Esto acaba de empezar
Se termina el campeonato, finaliza la competición y llega el momento de volver a preparar maletas. Más o menos contentos con el resultado, toca volver a casa, dejar atrás a los compañeros hasta, seguramente, la siguiente cita. Algunos miembros de la selección se convierten en camaradas, amigos e incluso confidentes que comprenden, más que nadie, tus sentimientos, convirtiéndose así en acompañantes de un viaje que dura muchos años.
Un viaje que ahora ya no se hace en pequeños grupos, marcado por los apellidos de los sectores, sino que ahora la familia está mejor avenida, propiciado por un ambiente más saludable al que existiese algunos años atrás. Poco a poco la atmósfera enrarecida ha ido disipándose para dejar paso a la cordialidad. Un matiz que ha sido detonado desde que, a principio de año, el comité técnico cambiase de estructura encarnándose el nuevo rumbo en el nombre de Ramón Cid. En multitud de ocasiones se ha dicho que es un hombre conciliador, de los que dialoga, porque también es de los que escucha. Como también lo hacen los nuevos responsables, aquellos que llaman no solo en momento puntuales, sino que poseen como libro de estilo particular el intentar alcanzar un trato más cercano y no solo con el atleta, también con el entrenador, ese grandísimo olvidado. Los medios son escasos, pero se las formas se pueden mejorar y esa es la sensación que a algunos nos empieza a calar. O al menos todo esto es mi nueva percepción.
Siguen existiendo afinidades, grupos y momentos de reunión de parcialidades que son naturales. Pero ahora, más que nunca, se respira el respeto.
Yo no puedo decir lo que se ha vivido en Moscú estos días, no al menos en primera persona, pero si puedo hacerlo del campeonato de pista cubierta. Porque hay algo que fue un detalle muy importante, esos gestos que te guardas. En Göteborg yo corría la final el sábado, mismo día en el que se me entregaba la medalla. No era la última jornada. Al día siguiente la competición continuaba, y cuando me subí al podio reconocí a compañeros que al día siguiente tenían su final, y allí estaban, compartiendo ese momento con Juan Carlos Higuero y conmigo. Eso, amigos, me hubiera parecido impensable en otros momentos.
Siguen existiendo afinidades, grupos y momentos de reunión de parcialidades que son naturales. Pero ahora, más que nunca, se respira el respeto. Ahora ya no es tanta esa sensación de buscar en qué mesa sentarte a cenar, porque ahora no sientes incomodidad en la mayoría de ellas.
Quizá no sea solo un factor, quizá no sea derivado de una única condición, pero está claro que estamos en un momento de inflexión, de cambio, de transición... No sé cómo denominarlo, ni me gustaría encasillarlo, pero es evidente que existe. Porque ahora un amplio porcentaje de la selección está, o se encuentra en proceso, de poseer una formación superior. Ahora los brotes verdes empiezan a transformar la camaradería, a transmitir nueva energía, a regenerar viejas heridas. Ahora no solo nos reconocen en una prueba, ahora la equidad en la calidad de resultados se unifica a todos los sectores. Ahora desde la extendida humildad sientes que hay un equipo, un esbozo de unidad, un interés real por los demás.
Puede que alguno lea estas líneas y se pregunte de qué hablo, pero espero que muchos de mis compañeros no sientan eso, sino que compartan mi humilde percepción, la que comparto con ustedes como estos días atrás. Las humildes divagaciones de alguien que ha querido dar el punto de vista de quien lo vive desde el interior, quien seguramente han pecado de optimismo, pero es que si no, estamos vencidos. La que les da las gracias por su atención, y quien les invita a que vuelvan a disfrutar, como yo, de los resultados de nuestra selección.
Muchos ven hoy el punto y final, yo veo el punto y seguido de una nueva etapa que espero llegue a brillar.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.