general, son como los franceses: hablamos mucho de ellos, pero hace tiempo que dejaron de ser importantes.
El equipo no da señales de tener idea de cómo organizar un equipo de baloncesto.
Si lo piensas, es muy raro. En gran parte, damos por hecho que los Yankees tendrían que ser buenos porque son de una gran ciudad. En general, es cierto que en las grandes ciudades se suelen dar condiciones favorables para el éxito de los equipos deportivos: están densamente pobladas y sus ciudadanos disponen de buenos ingresos. Además, los mejores jugadores tienden a reconocer las oportunidades que se les abren al jugar en las grandes ciudades: fama, patrocinadores y concentración de mujeres con un alto atractivo y una baja reputación.
Nueva York es la ciudad más grande de Estados Unidos. Los Yankees son el mejor equipo de béisbol. Lógico, ¿no? Entonces, ¿qué falla en los Knicks?
A primera vista diríamos que todo. El equipo no da señales de tener idea de cómo organizar un equipo de baloncesto. Creo que el tipo que saca botellas de los contenedores de basura de mi calle habría podido decirles que el asegurarse los servicios de Amar’e Stoudemire y Carmelo Anthony acabaría mal. Así que después de considerarlo otra vez diríamos que a lo mejor no falla nada.
La auténtica meta de cualquier franquicia deportiva profesional es hacerse un lugar en la percepción del público. El resultado es la venta de entradas y de camisetas y los ingresos por derechos televisivos. Los Yankees de Nueva York poseen exactamente ese tipo de lugar en nuestros cerebros. Los Knicks también lo tienen, pero sin toda esa molestia de tener que ganar partidos. Saben que seguiremos hablando de ellos, por muy mal que jueguen, por muchos traspasos que echen a perder y por muchos campeonatos que dejen de ganar. Están en Nueva York, y no podemos aguantarnos.
Es posible que los Yankees sean la franquicia con más historia del deporte, por los Knicks posiblemente son los más listos: consiguen que hablemos de ellos incluso sin ganar.
Un poco como yo he hecho aquí.
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